La Iglesia no sólo no ha cumplido esas palabras, sino que las subvertido, haciendo lo contrario a lo que ellas dicen, proclamando de hecho el odio al enemigo
(Xabier Pikaza).- No hay quizá palabras más hirientes ni más duras, de manera que en general las invertimos,diciendo: ¡resistid al mal, oponeos a vuestros enemigos! Así pedimos a Dios: ¡Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor!
Joachim Jeremías recoge en su famoso tratado El Sermón de la Montaña (Palabras de Jesús, Fax, Madrid 1968) el testimonio de la ortodoxia luterana, que decía: Estas palabras no pueden cumplirse. Pero ellas están ahí bien, colocadas, para recordar que somos pecadores (y que así, por serlo, nos perdona Dios)…, a no ser que se entiendan como «ética del ínterim» (A. Schweitzer), que sólo se pueden en el momento final, cuando todo termina.
De un modo aún más intenso, F. Nietzsche decía también que estas palabras no pueden cumplirse, que sólo las cumplió un hombre llamado Jesús, pero que le crucificaron por ello. La Iglesia posterior (sigue diciendo Nietzsche) no sólo no ha cumplido esas palabras, sino que las subvertido, haciendo lo contrario a lo que ellas dicen, proclamando de hecho el odio al enemigo (o, mejor dicho, el resentimiento), queriendo defenderse del mal (de los enemigos) por la fuerza.
Posiblemente no tiene razón sin más un tipo de neo-ortodoxia luterana, ni A. Schweitzer, ni Nietzsche… Posiblemente esas palabras de Jesús pueden y deben cumplirse de hecho, no sólo en sentido intimista (¡algunos cristianos lo han hecho!), sino también «social»… Pero el problema que ellos y otros muchos han planteado sigue siendo muy serio, quizá el más serio de todo el cristianismo:
¿Se puede compaginar el Derecho Canónico con esas palabras?
¿Se puede compaginar con ellas una Iglesia que ha empleado y sigue empleando el poder no sólo para «resistir al mal» (en contra de Jesús), sino para imponer sus principios sobre el mundo?
¿Puede esta Iglesia actual, de vaticanos y curias, de nuncios y poderes fácticos, con moral de miedo, cumplir el Sermón de la montaña?
Dejo el tema abierto, que lo vean y sientan (y resuelvan, si pueden) los lectores. No me atrevo a darles soluciones. Sólo sé que de vez en cuando pienso en la parte de verdad de la neo-ortodoxia luterana, en la verdad de A. Schweiter… y me digo.¡Jesús, cómo lo has puesto de esa forma!
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