¿Qué voy hacer en mi vida en libertad que valga la pena?
(Xaquín Campo Freire).- La preocupación más importante y casi exclusiva de un recluso se centra en salir en libertad. Es lógico. Es señal de vida y de esperanza.
La mayor parte del tiempo se consume en darle vueltas al propio expediente y como establecer una buena defensa. Es lógico. Lo importante es salir en libertad lo antes posible.
Pero ello no impide que allá dentro nos planteemos otras preguntas: ¿Y al día siguiente, qué? ¿Qué hago con mi libertad? ¿De verdad soy libre? ¿De verdad sé ser libre y actuar con libertad? ¿Y la sociedad me ayuda y me permiten ser libre? Diría más: ¿Me quieren libre?
Las grandes figuras de encarcelados de los que tenemos memoria se prestan para una reflexión a fondo: Mahatma Gandhi, Nelson Mandela, Pablo de Tarso, el apóstol Pedro, Jesús de Nazaret, «el Preso», etc.
Más cercano a nosotros, territorialmente, está Fray Luís de León. Durante cinco años permanece aislado en una celda de la Inquisición sin saber ni quién le acusa y, durante algún tiempo, de qué se le acusa. Sin embargo, será en la cárcel donde escribirá algunos de sus mejores y más famosos poemas:
Aquí la envidia y la mentira
me tuvieron encerrado.
Dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado,
y con pobre mesa y casa
en el campo deleitoso
con sólo Dios se compasa,
y a solas su vida pasa,
ni envidiado ni envidioso.
En 1576 sale libre. Y lo hace con más vigor y energía moral que antes de entrar. Su salud está quebrantada. Famosa es la frase cuando retorna a la cátedra de Salamanca: ‘Decíamos ayer…’ Indica así su triunfo interior contra la maldad de sus enemigos.
Para crecer como persona se precisa aprovechar la prisión y las crisis personales y desde ahí modelar un auténtico proceso de experiencia de maduración interior. No es fácil y cuesta mucho. Nadie nos ha dicho que los momentos de gran prueba, personales y familiares, sean fáciles.
Para crecer como personas es preciso abrirse a nuevas y grandes utopías. ¿Qué voy hacer en mi vida en libertad que valga la pena?
Es fácil hablar de memoria. «Del dolor y del sufrimiento siempre nos hablan los que no pasaron por él. Y eso, ¿de qué nos sirve? Por ello vuelvo aquí a esos modelos que pasaron por las mismas circunstancias: Mandela, 27 años preso, etc. Vale la pena conocerlos a fondo.
Solo cuando hay un ideal de vida se lucha por una vida con ideales. Ahí están los compañeros africanos que se lanzan con riesgos de vida a luchar por la vida.
¿Te animas a descubrir y trabajar un modelo de futuro de vida que llene tu vida y la de los tuyos? Eso merece libertad y se abrirá paso. Pero para ello hay que trabajar a fondo, a diario y con tesón esos proyectos a los que alude la Constitución art. 25, § 2.
Los modelos van delante. Nos atestiguan que las utopías son posibles. Pero hay que ser muy realistas y con decisiones valientes.
Un compañero que hoy ya está en libertad me trajo un día esta frase del latín clásico: «Hoc non pereo habebo fortior me». Alguien la dejó escrita anteriormente en una celda del módulo 7. «Lo que no me mata, me hace más fuerte», o de otra manera: «Si salgo de esta prueba, saldré más fortalecido».
¿Te animas?
Xaquín Campo Freire, centro penitenciario de Teixeiro