¡Anda, enciende tu pipa, quédate al fuego del hogar y cuídanos la casa, que nosotros nos vamos a adorar al Niño Dios!
(Jairo del Agua).- Toda la familia se preparaba para asistir a la «misa del gallo» y, un año más, el padre despotricaba contra tan apolillada costumbre.
¿Quién puede creer a estas alturas que Dios se convierte en un meoncillo humano? Eso es irracional, absurdo, un cuento de niños, repetía Mogo.
Bien está que celebremos el «solsticio de invierno» con una buena cena y nos alegremos de que los días se irán llenando de luz. Pero mira que creer que el Todopoderoso se viste de pañales…
Su esposa Berta, acostumbrada a la anual monserga, le respondió dulcemente: «Dios se hace como uno de nosotros para que no le tengamos miedo y le sigamos hacia nuestra salvación». ¡Anda, enciende tu pipa, quédate al fuego del hogar y cuídanos la casa, que nosotros nos vamos a adorar al Niño Dios!
Para leer el artículo completo, pincha aqui: