En fin, que no somos tan racionales en nuestras opciones éticas como decimos, y menos, si el espíritu crítico no tiene camino de vuelta por nuestras filias y fobias
(J. I. Calleja).- Cuando Fernando Savater razona sobre un hecho social discutido, abre un portillo de libertad ética imprescindible. Así, su manejo de la razón práctica en Prohibido blasfemar, el domingo, 1 de febrero, y en el diario El Correo (Bilbao/Vitoria), es tan claro como previsible.
El problema de la reflexión ética de Savater son las coletillas que va soltando entre corchetes y guiones a lo largo de sus artículos: en ellas muestra el negativo de sus contradicciones, las que nunca aborda con el mismo espíritu volteriano que a los demás legítimamente dedica.
Así, cuando insinúa que la caridad es una forma encubierta de avalar la mendicidad, tiene su razón, pero la pierde cuando evita una posición social y política mucho más exigente en justicia que la que se le conoce. Es el intelectual que te busca la vuelta, pero él a lo suyo; viene sin haber ido.
Lo mismo le sucede con España y su proyecto constitucional y político común; para él es lo racional en cuanto a nuestra libertad ciudadana. Para otros, sin embargo, es una patraña de sus «creyentes». Nadie, por tanto, podría ofenderle de palabra o gesto a en esta materia, pues para esos otros, España no existe: igual que Savater piensa de los dioses. ¿Por qué se ofende tan visceralmente con los independentistas? ¿Sólo por mor de lo racional en cuanto a la libertad política?
Se alegra de que al fin quede en ridículo el papa Francisco por sus palabras sobre el humor, la religión y la violencia; al fin, ¿qué quiere decir?, ¿que sobraban motivos y nadie los veía? Tiene derecho a pensarlo y esperarlo, pero Savater no ha dicho ni palabra de las denuncias sociales y económicas de Francisco; no se fía si proceden de la razón ética religiosa; ni se ha pronunciado sobre la primacía moral que Francisco da a la inclusión de los pobres; no se fía si apelan a la razón evangélica.
Lo entiendo; los filósofos de la sospecha tienen que guardar esta actitud; es una buena aportación. Pero, ¡no será en UpyD donde estas primacías presenten un cauce privilegiado! ¿Elige Savater este cauce de construcción política por este motivo moral? ¡Ah, no, que a los volterianos estas cuestiones de justicia social les parecen subordinadas a las de la libertad de expresión, y, a menudo, que las desigualdades sociales son casi inevitables! O ¿es que la razón común dice que somos animales supervivientes en un pacto de mínimos entre egoístas irredentos? ¿Sí? ¿A quién y dónde lo dice? Y ¿por qué es inevitable?
En fin, que no somos tan racionales en nuestras opciones éticas como decimos, y menos, si el espíritu crítico no tiene camino de vuelta por nuestras filias y fobias.
Digo que la sabiduría ética tendrá que poner en el centro de todos sus caminos a las víctimas más inocentes; tanto más, si todo su delito ha sido nacer en el país, pueblo y familia equivocados. ¿Qué tal sale la razón ética española y moderna en esta cuestión?
Yo creo que en esto, Francisco no sale mal parado; aunque a veces se le cuele algún gazapo en la razón ética; honra reconocerlo.