Alberto Torga y LLamedo

El nuevo misal de la Conferencia episcopal

"No me gustó la traducción de las lecturas bíblicas"

El nuevo misal de la Conferencia episcopal
Alberto Torga, columnista

Sí, mucho hablar de la universalidad de la salvación, pero al fin nos salvaremos los de siempre

(Alberto Torga, sacerdote).- El domingo, 5 de marzo, primero de Cuaresma, la mayoría de las parroquias asturianas estrenaron un nuevo Misal, editado por la Conferencia episcopal española.

No me gustó la traducción de las lecturas bíblicas, que están tomadas de la Biblia editada por la Conferencia episcopal. Excesivamente literal. Prefiero las traducciones que utilizábamos hasta ahora.

Pero hoy quiero entrar en el debate suscitado por las palabras de la consagración del vino, que aparecen modificadas en el nuevo Misal.

En el Misal de la edición de 1978 y de 1988 los sacerdotes decíamos: «Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres (y mujeres, añadía yo) para el perdón de los pecados».

En el nuevo Misal de la Conferencia episcopal, en lugar de «por todos los hombres», pone «por muchos» (Sin más). Inmediatamente surge la pregunta: «¿Es que Jesús no ha muerto en la cruz por todos los hombres y mujeres».

Ante esa pregunta espontánea, los promotores del cambio, con el papa emérito,- Benedicto XVI -, a la cabeza, nos dicen que en los relatos de la institución de la Eucaristía de Mateo y de Marcos se dice literalmente «por muchos», mientras que en la edición española del Misal en 1978 y en 1988 al poner en la fórmula de la consagración «por todos los hombres» no era en modo alguno «una simple traducción, sino una interpretación, que seguramente seguía y sigue teniendo fundamento, pero es ciertamente ya una interpretación y algo más que una traducción».

Confieso que no soy especialista en estudios bíblicos, pero me apoyo en el cardenal jesuita Albert Vanhoye, rector emérito del Instituto Bíblico, que en una entrevista a la revista italiana «30 Giorni» manifestó:

«En italiano «molti» (muchos) se contrapone a «tutti» (todos). Si se dice que muchos alumnos superaron un examen, quiere decir que no todos lo superaron. En cambio, en arameo no hay esa connotación dialéctica. La palabra «rabim» indica sólo que hay un gran número, sin especificar si ese «gran número» corresponde o no a «todos». Está claro que la intención de Jesús en la última cena no se dirigió a un cierto grupo determinado, aunque numeroso, de individuos. Su intención fue universal. Jesús quiere la salvación de todos». (Fin de la cita).

Quiero añadir por mi cuenta que, de acuerdo con el refrán italiano «Traduttore, tradittore», toda traducción es una traición, pues cada lengua tiene su genio o condición y el traductor, al traducir, no debe hacerlo literalmente,- traduciendo la literalidad de las palabras-, sino interpretando los sentimientos y las intenciones del que se expresa. Eso lo sabemos muy bien los que hemos hecho traducciones abundantes del latín al español y viceversa, del holandés al español y viceversa, y del alemán al español y viceversa.

Una de las dificultades para la traducción del español al latín y del latín al español está en que en latín no hay artículos. Y una de las dificultades para la traducción del alemán al español y del español al alemán está en que a veces un artículo determinado alemán hay que traducirlo al español por un artículo indeterminado o dejar el nombre sin ningún artículo en virtud del genio del español o viceversa.

Para terminar, no quisiera que ese cambio de «por todos los hombres» en «por muchos» respondiera al espíritu que plasmó un humorista en tiempos del Concilio en el que discutían dos señoras y una de ellas concluía: «Sí, mucho hablar de la universalidad de la salvación, pero al fin nos salvaremos los de siempre«.

Alberto Torga y Llamedo
Sacerdote jubilado en Nava

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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