(Ángel Manuel Sánchez).- Juan Manuel de Prada ha expresado el descontento que muchos católicos tienen con el Papa. Me declaro admirador de este hombre que me ha conquistado por su compromiso intelectual y público con el catolicismo español. No han sido pocos los sinsabores que ha tenido que sufrir a consecuencia de ello.
Agradezco a Juan Manuel de Prada lo mucho que ha contribuido a difundir el conocimiento de la Doctrina Social de la Iglesia, la que aborda la problemática moral en relación con la sexualidad, el aborto, la familia, pero también en relación con la política y la economía. Su magnífico programa, «Lágrimas en la lluvia», donde siempre han concurrido numerosos jesuitas (esperemos que siga emitiéndose en TV -canales de la Iglesia hay-), ha hecho más por la difusión de la Doctrina Social de la Iglesia que lo que lo haya hecho nuestro clero con sus numerosos medios de comunicación durante décadas.
No creo, que su artículo «Los nidos de antaño» responda explícitamente a la entrevista que los jesuitas han hecho al Papa, mas bien creo que ésta tan sólo ha sido el detonante de un artículo polémico donde su autor expresa brillantemente el sentimiento de encubierta aversión que les produce a muchos católicos nuestro Papa.
Sin lugar a dudas, este Papa ha defraudado a quienes valoran a un Sumo Pontífice intelectual, combativo y discreto. Y efectivamente, Francisco funciona más desde la experiencia discernida que desde el discernimiento académico, más desde la dialéctica amable que desde la dialéctica de confrontación, y más desde el protagonismo que desde el reduccionismo mediático.
Resulta desagradable observar que la aversión más ó menos encubierta llega en muchos casos a la directa ofensa e insulto al Papa, algo intolerable. Pero no nos hemos de extrañar mucho, pues llevamos muchos años en los que la comunión eclesial es escandalosamente violada por los católicos, y por el clero en primer lugar.
Quizás Jorge Bergoglio, el jesuita y el arzobispo, pugne de vez en cuando con Francisco, el líder espiritual de los católicos y el pontífice . Tenemos un Papa humilde y no necesita demostrarlo. Tenemos un Papa que ejerce la autoridad y no necesita disimularlo. Su Santidad y todos los demás católicos debemos abandonar los complejos históricos. Ante los intolerables casos de corrupción dentro de la Iglesia todos esperamos de él que ejerza la autoridad para proseguir la tarea de Benedicto XVI, limpiar la Casa de Dios de aquello que por intolerable, avergüenza y escandaliza a creyentes y no creyentes.
Cuidado con confundir Fe (el fruto de nuestra experiencia de contacto con Dios) y creencia (las certezas que derivan de las reflexiones acerca de esa experiencia), creencia e ideología (mi forma de concebir la realidad inspirada en estas creencias), e ideología e idolatría (la sustitución de la visión de Dios sobre el mundo por mi forma de visionar este mundo). Puedo tener experiencia de que «Dios me ama», puedo darme cuenta de que «Dios es Amor», puedo darme cuenta de que no todo el mundo se siente amado por Dios y hasta incluso muchos niegan su existencia, puedo en nombre de Dios hacerles la vida imposible. Para entonces me he olvidado de Dios y del Amor. Cuando no aceptamos el mundo tal cual es, con sus cosas malas y sus cosas buenas, pretendiendo adaptarlo a nuestras ideas podemos fácilmente sustituir a Dios y su forma de ver el mundo por el Yo mismo y mi forma de concebir el mundo. Qué lejos quedamos del origen dichoso.
