Mattew Baggott , definió esta problemática como un mal internacional, promovido por una red internacional de traficantes, que exige una red internacional para el bien, y eso es la Iglesia católica
(Vicente Luis García).- Los pasados días 26 y 27 de octubre el obispo de Vitoria, Juan Carlos Elizalde, participó en Roma con la delegación española en la reunión del Grupo de Santa Marta para la lucha contra la Trata de las personas. Este grupo de trabajo fue creado por el papa Francisco en abril de 2014 y agrupa a personas tanto del ámbito eclesial como el político, civil y policial. A su regreso a Vitoria hemos conversado sobre este viaje relámpago a la ciudad del Vaticano y lo que ha vivido en ese breve encuentro con el Papa y con otros agentes sociales que trabajan en la lucha de erradicación de la trata de personas.
¿Qué es el “Grupo Santa Marta”?
El Papa tuvo la intuición de reunir en una misma mesa a diversos agentes eclesiales que trabajan en la lucha contra la trata de personas: comunidades religiosas, delegaciones diocesanas, otro tipo de instituciones de la Iglesia; pero además quiso convocar a agentes sociales, representantes de ONGs, a los gobiernos y sus representantes en materia de políticas sociales y a los cuerpos y fuerzas de seguridad, nacionales e internacionales. La trata es un mal internacional, que afecta a personas de diversas nacionalidades y que exige una respuesta internacional.
¿Quiénes componían la delegación española?
Había dos representantes de las fuerzas de seguridad españolas, concretamente responsables de la Sección de Trata llegados desde la Policía Nacional en Madrid y Canarias, en ellos se podían ver representados otros cuerpos de seguridad como la Guardia Civil o las diversas policías del Estado. Luego por parte de la Conferencia Episcopal y su Comisión de Migraciones, que trabaja el tema de la trata de personas, estábamos Teresa Compte y yo como obispo, y nos acompañó el vicario episcopal de la Diócesis de Madrid de Asuntos Sociales, D. José Luis Segovia. Luego había también dos adoratrices y dos oblatas españolas, son dos órdenes religiosas que trabajan desde su carisma en estos temas de migración y violación de Derechos Humanos.
Unas pinceladas de lo que se dijo en Roma estos días.
En la introducción el arzobispo Marcelo Sánchez Sorondo, Canciller de la Academia Pontificia de las Ciencias y de la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales, habló de la trata como una prioridad que exige la colaboración a todos los niveles en el plano eclesial y en el plano civil.
El comisario inglés, Mattew Baggott , definió esta problemática como “un mal internacional, promovido por una red internacional de traficantes, que exige una red internacional para el bien, y eso es la Iglesia católica.”
Las ponencias se fueron sucediendo interviniendo tanto eclesiásticos como miembros de diversas policías o representantes políticos y de ONGs.
Se trató de modo particular la situación en Nigeria y pudimos escuchar el testimonio de una joven que era cocinera en Nigeria y fue engañada con una promesa de trabajo de cocinera y acabó envuelta en una red de prostitución. Escuchamos también el testimonio de otra nigeriana que estuvo trabajando en Europa en una situación de explotación laboral con unas jornadas de 18 horas diarias y librando solo los domingos un pequeño tiempo que le permitía a ella ir a misa. Y el último testimonio fue el de un joven que soñaba con ser un jugador famoso y acabó viéndose envuelto en una red de extorsión y delincuencia.
En lo referente a la trata de personas y su deriva en explotación sexual se habló de Nigeria, Colombia, Tailandia y especialmente Países Bajos como lugar de destino; en lo referente a lugares de destino para la esclavitud laboral se habló de países como Reino Unido, Estados Unidos, Singapur, México y el Caribe; Otro tema relacionado con la trata es el del comercio de órganos, así se habló de Mozambique y la especial incidencia de la mentalidad africana que desde muchas culturas considera al albino como un ser cuyo cuerpo alberga propiedades mágicas, curativas, lo que convierte a este sector de la población en personas de alto riesgo de ser asesinados para obtener sus órganos. Y también se abordó la explotación infantil.
Señalar también que cuando pude saludar al Papa Francisco le pedí oraciones por nuestra diócesis de Vitoria.
¿Y además de hacer una exposición de las diversas situaciones y problemas se dieron propuestas concretas para hacer frente a todo esto?
Sí. Por ejemplo un obispo de Nigeria, Donatus Ogun, proponía cambiar la mentalidad de la necesidad de emigrar, apoyando a los países para que haya trabajo suficiente que no obligue a las personas a emigrar. Migrar es un derecho, se dijo, pero no emigrar también es un derecho.
¿Se entonó en algún momento un mea culpa por parte del Primer Mundo respecto de esta situación?
Aunque la única causa de todos estos males no esté en el primer mundo, que somos cómplices es un hecho evidente. En el tema de la prostitución se dijo que la gran demanda es el perfecto caldo de cultivo para que existan estas mafias que trafican con personas a las que obligan a prostituirse.
A lo largo de toda la reunión se realizaron muchas autocríticas y demandas para la colaboración de todos los agentes implicados. Se reconoció cómo la Iglesia es una de las instituciones que vive con más cercanía la situación de las víctimas de la trata y por lo tanto dispone de una valiosa información, una información que en aras de proteger a las personas muchas veces se reserva. Desde estamentos policiales se argumentaba que esa información sería de gran ayuda en la lucha contra la trata.
