Josep Miquel Bausset

Gregori Estrada, monje y organista

"Sencillo, humilde y un hombre lleno de la sabiduría de Dios"

Gregori Estrada, monje y organista
Josep Miquel Bausset

El P. Gregori fue un monje que no perdía nunca la sonrisa, una sonrisa que era fruto de su fe

(Josep M. Bausset).- El miércoles día 18, después de la misa conventual, murió el P. Gregori Estrada, monje de Montserrat, organista y compositor, nacido en Manresa el 1918.

Francesc Xavier Estrada i Gamissans ingresó a los ocho años en la Escolanía de Montserrat, donde estuvo seis como a escolán al servicio de la Virgen. Cuando acabó esta etapa, el 1932, el año siguiente volvió al monasterio, ahora para iniciar el noviciado. El 6 de agosto de 1934 hizo la profesión simple.

Durante los años 1935 y 1936, en el conservatorio del Liceo de Barcelona, Gregori Estrada (nombre monástico) estudió órgano, hasta que a principios de julio de 1936, por motivos de salud, fue enviado a Andorra, donde la comunidad de Montserrat tenia un colegio.

Cuando estalló la guerra civil Dom Gregori se trasladó a Roma i después a Subiaco, donde encontró a un grupo de monjes, con el abad Antoni Mª Marcet, que también habían huido de Cataluña. De Roma, aceptando la invitación de monasterios europeos, Dom Gregori fue al monasterio alemán de Maria Laach, donde hizo los estudios de filosofía. Posteriormente, durante los cursos 1937-1939 fue a Beuron, para estudiar la teología con los monjes jóvenes de la congregación beuronesa.

El 1939, cuando estalló la II Guerra Mundial, el joven Estrada volvió a Roma para continuara los estudios de teología en la Universidad benedictina de San Anselmo y el 13 de noviembre de aquel mismo año hizo la profesión solemne en Subiaco.

En 1940, en San Juan de Letrán, recibió el subdiaconado y volvió a Montserrat cuando acabó el curso. El 1941 recibía la ordenación presbiteral, al mismo tiempo que continuaba los estudios musicales en Barcelona.

El P. Gregori fue el organista de Montserrat hasta principios del siglo actual y director del coro de los monjes hasta el 2002. Fue además el iniciador de las Trobades d’Animadors de Cant per a la Litúrgia, que a lo largo de los años ha formado a centenares de persones que participan en las parroquias, como animadores de las celebraciones litúrgicas. Después del Concilio Vaticano II, juntamente con los PP. Ireneu Segarra, Cassià Mª Just y Daniel Codina, y el H. Odiló Planàs, el P. Gregori adaptó los cantos litúrgicos al catalán.

Durante el abadiato del P. Aureli Escarré, el P. Gregori fue durante algunos años a València como visitador del colegio del Patriarca. Fue presidente de la Sociedad Catalana de Musicología y miembro de la sección Histórica-Arqueológica del Institut d’Estudis Catalans. Pocas semanas antes de morir, el P. Gregori continuaba trabajando en el estudio del Llibre Vermell de Montserrat.

El P. Gregori era una persona sencilla y humilde y un hombre lleno de la sabiduría de Dios. Como en la enfermería del monasterio se desplazaba en una silla de ruedas (para ir a la salita donde los monjes enfermos y ancianos siguen la liturgia por TV) se ponía el libro de Vísperas o el de Laudes, o el misal, debajo del jersey, para poder así mover la silla con más facilidad. Pero eso no era solo una cuestión práctica para desplazarse. Era también un signo de su vida de oración. Y es que el P. Gregori llevaba la plegaria en el corazón.

Durante los años que fui enfermero de Montserrat, acompañé diversas veces al P. Gregori al cirujano vascular. En una de las visitas, el Dr. Lluís Guerrero le prescribió reposo, y por eso le prohibió levantarse antes de las 8 de la mañana. El P. Gregori le dijo que no podía hacerle caso porque tenía que venir a maitines. Y para llegar a tiempo a esta oración que comienza a las 6 de la mañana (como que caminaba muy lentamente) el P. Gregori se levantaba antes de las 5 de la mañana.

Todos los que conocíamos al P. Gregori (de novicio fue mi profesor de música) sabemos que era un ejemplo de monje, bueno y fiel al Evangelio y a la Regla, acogedor y amable con todos. El P. Gregori fue un monje que no perdía nunca la sonrisa, una sonrisa que era fruto de su fe, a pesar de la limitación más grande que puede tener un organista: la sordera.

Como decía el P. Abad Josep Mª Soler en el 40 aniversario de las Trobades d’Animadors de Cant, el P.Gregori «maestro de maestros, ha puesto al servicio de las Trobades su vivencia litúrgica, su preparación musical y su constancia tenaz».

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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