Francisco se acerca a la visión propia de san Juan sobre el amor como fe con obras; no extrañará que el Papa dudara en llamarse Juan XXIV
(Andrés Ortiz-Osés).- La clave franciscana del Papa Francisco radicaría en la afirmación de la piedad frente a la negatividad de la impiedad. La piedad afirma la positivación del ser-otro, la impiedad desafirma el ser-otro hasta su denegación.
Se trata de una postura agustiniano-franciscana, que se reclama radicalmente del propio Evangelio de Jesús.
En un primer movimiento planteamos esta oposición de la piedad frente a la impiedad. En un segundo momento replanteamos esta cuestión en la Exhortación apostólica «Evangelii gaudium» (El gozo del Evangelio). En un tercer momento afrontamos la idea-fuerza del franciscanismo, para fijarnos en cuarto lugar en el propio lenguaje franciscano.
Finalizamos con una síntesis personal de nuestro aporte.
1 (Piedad frente a impiedad)
La postura franciscana de Francisco se expresa en la elección de la piedad frente a la impiedad. Piedad es el respeto por lo sagrado tal y como se manifiesta en el deber moral, así pues la religiosidad como religación existencial. En la religión greco-romana la piedad es la virtud propia del bueno o devoto (piadoso), mientras que en el cristianismo la piedad es la relación vital con Dios, con el Dios-amor de Jesús de Nazaret.
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