Trump y Francisco, dos de los principales líderes globales, representan liderazgos antagónicos
(Carlos García de Andoin).- Hoy es noticia en algunos periódicos que el radical Steve Bannon, el estratega jefe de la Casa Blanca, gurú ideológico de Trump, ha sido apartado del Consejo de Seguridad Nacional. Un teniente general del Pentagono McMaster se ha plantado.
Quiero aprovecharla para dar alguna información sobre este ultracatólico. De hecho, el pasado 7 de febrero, el New York Times publicó la estrecha relación de este sr., Steve Bannon, con el cardenal Burke, líder del grupo de cardenales abiertamente enfrentado a Francisco.
Ambos se reunieron en 2014 y se reconocieron en sintonía de cosmovisión, en tres puntos. La amenaza de un Islam que pretende derrocar un Occidente debilitado por la erosión de los valores cristianos tradicionales. La rampante secularización que requiere una respuesta tradicionalista de la Iglesia. Y tercero, la convicción de que el Papa Francisco es un pontífice equivocado que debe ser frenado o combatido pues su agenda inclusiva sobre la migración, el cambio climático y la pobreza es sospechosamente socialista.
El Papa Francisco y Obama compartían visión del mundo. Trump y Francisco, dos de los principales líderes globales, representan, por el contrario, liderazgos antagónicos.
Donde uno niega el cambio climático el otro llama a la conversión a una ecología integral. Donde el norteamericano reduce el gasto social, el argentino llama a la redistribución del ingreso. Donde aquel quiere levantar muros para impedir el paso de inmigrantes, este impulsa los corredores de refugiados y denuncia el cementerio de migrantes en que se ha convertido el mediterráneo. Donde Trump impide la entrada de musulmanes, Francisco lava los pies a una musulmana en Jueves Santo y multiplica signos de diálogo con el Islam.
En esta batalla poco importa un presidente dos veces divorciado, que se jacta de toquetear a mujeres. En la administración Trump los «Rad Trads» -radicales tradicionales- vislumbran un aliado. Y han decidido que en lugar de gastar horas luchando contra el Papa, ir trabajar «constructivamente», como dicen, con la administración Trump en defensa de los valores cristianos tradicionales. Steve Banner es un pieza crucial de esta estrategia, que busca dejar sólo a Francisco.