El matrimonio no es sólo unión para engendrar, sino para vivir en comunión y fidelidad personal. Por eso, no es necesario que todas las parejas matrimoniales tengan como finalidad el surgimiento de nuevas vidas
(Xabier Pikaza).- Se han votado en el Sínodo de Roma las propuestas sobre la familia cristiana. Evidentemente, no puedo publicar en mi blog todavía esas propuestas, pero puedo y quiero ofrecer las mías, pues he venido siguiendo con interés de cristiano y «complicidad» de teólogo los avatares del sínodo desde el comienzo de su preparación, el 2013, hasta ahora. En ese contexto de avance y reflexión sobre el sínodo publiqué además un libro (La Familia en la Biblia, 2014), que ofrece una base de conocimiento sobre el tema.
Mientras aparecen, pues, las propuesta oficiales, presento yo las mías, elaboradas en un contexto de estudio de la Biblia, escucha de la voz de muchísimos cristianos (¡sensus fidei!), reflexión y valoración de algunas aportaciones del Sínodo, tomando como base las últimas páginas de mi libro sobre La familia en la Biblia. Buen día a todos.
13 propuestas para el Sínodo sobre la Familia 2015
1. La familia es un institución histórica, que se va expresando y realizando a través del tiempo. Ciertamente, tiene un elemento natural, vinculado a la historia de la naturaleza y de la vida, como muestra la dualidad sexual (varón y mujer) y el hecho de que el hombre es un ser natal que proviene de otros hombres, no sólo en un plano biológico, sino (y sobre todo) cultural, a través de la palabra que le ofrecen y en la que le inician otros seres humanos.
Lógicamente, a partir de esa esa «base natural», las formas de la vida familia han cambiado, como sabemos por la historia, y conocemos por la misma Biblia, desde el Génesis hasta el Apocalipsis. En ese sentido, podemos afirmar que la Biblia es un libro sobre las «transformaciones» de la familia, pues su sentido y valor no está dado de antemano, sino que se va configurando a lo largo de la historia. En esa misma línea podemos decir que, sobre la base de los principios de Jesús, las formas de familia han cambiado también a lo largo de la vida de la Iglesia.
2. Tendencia al matrimonio monogámico. A pesar del predominio del patriarcalismo y de la existencia de la poligamia, la Biblia ha dado primacía al matrimonio monogámico, igualitario y duradero (para toda la vida) entre dos personas (normalmente un hombre y una mujer), como muestra el camino que va de Gen 1-2 hasta Mc 10, 1-9 (mensaje de Jesús) y el gran signo de Ap 21-22 (las Bodas del Cordero). En ese contexto resulta fundamental la vinculación entre monoteísmo profético (Dios ama a su pueblo como esposo fiel) y la monogamia (el amor y la fidelidad entre un hombre y una mujer es signo y presencia divina en la historia).
Pero la monogamia no se ha impuesto por ley, ni en la Biblia ni en la Iglesia, pues, más que una norma que obliga desde fuera, ha sido y es una experiencia de maduración humana, en línea de unión personal, para el amor de dos y para el engendramiento de la vida. La realidad modélica de la familia, vinculada al despliegue de la vida, está básicamente vinculada al matrimonio monogámico entre un hombre y una mujer.
3. Otras formas experiencias, la poligamia. El matrimonio monogámico y heterosexual ha de entenderse como punto de referencia, pero se han dado y pueden darse otras formas de matrimonio, entre las que empiezo indicando, desde la Biblia, el modelo de unión poligámica, que se ha dado en ciertos momentos de la Biblia y sigue dándose en algunas culturas religiosas y sociales, de manera que la iglesia, en principio, debe respetarlo e incluso admitirlo de hecho en algunas situaciones quizá marginales, pero significativas de África y Asía.
Pero ese tipo de matrimonio parece ir en contra de la igualdad y exclusividad en el amor de la pareja, tal como aparece no sólo en el camino del Antiguo Testamento, sino en la experiencia de Jesús. De todas formas, a fin de que el matrimonio monogámico sea efectivo, en contra de una poligamia conteporánea o sucesiva (con cambio frecuente de mujeres o maridos), tiene que cambiar la visión de la libertad personal (de la estructura social y de la economía) de cada uno de los casados, para un compromiso unitario y duradero, partiendo del valor y autonomía de cada una de las personas (en especial de las mujeres).
4. Otras formas de matrimonio. Parejas homosexuales. La realidad humana es compleja, y no responde a un único modelo de relación personal. Por eso, junto a un centro más extenso, formados por las parejas heterosexuales (con posibilidad de engendrar hijos propios) pueden darse y se dan, dentro del gran arco-iris de colores de la vida, otros tipos de afecto y vinculación personal, que se expresan sobre todo en las relaciones gays, y en las parejas homosexuales.
La Iglesia, por ahora, no se atreve a llamar matrimonio a las parejas estables de homosexuales, pero la reconoce y bendice, como expresión de la riqueza y variedad de la vida humana, deseando que ellas puedan ser relaciones duraderas y fieles, no sólo para bien de los que así se vinculan en amor, sino para enriquecimiento de la misma sociedad, y de un modo especial de la Iglesia. Los homosexuales, célibes o casados, que quieran ser fieles al evangelio (a los principios del Sermón de la Montaña) pueden y deber ser admitidos en la comunidad cristiana, participando no sólo de la comunión eucarística, sino de todos los derechos y deberes de los demás cristianos en un plano de confesión de la fe y de recepción y ejercicio de los diversos ministerios eclesiales.
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