Se habla mucho de los secuestros del Boko Haram en Nigeria, pero aquí llevamos viviendo 8 años de calvario y aún siguen más de 300 jóvenes, en régimen de esclavitud, desaparecidos en la selva, "missing" de sus más allegados
(Juan José Aguirre, obispo de Bangassou).- Acababa de caer un chaparrón tropical, negro y con mucho aparato eléctrico. La selva está preñada de humedad. La gente está contenta porque ya pueden ir a sembrar los cacahuetes. Estoy recorriendo un largo trozo de pista en el este de Centroáfrica, donde en estos primeros meses de 2015 la LRA se ha regalado a placer con vejaciones, robos, secuestros y otras atrocidades.
Se habla mucho de los secuestros del Boko Haram en Nigeria, pero aquí llevamos viviendo 8 años de calvario y aún siguen más de 300 jóvenes, en régimen de esclavitud, desaparecidos en la selva, «missing» de sus más allegados, desesperación de sus padres y familiares. Hablo con ellos durante toda la visita que dura ya 12 días, itinerante por tierras mojadas y esperanzas rotas.
Después de la Misa, me siento a pelar un mango y escucho sus penas. «Se lo llevaron hace 6 años» me dicen David y María, con 13 años». Su hijo!. Ahora dicen que, con 19, lo han entrevisto con un arma en las manos, joven zande con síndrome de Estocolmo, reconvertido a una causa perdida de antemano y capaz de partir el alma en pedazos, la suya y la de quien pille por delante.
En estos 12 días no he visto un solo soldado de Naciones Unidas congolés, los que están en esta zona. Dicen que están por aquí para proteger a la población. Su rancho, de más de mil millones de euros al año, pagado por O.N.U., viviendo a cuerpo de rey, es de lo más escandaloso que he visto en Africa en estos años. Un experto de la ONU vino desde Francia hace un mes para decir que éstos soldados están haciendo un «excelente» trabajo, que «merecerían más dinero para poder trabajar mejor».
Todos nos miramos de reojo y nos decimos que estamos viendo dos películas diferentes, o que como mínimo, este hombre o está ciego o es un mentiroso consumado. Mi pueblo se muere de hambre y de miedo y estos soldados de la ONU van a su aire, hacen cientos de kilómetros para ir a buscar agua embotellada y precintada. Pocos kilómetros más allá, están los soldados ugandeses. Tanto de lo mismo. Están mejor pagados que en su país. No tienen ningún interés que el «affaire LRA» termine.
Me fui de un pueblo llamado Guinekoumba (a quién interesa ese pueblo perdido en la selva? Sólo a mi!) a medio dia. A 15 km me enteré de que esa misma tarde la LRA había atacado el pueblo, robado todo, secuestrado 3 jóvenes como porteadores, creando la desolación y la amargura en todas sus casas. Machacan sólo a los pobres. La gente me mandó mensajes diciéndome que «me habían pasado rozando, que se alegraban que yo ya me hubiera ido cuando atacaron». Yo los vi medio escondidos, en la lejanía, cuando me iba de Guinekoumba. Las hermanas me dirían luego que me paseé por los dientes del lobo.
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