Los derrotados tienen un futuro muy oscuro, demasiado incierto y, en todo caso, a sabiendas de que será un futuro de pobres gentes que irán tirando de la vida a duras penas, mientras el cuerpo aguante, que no será mucho
(José María Castillo).- La noticia que nos han dado, y según la cual hay ahora mismo en España bastante más de dos millones de niños que pasan hambre, equivale a un «parte de guerra». Y conste que, al decir esto, no estoy sacando las cosas de quicio. Lo digo utilizando exactamente el mismo vocabulario que utilizan los que saben de verdad de estas cosas.
El Nobel de economía Joseph Stiglitz ha citado, repetidas veces, lo que dijo el multimillonario Warren Buffett: «Durante los últimos 20 años ha habido una guerra de clases y mi clase ha vencido». Efectivamente, así es. En los países del sur de la Unión Europea, en el Gran Sur que se configura en el arco que va desde Chipre a Irlanda, pasando por Grecia, Italia, España y Portugal, ha dejado ya su marca de derrota y destrucción la clase vencedora, la clase rica y dominante. Que es la clase que ha vencido y domina a la clase pobre y dominada.
En los países que acabo de mencionar, la clase media se ha debilitado, se ha empobrecido. Cada año que pasa, esa clase, que era la franja ancha y fuerte que daba consistencia a nuestra sociedad, es la clase que tiene menos peso social y político. Y lo que es más grave: en estos países se agiganta por días la brecha enorme que separa a ricos de pobres. El caso de España es elocuente y aterrador en este sentido. En pocos años, nuestro país se ha encaramado casi a la cabeza de los pueblos y culturas en los que la distancia entre los más ricos y los más pobres ya va a ser insalvable durante muchas décadas. Y, ¡por favor!, que nadie me venga con soluciones a «largo plazo». Ya Keynes nos advirtió de que «este ‘largo plazo’ es una guía errónea para comprender el presente. A ‘largo plazo’ estaremos todos muertos«.
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