La verdad es que allí fui consciente de que un problema de este calibre no puede afrontarse exclusivamente desde la caridad cristiana, precisa de la colaboración de otras entidades, de una suma de fuerzas, y la comunicación entre ellas, en algunos casos puede ser decisiva.
De los datos sobre estos temas referidos a España qué podría destacar.
De los datos a los que he tenido acceso destacaría cómo en los últimos años ha crecido el número de personas liberadas por la policía de las mafias de tratas de personas, y en parte este aumento se corresponde también con un aumento de las denuncias, sobre todo por teléfono y por correo electrónico. Estos quizá son datos destacados. Sí me llamó la atención también el dato que me dio el representante de la policía que participó cuando me dijo que desde su departamento se había actuado en San Sebastián y en Bilbao pero no en Vitoria.
Desde su nombramiento ha reconocido el trabajo que en Vitoria se hace en materia de acogida al inmigrante, tanto desde la Diócesis como desde las instituciones públicas. ¿Pudo compartir la experiencia de Vitoria en algún momento?
Sí, con el grupo de la delegación española. Al poder compartir momentos de comidas y descansos yo trasladé la experiencia de Vitoria en materia de inmigración y cómo tangencialmente esa atención llegaba también a aquellas personas que habían podido ser víctimas de la trata.
Y de toda esta experiencia ¿Qué se trae para casa el obispo de Vitoria?
La idea de crear un pequeño Grupo Santa Marta Diocesano. Un grupo en el que participasen aquellas órdenes religiosas, que ya por carisma trabajan estos mundos, otros sectores de la Iglesia como Cáritas o Berakah que trabajan el mundo de la acogida a los inmigrantes, alguien quizá de la coordinadora de ONGs que nos conecte con el mundo de las organizaciones humanitarias, y luego los servicios de seguridad presentes aquí, y las fuerzas institucionales de Ayuntamiento, Diputación y Gobierno Vasco. Si fuese posible me gustaría contar también con la Universidad como institución investigadora y divulgativa. Esa es la idea a la que habrá que ir dando forma poco a poco.
Unos párrafos del discurso del Papa Francisco al Grupo de Santa Marta
“El grupo de Santa Marta, que reúne a autoridades eclesiásticas y civiles, está haciendo una contribución significativa para contrarrestar el flagelo social de la trata de personas, ligadas a nuevas formas de esclavitud, cuyas víctimas son hombres y mujeres, y a menudo menores explotados, aprovechándose de su pobreza y marginación. Como escribí con ocasión de su reunión en el Escorial hace un año, lo que se necesita es un esfuerzo conjunto, eficaz y constante, para eliminar las causas de este fenómeno complejo, tanto para conocer, ayudar y acompañar a las personas caídas en los trabajos de la trata. El número de estas víctimas – nos dicen organizaciones internacionales – lamentablemente crece cada año.” (Traducción libre del original en italiano)
La trata de personas en Vitoria.
A la policía nacional no les consta, o al menos ninguna de las denuncias recibidas localiza víctimas en Álava. Pero según otras fuentes consultadas hay indicios que inclinan a pensar que muchas de las mujeres que ejercen la prostitución en las rotondas de la periferia vitoriana podrían ser víctimas de la trata de personas y de la extorsión.
Detalles como la falta de documentación, ellas siempre alegan la pérdida de la misma, aunque se sabe que aquellas personas que caen en redes de mafias de trata de personas lo primero que hacen es secuestrar sus documentos; otro detalle es que de sus ingresos tienen que hacer tres partes, una para vivir, o sobrevivir más bien, otra para mandar a sus familias de origen, ¿y una tercera? Para saldar una deuda “eterna”. Las cantidades que se les reclama a veces por el traslado a Europa exceden en mucho lo que ellas pueden cubrir. Ellas, fundamentalmente, nunca reconocerán estar siendo sometidas a extorsiones, pero la experiencia de las fuentes consultadas hace pensar que muchas podrían estar siendo víctimas de una explotación laboral y sexual.
La policía solo puede actuar de oficio cuando existen pruebas objetivas, denuncias expresas, en caso contrario por muy claro que tengan que esa persona responde al perfil de víctima de la trata de seres humanos no puede actuar de oficio. Por lo tanto es algo que todos ven pero que la ley no tiene los mecanismos suficientes para actuar.
Non solum sed etiam.
Reproducir a pequeña escala. No es original, ni falta que hace. Es una buena iniciativa trasladar el proyecto de Grupo Santa Marta a una versión local, con idéntico esquema y mismos fines.
Y es que cuando hay algo bueno inventado tampoco hace falta empeñarse en “inventar la rueda”. Es mucho más eficaz, además de humilde, copiar, aunque sea a pequeña escala.
Es importante también ser consciente de las limitaciones propias. Lo expresa el propio monseñor Elizalde, en relación al tema de la trata: “La verdad es que allí fui consciente de que un problema de este calibre no puede afrontarse exclusivamente desde la caridad cristiana, precisa de la colaboración de otras entidades, de una suma de fuerzas, y la comunicación entre ellas, en algunos casos puede ser decisiva.”
Hay temas que por su dimensión y transcendencia superan a cualquier institución que quiera hacerle frente en solitario, pero, y es un principio universal, la unión hace la fuerza.
Ojala salga nuestro particular Santa Marta Taldea, o como se llegue a llamar, y que a él le sigan otros proyectos.
Ojalá más personas nos reconozcan como “una red internacional para el bien” y formemos parte de una verdadera “liga de la justicia”.