La semilla del bien, del amor y de la vida, cuando es acogida en lo secreto del corazón humano, es fuerte para resucitar
(José Antonio Tolosa*).- Es verdad, podemos cambiar nuestra sociedad violenta en una Venezuela más pacífica y fraterna. Es posible hacer que esta crisis de humanidad que padecemos dé paso a una experiencia de mayor vida y justicia.
Esta gran noticia para todos, ha de comenzar en tu corazón, en nuestra interioridad. Para que pueda haber un auténtico y perdurable cambio social, este tiene que iniciar en el corazón y en la mente de cada uno de nosotros. «Cambien el corazón y no sus vestidos», grita el profeta Joel. La recompensa de una Venezuela más humana, de una sociedad distinta, inicia en lo secreto del corazón de cada uno de nosotros: allí la huella del Creador, el Padre de amor, ve y transforma nuestra realidad frágil en fuerza de vida y esperanza. (Mt 6,1s).
Precisamente, ese es el desafío que nos hace la Iglesia en este tiempo de la Cuaresma: trabajar con responsabilidad nuestro propio crecimiento interno, para hacer que el cambio de nuestra calles y de nuestras relaciones sociales este fundado en la conversión de nuestros corazones y mentes.
La humanidad cuenta con un patrimonio que nos puede ayudar a reiniciar nuestras vidas desde lo más profundo del ser. Ese tesoro se llama Jesús de Nazaret. Su palabra y su vida entera es una enseñanza clara para todos, de cómo tener lucidez y madurez en la vida.
El encuentro vital con Jesús el Cristo, nos capacita para vencer nuestra tendencia al facilismo egoísta y a la indiferencia al bien común. Vale la pena asumir su proyecto de vida para así lograr transfigurar tanta maldad en bondad. Él es el agua en este desierto de dificultades, él es la luz capaz de ayudarnos a vernos y reconocernos como hermanos. Su Buena Noticia, es decir su Evangelio, cuando lo escuchamos de verdad, es capaz de alimentar y hacer crecer lo mejor que hay en cada uno de nosotros. Nos habilita para vivir con calidad.
Si nuestro ser profundo no se deja curar por la experiencia de amor y perdón del Padre Dios, seremos meros repetidores de la violencia y división. En nuestra lucha por la justicia y la verdad no es suficiente la buena voluntad; no basta creer y saber que nuestro grupo o nuestra propuesta política tiene la razón. Se hace necesario dejarnos trasforma en lo secreto del corazón por la Buena Noticia de Jesús, y desde ahí emprender nuestro compromiso cívico en los diferentes espacios sociales.
Estamos conviviendo con escasez de muchas cosas. Injustamente hace falta tanto para una calidad de vida más digna de la mayoría de los venezolanos, pero que no escasee el Pan de la Palabra. Como nos dice el Papa Francisco: «Cerrar el corazón al don de Dios que habla tiene como efecto cerrar el corazón al don del hermano. La Cuaresma es el tiempo propicio para renovarse en el encuentro con Cristo vivo en su Palabra, en los sacramentos y en el prójimo».
Somos llamados a emprender este camino de transformación y de toma de conciencia. En este trayecto descubriremos con certeza que el mal, por muy fuerte que aparezca, no tiene la última palabra; que la semilla del bien, del amor y de la vida, cuando es acogida en lo secreto del corazón humano, es fuerte para resucitar. Acaso, ¿no necesitamos los venezolanos, esta experiencia nueva y distinta? No podemos perder esta oportunidad.
*José Antonio Tolosa es sacerdote de la Diócesis de Valle de la Pascua.