Creo que es mi alma judía la que me hace proclamar que esa política es el mayor antisemitismo del momento: el verdadero judaísmo está amordazado en la minoría silenciada
(José I. González-Faus sj).- Amiga Rahola: Gracias por tu carta del sábado santo. Como decías en aquella columna, ya que «hemos creado una tradición», voy a seguir con ella. Para despejar dudas, hago mías de entrada las palabras de Francisco al rabino de Roma: como cristiano «tengo un alma judía». Muchos siglos ha, dijo lo mismo otro cristiano judío de Tarso: «de ellos son las promesas» (Rom 9.4).
Y déjame contarte que en mi curso del cole, por los años 40, teníamos un compañero alemán, supuestamente judío y escapado de Hitler. A veces, con la típica inconsciencia adolescente, algunos compañeros buscaron divertirse insultándole como judío. Hasta que el P. Manubens, jesuita catalán, bajito, rompetechos y profesor de filosofía, levantó la voz para decirnos en clase: «Jesús era judío y María también. Por tanto quien insulte con ese adjetivo está blasfemando». Se me grabó tanto que aún lo recuerdo.
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