Hagamos nuestra la recomendación de Tagore: merecer la vida dándola a los demás como Jesús la dio por nosotros hasta el compromiso total
(Faustino Vilabrille).- Este mes de noviembre no deberíamos recordarlo como el mes de los difuntos, sino como el mes de los vivos de verdad porque la vida empieza, pero no termina nunca. Simplemente cambia la forma de vivirla. Nada desaparece, nada vuelve a la nada.
La idea de inmortalidad y el ansia de vivir para siempre, atraviesa toda la historia de la humanidad. Responde a la aspiración más profunda de todo ser vivo, y más aun de los que son víctimas de la desgracia, del sufrimiento de la impotencia, de las injusticias…, y los males de este mundo.
La idea de inmortalidad y de vida después de esta vida atraviesa toda la Biblia, y en Jesucristo adquiere su máxima concreción, manifestándola en dos dimensiones
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