El papa Bergoglio ha ido derechamente a lo más grave que ahora mismo está pasando en el mundo: el sufrimiento de los pobres ya es demasiado grande y demasiado insoportable
(José María Castillo).- Tengo la impresión de que hay gente que ni se hace esta pregunta. Como también es cierto que hay personas, que nunca se han interesado por las cosas de la Iglesia y de la religión, que ahora se preguntan por lo que hace y dice el nuevo papa.
En todo caso, abundan los que piensan de forma que ni les interesa si el papa cambia o no cambia las cosas de la Iglesia y de le religión. En todo caso, me parece que la cuestión, que plantea este artículo, es un asunto que ni le llama la atención a una importante mayoría de nuestra sociedad en su conjunto. Lo cual, a mi manera de ver, es la prueba más clara de la respuesta que voy a proponer a la pregunta que sirve de título a este artículo. Me explico.
Es un hecho que el nuevo obispo de Roma, el jesuita J. Bergoglio, encarna un modelo de papa muy distinto a sus antecesores. Se trata de un hombre que tiene un comportamiento más sencillo, más espontáneo, más humano, más libre que el de los últimos papas, incluido Juan XXIII.
Pero, tan cierto como lo que acabo de decir, también es verdad que son muchos los ciudadanos que piensan que sólo con sencillez, espontaneidad, humanidad y libertad no se arreglan los problemas que tiene la Iglesia en este momento. Además de la forma de ser, de hablar o de comportarse del papa que gobierna, parece evidente que es necesario, incluso apremiante, que el papa gobernante tome las decisiones que más demanda y necesita la gente.
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