Cada vez que logramos que triunfe la vida, el amor, la paz, apostamos por la resurrección y la renuncia a que el mal y el sufrimiento tengan la última palabra
(Lucio Nontol, TOR).- Es sabido que nuestra sociedad actual «organiza sus actividades» sin referencias religiosas. Se asume que es así y que nadie puede pretender ponerlo en duda.
De hecho, la Semana Santa se vive de muy variados modos: para muchos, es una semana de vacaciones, de viajes, de compras, para otros, en cambio, una semana de trabajo, de consolidar proyectos, de programar actividades, o simplemente tomar un tiempo de descaso.
En New York, la Semana Santa se ha vivido como unos días de entretenimiento, diversión, negocio y acogida a la multitud de turistas que visitan la ciudad en esta temporada. Como cada año en esta época se ofrece muchos entretenimientos como pueden ser: Easter Parade y el desfile de sombreros; espectáculo floral en Macy’s; Brunch de Pascua (combinación entre desayuno y almuerzo), entre otros muchos espectáculos que hace que el paso del tiempo se haga breve y agradable. Otro de los pasatiempos que ofrece la ciudad son sus estrenos de cine.
Uno de esos estrenos es Batman v Superman: Dawn of Justice (Batman vs Superman: el amanecer de la justicia), en donde parte de la trama muestra que la figura de Superman ha sido cuestionada aunque algunos continúan creyendo que aún guarda una esperanza para toda la humanidad. El famoso héroe resulta ser un peligro para la sociedad; el ejercicio de su poder, casi divino, resulta muy alejado de la prudencia. Frente a la imprudencia de las acciones que el superhéroe puede realizar, aparece un personaje con máscara y capa que pretende corregir a Superman. Entre el rencor y la venganza que reflejan ambos personajes, surge entonces un debate en la población sobre cuál es el héroe que necesitan, quién debe tener el poder, cuál elegir.
Estos sucesos que proponen quienes tienen el cetro de la organización social, si se quiere llamar así o como fuere, manifiestan hasta cierto punto una ambigüedad: se propone entretenimiento pero al mismo tiempo se sabe que eso no es suficiente. El estreno de cine acompañado del subtítulo Dawn of Justice (amanecer de la justicia) busca una justicia más allá de toda jurisprudencia; una justicia que proteja la dignidad del ser humano, el medio ambiente, la búsqueda de la paz, en definitiva, que cuide la vida entera. Algo que resulta improbable con el mero esfuerzo humano.
Según el filósofo T. Kuhn (1922-1996), el progreso intelectual no es constante y gradual, más bien, está marcado por cambios bruscos de paradigma. Hay un periodo en el que todo el mundo acepta un paradigma que parece estar funcionando casi a la perfección y respondiendo a las necesidades inmediatas de la comunidad científica. Luego a medida que pasan los años, las anomalías se acumulan y el modelo comienza a parecer poco sólido y defectuoso. A continuación, hay una crisis de modelo, todo se derrumba. Los intentos de arreglar el modelo fallan.
Todo el mundo está en lleno de angustia, pero nadie sabe qué hacer. En otra terminología se podría decir que no es una novedad que se observe a una sociedad cómo ovejas sin pastor, sin saber qué hacer ni a quién seguir. La misma sociedad, en aquello que expresa, muestra que el hombre por sus propias fuerzas no puede eliminar toda desgracia y toda miseria. Dicho de otro modo, el sueño de la auto-redención, de una confianza excesiva en la razón, que condena la fe como irrelevante e irracional porque no puede someterla a su control o a su experimentación conduce a la pregunta sobre el Resucitado.
¿Resucitó? Cada uno podría ofrecer una respuesta. La respuesta de las parroquias, de las diócesis, a través, de sus distintos anuncios, programaciones y actividades para la Semana Santa, ha sido anunciar que creemos en un Dios vivo, y ha invitado a acoger al Dios que sigue actuando en la historia: ha invitado a acoger a los desvalidos, a los sin techo, a los refugiados, a los extranjeros. Ha invitado a mirar las posibilidades que nos ofrecen las parábolas de Jesús para recrear el mundo viejo, convencidos de que la Pascua es el triunfo, el acto redentor de todo ser humano. La Pascua como «paradigma» cotidiano siempre renovado y siempre nuevo para toda ocasión: cada vez que logramos que triunfe la vida, el amor, la paz, apostamos por la resurrección y la renuncia a que el mal y el sufrimiento tengan la última palabra.