Cuando pongo en primer lugar mis teorías, mis reconstrucciones de Jesús, mis alambicados montajes, y olvido la sencilla lectura del texto, me convierto en el ciego que guía a otro ciego
(Carlos Granados)- Me impresionan unas palabras de Dostoievski, que en su novela «Los hermanos Karamazov» pone en boca del monje Zósimo: «Lee la Sagrada Escritura, léesela a la gente, no expongas grandes teorías, grandes palabras acerca de ella. Deja siempre que sea la palabra misma, con pocas aclaraciones, la que penetre en sus corazones y no temas que la gente no pueda entenderla. El corazón creyente lo entiende todo«.
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