El pueblo sencillo está harto. Y no entiende lo que está pasando. A la Iglesia, a la diócesis, clero, religiosos y cofradía, le corresponde abrir esa mesa de amor, diálogo y misericordia
(Juan Rubio).- Traigo hoy a colación una frase del político español Donoso Cortés. Lo importante no es escuchar lo que se dice, sino averiguar lo que se piensa. Y en estos días en Andújar, en medio de una polémica con mas vehemencia que cordura, conviene recordarla.
Y mas cuando la verdad tirita, escondida por entre la a legalidad del ciberespacio con insultos, rumores, mentiras y la calumnias que campean a sus anchas. Ante lo que oigo y leo estos días, se me ocurren adjetivos, epítetos y atributos, pero, al final, no encuentro mejor resumen de lo que pasa que que se ha perdido el sentido común, que como decía Voltaire, no es nada común. Me explico
Hace unos dias aparecia en este periódico un edicto judicial dando curso, según procedimiento legal, a una alegación de la Cofradia Matriz de la Virgen de la Cabeza de Andújar, que solicitaba la inmatriculacion, como propietaria, del Santuario de la Morenita, en Sierra Morena y se citaba a las partes implicadas, entre ellas el Obispado de Jaen, a demostrar documentalmente la propiedad del templo y otras dependencias anejas, pues dicha cofradia, institución eclesiástica cuyo ordenamiento jurídico es el canónico, dice ser la propietaria legal, y no el Obispado .
Situación mas kafkiana no conozco. Pasé del estupor a la sonrisa y después, traté de comprender leyendo y echando mano a mi archivo personal y a la experiencia de años de trabajo en la cofradia hace años , junto a un gran equipo de amigos. Y lo primero que advierto es ignorancia, que no es otra cosa que presumir de saber. Advierto también no poco fanatismo, algo que suele someter a cautiverio a la inteligencia, porque le impide aprender. A la historia me remito.
Decían los clásicos que hay tres clases de ignorancia: no saber lo que debiera saberse, saber mal lo que se sabe, y saber lo que no debiera saberse. Y es que, tirando y argumentando con viejos legajos, datados en los siglos desde el XVI al XVIII, los litigantes, pocos es verdad y mal asesorados por historiadores que no han llegado a contextualizar, desconocedores de la lexicologia histórica, creen que el término Patronato llevaba consigo la Propiedad. Y es verdad que abundan documentos episcopales y pontificios que conceden a la Cofradia Matriz el Patronazgo de este viejo templo, es decir, la misión de cuidar, velar, administrar el templo y fomentar la devoción a la Virgen.
Abolidos los patronatos siglos mas tarde, se firmaron concordatos, tras las sucesivas desamortizaciones. En España hubo tres, la de Carlos III, la de Mendizabal y la de Madoz. Esa encomienda de cuidado del templo emblemático de Sierra Morena fue encomendada a la Orden Trinitaria, primero en 1930, y después tras la Guerra Civil, mediante convenios en los que nunca se dice que la propiedad sea de esta orden que ha servido a la iglesia y la devoción con má luces que sombras y que, hoy, aun con la merma de vocaciones, con prioridades en otros continentes y periferias, continúa sirviendo ejemplarmente.
No se me ocurre otra cosa que apelar al sentido común de todos, la frase que dijo una vez Alfonso Guerra. Lo que no está roto, no lo arregles.
Pero, además, el momento es el menos apropiado. El edicto se publica justo un día antes del comienzo de una campaña electoral tensa en la que muchos partidos, desde una visión de laicismo excluyente, pretenden arrinconar a la Iglesia, romper los acuerdos Iglesia Estado, suprimir las clases de religión e inmatricular edificos eclesiásticos a nombre del Estado. Olvidan que en muchos de esos edificios que pretenden inmatricular y adueñarse, en una larvada desamortizacion, se da de comer, se viste y se aloja a las victimas de su política económica, que ha hecho mas pobres a los pobres y mas ricos a los ricos. No ha sabido la Cofradia Matriz ver el momento y hora es ya de empezar de cero y propiciar un espacio para arreglar las cosas. El pueblo sencillo está harto. Y no entiende lo que está pasando. A la Iglesia, a la diócesis, clero, religiosos y cofradía, le corresponde abrir esa mesa de amor, diálogo y misericordia.
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