La suprema autoridad de la Iglesia nos va a decir cosas sobre la familia que algunos (posiblemente) no están dispuestos a escuchar y menos aún a aceptar
(José M. Castillo).- Tal como se han puesto las cosas en la Iglesia, lo más probable es que al papa Francisco le espera un próximo mes de octubre complicado. Quizá más complicado de lo que algunos se puedan imaginar. Por la sencilla razón de que, como es bien sabido, en octubre se completa y se clausura el Sínodo sobre la familia. Un tema erizado de dificultades, en torno al que se van a debatir problemas tan complicados como el del divorcio, el matrimonio entre personas del mismo sexo, el modelo de familia que quiere la Iglesia, la educación de los hijos, etc, etc.
Además – y esto lo más complicado -, se avecina el momento en el que al papa se le va a pedir que se pronuncie sobre asuntos como los que acabo de indicar y otros similares. Asuntos sobre los que, en la Iglesia y en la sociedad, abundan los cristianos (y no cristianos) que tienen posturas firmemente asumidas de forma inamovible e incluso no exentas quizá de fanatismo. Por esto he dicho (y repito) que al papa Francisco le espera una «ottobrata romana» que no resultará precisamente placentera y fácil.
Así las cosas – y para acabar de complicar la situación -, Francisco ha publicado recientemente la Bula «Misericordiae Vultus», en la que (en el nº 3) afirma literalmente: «Hay momentos en los que de un modo mucho más intenso estamos llamados a tener misericordia». ¿Por qué precisamente, en este momento, necesitamos mucho más tener misericordia?
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