Es cierto Señor, ahora no quiero pedirte nada, quiero estar junto a Ti y dirigirte mi oración como al hermano de la confianza, al maestro de la sabiduría, al amigo del consuelo
(José Moreno Losada).- Jesús, en esta tarde de Viernes Santo, cuando en comunidad nos agolpamos en torno a tu pasión y tu cruz, para sentir contigo y en ti el perdón, la paz y el deseo de la entrega, para abrazar tu cruz salvadora, no podemos menos que orar con el himno:
En esta tarde, Cristo del Calvario,
vine a rogarte por mi carne enferma;
pero, al verte, mis ojos van y vienen
de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza…El ímpetu del ruego que traía
se me ahoga en la boca pedigüeña.Y sólo pido no pedirte nada,
estar aquí, junto a tu imagen muerta,
ir aprendiendo que el dolor es sólo
la llave santa de tu santa puerta.
Es cierto Señor, ahora no quiero pedirte nada, quiero estar junto a Ti y dirigirte mi oración como al hermano de la confianza, al maestro de la sabiduría, al amigo del consuelo, y expresarte mi deseo más profundo, el que habita en mi interior desde que aprendí a conocerte poco a poco, a querer seguirte, el que esta tarde -en este calvario luminoso del siglo XXI- quiero hacer público para expropiarme contigo y que se puedan repartir también mis túnicas, que no son de una sola pieza como la tuya, pero que en Ti son cosidas con el amor de la esperanza y de la eternidad unificada que sostiene y me serena.
Mi deseo descubierto en la oscuridad de la tarde santa, en la serenidad de la vida, es este: «Señor, quiero ser como tú». Quiero serlo en tu pasión, dejar que tus palabras me iluminen y me abran a la trascendencia de un absoluto que sólo tiene la medida del amor y la misericordia, de la sanación y el consuelo, de la luz y de la esperanza en medio del silencio y del dolor. Déjame hacerlo con tus palabras sagradas de pasión y muerte, que me alumbran en el grito de una creación que ya se va sintiendo nacer en tu corazón de espíritu entregado en las manos del Padre.
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