No recuerdo cuántas veces he oído a curas africanos decir que en sus diócesis no existía la “degradac ión homosexual” como en Europa o en Estados Unidos, mientras que se tiraban con toda tranquilidad a las chicas adolescentes
(J. Carlos Rodríguez).- Por razones de espacio, el título de esta entrada es incompleto. Debería ser: «El mito de una iglesia africana fiel… versus una Iglesia europea supuestamente infiel«. Esta parece ser la idea que últimamente presentan algunos sectores de la Iglesia que podríamos calificar como «más conservadores» y que expresan su alarma ante declaraciones de obispos de países como Alemania u Holanda sobre temas como la homosexualidad o la comunión a los divorciados, entre otros.
Ante tamaña traición, argumentan algunos, la barca de Pedro se salvará de hundirse gracias a la fidelísima ortodoxia de los prelados de África, continente presentado de forma bastante simplista como la reserva espiritual de un mundo corrompido.
Tengo mi propia opinión sobre todo esto. Ante todo, creo que hay mucho que matizar. Llevo 24 años viviendo en África entre Uganda, República Democrática del Congo, República Centroafricana y Gabón, y conozco de visitas más o menos breves otros 13 países africanos. La mayor parte del tiempo he trabajado en instituciones de la Iglesia o ligadas a ella y cada vez estoy más convencido de que es muy arriesgado hablar de la «Iglesia africana»; existen multitud de Iglesias católicas locales con grandes diferencias entre ellas: algunas con cinco siglos de existencia como Angola y Mozambique, otras con una gran implantación en la mayoría de la población, como es el caso de Congo-Kinshasa, Uganda, Burundi o Gabón; en otros países la Iglesia representa una minoría en torno al 15 o el 20% pero con bastante influencia social, como ocurre en Malí o en Chad.
Y hay otros casos de mención especial, como Etiopía y Eritrea, donde los católicos son una minoría en medio de una sociedad mayoritariamente ortodoxa , o Sudáfrica, con un catolicismo también minoritario en un medio predominantemente protestante. Y no hay que olvidar los países africanos de mayoría musulmana donde la presencia católica es testimonial, algo que por cierto, determinados defensores de la «Iglesia africana fiel» ven como algo bastante inútil.
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