Debord criticaba la pérdida del ser en el tener y éste en el aparecer, pero hoy nos vemos ante la anulación de la misma apariencia en la fugacidad del brillo del instante
(Bernardo P. Andreo).- La sociedad digital se está transformando a pasos agigantados en una sociedad del escándalo. La era de la sociedad del espectáculo de Guy Debord ha llegado a su fin. La mercancía no son los objetos que encandilan a los consumidores con sus reflejos cuasi divinos y los arrastran a la trampa del materialismo hedonista.
¡Ojalá los hombres estuvieran aún atrapados en el tener que deviene aparecer! Hoy ya ni eso. Debord criticaba la pérdida del ser en el tener y éste en el aparecer, pero hoy nos vemos ante la anulación de la misma apariencia en la fugacidad del brillo del instante.
La apariencia, al fin y al cabo, sigue conservando una reverberación del ser que fue. La apariencia, aunque simulacro, no deja de ser un vástago del árbol de la ciencia, un hijo legítimo aunque estéril, del que no saldrán más ramas para que siga creciendo el árbol, pero que bebe de la misma raíz; siempre cabe hacer un injerto y que el vástago borde engendre hijos legítimos que nos permitan la promesa de feracidad futura.
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