Nadie jamás matará del todo los fantasmas; se encarnan y se convierten en elementos de la realidad. A ver si se enteran de una vez; no se trata de reformar la Constitución sino de sacudírnosla de encima
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(Manuel Mandianes).- Los independentistas saben que no podrán conseguir la independencia con la Constitución en la mano que prohíbe la separación o segregación de parte alguna de lo que hoy constituye España; por ello utilizan la Constitución hasta donde les sirve para sus propósitos y la dejan de lado y aún la pisotean diciendo cuando se opone a su causa.
«No es nuestra Constitución», dicen. Solo les conviene aquello que favorece su causa, la independencia. Los constitucionalistas consideran a los independentistas anti constitucionalistas porque utilizan la Consecución hasta donde les conviene y se la ponen por montera y niegan que sea la suya cuando les molesta, y ven esto como una contradicción, una falta de lógica porque miran todo desde la Constitución. Desde dentro, las dos maneras de pensar son lógicas y coherentes.
El conflicto surge cuando cada uno juzga al otro desde su punto de vista. Ninguno de ellos se puede poner en la piel del otro, los independentistas quieren romper España y los constitucionalistas quieren mantener España tal como es ahora. «Madrid no nos entiende», dicen los independentistas. La cuestión es mucho más grave: los entienden pero no están en absoluto de acuerdo ni pueden estarlo.
Los constitucionalistas no pueden satisfacer los deseos de los independentistas porque tendrían que renunciar a ser constitucionalistas. Los independentistas no pueden aceptar la tesis de los constitucionalistas porque dejarían de ser independentistas. El objetico de cada uno es opuesto y excluye el objetivo del otro.
«Lo que cuentan los independentistas es un mito que lo inventó [fulano de tal]; eso no es historia», dicen los constitucionalistas. Mito o historia es la expresión de un deseo, de un ideal, consciente o inconsciente, de una parte, grande o pequeña, del pueblo de Cataluña. En política lo que cuenta es el mito fundacional, la historia impregnada de emotividad, no «la verdadera historia» que estudia los hechos tal como han sucedido en el tiempo. A los independentistas les importa poco que la independencia vaya a suponer un desastre económico. Saben perfectamente que los ideales cuestan como cuesta ser libre. «Que nos salimos de la Unión Europea, también se salen los británicos, no pasa nada, ya volveremos a entrar o la Unión Europea se deshilacha», me dijo un político.
Los constitucionalistas tratarán de darles cosas, concederles privilegios y prerrogativas, hasta de hacerles favores. El problema nacionalista estará ahí, unas veces más virulento otras más silencioso, pero no se solucionará hasta que los independentistas sean independientes. Un independentista no se contentará jamás con más o menos autonomía sino sólo con la independencia. Los independentistas tildarán de tiranos a los constitucionalistas porque quieren hacerles cumplir la ley por la fuerza y los constitucionalistas les dirán: «Con la Constitución en la mano sois unos fuera de la ley». Eso de «nación de naciones», diálogo, «enamorar a los catalanes», pactos económicos no colma los deseos de los independentistas porque lo que desean y consideran justo es la independencia que los constitucionalistas ven como una traición.
Los constitucionalistas ven como una incoherencia, un acto de villanía y de cobardía que los independentistas no reconozcan que han pisoteado la ley pero un independentista no puede creer que ha cometido un delito porque lo ha hecho cumpliendo el mandato del pueblo catalán.
Los independentistas catalanes actúan de acuerdo con las leyes del Parlament y llaman nazis, dictadores, a la autoridad española porque «no les deja cumplir sus leyes y les castigan por haber hecho algo de acurdo a sus leyes». «Nosotros no pisoteamos la Constitución de nadie sino que tratamos de sacudirnos de encima el yugo que unos extranjeros quieren imponernos. La Constitución Española es para los españoles pero nosotros no somos españoles sino catalanes», me dijo un político independentista.
Ocurre que el Parlament se ha otorgado poderes que la Constitución no les da y sus leyes no pueden contradecir la ley Suprema de los españoles. Los independentistas dicen que actúan legalmente, que cumplen un mandato del pueblo que los ha elegido; piensan: «Esas son las leyes que nos someten, que nos oprimen, con las que el tirano nos tiene sometidos. Somos denostados y rechazados por tener razón antes de tiempo, como los herejes. Nuestro proceder encierra el futuro de los pueblos»
En la formulación, invención, renacimiento, de este deseo, no están exentos de responsabilidad los políticos que por los votos de unos cuantos diputados en el La enseñanza, que los constitucionalistas pusieron en la mano de los independentistas puede jugar un papel importante en la solución del problema. Parlamento cedieron el control de la enseñanza a las autonomías que utilizan como fomento, semillero del mito. Los gobernantes de España que cedieron la enseñanza o eran tontos y no conocían la importancia de la enseñanza o la cedieron sabiendo las consecuencias que ello podría tener y, entonces, hay que considerarlos corresponsables de todo lo que está pasando. Los políticos constitucionalistas, pusieron el zorro a guardar las gallinas cuando entregaron a los nacionalistas la enseñanza y los medios e comunicación.
Mientras puedan, los constitucionalistas trataran de hacer cumplir la ley a todos los españoles, considerando españoles a los independentistas; los condenarán a una pena y los inhabilitarán para puestos públicos en el estado actual de cosas. Llegado el momento, cuando los dos bandos en litigio consideren que han llegado al final del camino, o uno de ellos cede, o dialogan y los dos ceden en parte o los independentistas van perdiendo fuerza, hasta nueva orden, porque sus seguidores se hayan hartado de promesas, o acuden al empleo de la fuerza para implantar el cumplimiento de sus nuevas leyes. De momento, el intento del Gobierno es que se frían en su propia salsa y el pueblo los abandone por agotamiento y aburrimiento.
«Es el último intento de un grupo de líderes, nuevos y viejos, de demostrar y amarrar su poder y limpiar su nombre. Para ello quieren hacer creer al pueblo que están investidos de una misión divina. Los independentistas son hijos de Jano, tienen dos caras. Sucumbirán después de coger todos los caminos falsos posibles guiados por fantasmas. Sólo en el mundo imaginario se puede disfrutar de la plena libertad», dijo el constitucionalista. «Nadie jamás matará del todo los fantasmas; se encarnan y se convierten en elementos de la realidad. A ver si se enteran de una vez; no se trata de reformar la Constitución sino de sacudírnosla de encima», le respondió el independentista.