Somos estúpidos si pensamos que haciendo la guerra al mundo creemos defender nuestra Fe, defenderemos acaso las creencias particulares que todos tenemos, pero cuidado podemos confundirnos. Combatir nuestra cultura y denunciar la Maldad existente en ella, no significan lo mismo. Preguntaría a Juan Manuel de Prada, si combatiendo al mundo ha podido encontrar dentro de sí Esperanza, si es así, que me explique cómo, yo no he podido. Las mociones interiores nos dan la pista, si luchamos por el Reino de Dios, encontramos ilusión y esperanza dentro de nosotros, pero si no los hallamos puede ser que nos equivoquemos, puede ser que combatamos por nuestras creencias pero no por el Reino de Dios y su justicia. El Reino de Dios es ante todo y sobre todo Jesucristo, y no el Catecismo ni el compendio de encíclicas sociales de la Iglesia.
Es tarea del Papa cuidar a su grey pero también ganar para Dios a las almas, especialmente las más alejadas de Él (éstos también son pobres). Con este propósito, los católicos no debemos confundir acercar a los alejados a Dios, con acercar a los alejados a la Iglesia. El apostolado cristiano debe fundarse ante todo y por el contexto agnóstico y materialista, en favorecer el encuentro personal con Dios en cada ser humano, fuente de todas las gracias. Si el Papa atrae a las personas hablando de las maravillas del corazón de Dios, es para que, alejados ó no, nos acerquemos sin miedos a Él. Sus palabras son un auténtico regalo para el alma y para los oídos.
Hay una cosa de Francisco que me gusta, creo que es auténtico y por eso ha de defraudar las expectativas de muchos y de muchos colores. No hace lo que se espera de un Papa y no ha de hacer tampoco lo que se espera de un revolucionario. La Providencia nos ha provisto irónicamente del mejor candidato para ello, un jesuita. Jesucristo también defraudó a muchos, a los que esperaban de Él el liderazgo político de Israel, y a los que esperaban de Él posicionamiento entre fariseos y saduceos. A los que nunca defraudó fue a los que se acercaron a Él esperando curación corporal ó liberación espiritual.
Pero también hay cosas que no me gustan de Francisco. No me gusta, que se exponga excesivamente a los medios de comunicación y que descubra su natural humanidad (para mí entrañable), porque es el líder espiritual de cientos de millones de personas, y debe velar por su carisma. Y advierto que puede amenazarle un peligro mayor, el enfrentamiento a los sectores que se le oponen, puede hacerle parecer el Papa sólo de los suyos.
Los católicos no tenemos por qué acercar la Iglesia al mundo, no tenemos que ser simpáticos ni guapos. Compartimos personalmente el Cristo que llevamos colgado en nuestra cruz con los hombres que en este mundo cargan su cruz, más pesada porque lo hacen sin Cristo. El mundo espera compasión y no más de lo mismo. Dios espera de nosotros no más creyentes sino más corazones dispuestos a consolar sus sufrimientos.
Juan Manuel de Prada puede continuar con su cruzada particular contra una parte destacada de la cultura destructiva y alineante, yo también lo hago, pero no como creencia sino como actitud profética de denuncia exigida por la Fe en Jesucristo, que detesta la maldad, la iniquidad y la injusticia.
No luchamos por la Iglesia, que sólo se sostiene por Jesucristo, luchamos por extender el Amor de Dios a los hombres y a Cristo en los más sufridos, y Francisco bien puede ayudarnos en esta tarea. En esta lucha todos los carismas son válidos y las líneas como siempre, son muy delgadas. Por ello, no podemos abandonar nuestra capacidad de discernimiento, porque de su ejercicio depende que nos alejemos ó no de cumplir la voluntad de Dios, la auténtica lucha.
Recemos por Francisco (Jorge, el jesuita y el arzobispo, son historia). Rezamos para que cuides y hagas cuidar la maravillosa comunión que le debemos a nuestra Madre, la Iglesia, imperfecta, dividida, pecadora pero digna como la humana modernidad apartada de Dios, de la Misericordia divina. Rezamos por ti Francisco, para que el Señor te ilumine y te dé clarividencia en tu discernimiento y palabras y, energías, capacidad y autoridad para dirigir con acierto el liderazgo espiritual de los millones de católicos que creemos que Tu es Petrus .