Decir que las mujeres son más espirituales, maternales, permite justificar el hecho de que la autoridad sea dada a los hombres
(Isabel Gómez Acebo).- El Papa Francisco habla con frecuencia del lugar «importante» que las mujeres deben ocupar en la vida eclesial. Pero, ¿Hasta qué punto está dispuesto a avanzar? El reportaje presentado a continuación es de Benedicte Lutaud y ha sido publicado en el sitio «Le Monde des Religions».
«Las mujeres deben ser mejor considerados en la Iglesia. «Su emancipación» debe «expresarse». Desde el inicio de su pontificado, el Papa Francisco multiplica los discursos en favor de las mujeres. Pero, por esas palabras, ¿podemos pensar que es feminista? Aunque la ordenación de mujeres no es parte de sus objetivos, parece decidido a darles mayor visibilidad. La reforma de la Curia (gobierno central de la Iglesia), el principal espacio de construcción de cambios en su pontificado, le podría ofrecer la oportunidad de nombrar figuras femeninas para dirigir los dicasterios (ministerios o departamentos). Pero debe tener en cuenta la fuerte resistencia que él está encontrado en esas estructuras.
Apenas unos días después de su elección, el Jueves Santo [2013], el Papa lavó los pies a dos mujeres en una prisión romana. Era la primera vez que eso sucedía. Una semana más tarde, en un discurso, afirmó que las mujeres tienen «un papel especial [en] abrir las puertas al Señor». En noviembre de 2013, en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, el Papa fue más directo: invitó a reflexionar «sobre el posible papel de la mujer ahí donde se toman las decisiones importantes». En diciembre de 2014, que ellas sean «más reconocidas en sus derechos», en la «vida social y profesional.
Pero Francisco no se queda solo en palabras. En marzo de 2014, designó a una mujer a la presidencia de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales, la famosa socióloga Margaret Archer. En julio, eligió, a una mujer para dirigir una universidad pontificia, la religiosa María Melone. Es la primera vez que esto sucede. La Pontificia Comisión para la Protección de Menores ya cumple con la paridad estricta. En septiembre, el obispo de Roma nombró a cinco mujeres a integrar la prestigiosa Comisión Teológica Internacional. Tres meses después, dijo: «Las mujeres son como la cereza en un pastel» «Se necesitan más!».
En el Vaticano, se rumora que él podría dar un paso más: elegir a una religiosa para dirigir el dicasterio encargado de la pastoral de los emigrantes. El cardenal Maradiaga, coordinador del Consejo de Cardenales, que ayuda al Papa en la reforma de la Curia, ha comentado sobre la posibilidad de poner un matrimonio al frente del Pontificio Consejo para los Laicos. La presencia de una mujer dirigiendo la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, tampoco parece imposible, según, especialista en el status de las mujeres en la Iglesia, en el L’Ossevatore Romano.
Hasta ahora, las mujeres nunca superaron el nivel «número 3» en la Curia. Con Benedicto XVI, en 2010, fue nombrada la primera mujer laica, Flaminia Giovanelli, como sub-secretaria de un gran dicasterio: El Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz. Un año más tarde, la religiosa Nicla Spezzati se convirtió también en la número 3 en la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada.
En los contenidos, el Papa Francisco se inscribe en las huellas de sus predecesores, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Incluso este último, había sugerido la creación de un cuaderno de la mujer en L’Osservatore Romano. Pero es el tono de los discursos que Bergoglio se distingue, denunciando con «nuevo valor la de condición de subalterna de la mujer en la Iglesia», dijo Lucetta Scaraffia.
Él «es más audaz en su forma de expresarse, y de decidir», añade Romilda Ferrauto, editora en jefe de la sección francesa de Radio Vaticano. «Su trayectoria personal hace la diferencia». Y hay una razón: en «La vida oculta de Jorge Bergoglio», Armando Rubén Puente cuenta como el cardenal Jorge Mario Bergoglio, entonces arzobispo de Buenos Aires, salvó prostitutas de la violencia de calle y de sus proxenetas.
Pero esta actitud no es aceptada por todos. Varios cardenales de la Curia ya no ocultan su exasperación. Si Francisco decidiese nombrar mujeres para que dirijan los dicasterios, eso «significa que ellas asumirían una posición al más alto nivel de una carrera. Habría enormes resistencias», dice Lucetta Scaraffia. «No sé si el Papa podría enfrentarlas». «No va a ser sencillo. Al igual que el resto de la reforma de la Curia», admite Romilda Ferrauto.
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