Antonio Aradillas

Abades, curas y obispos catalanes

"La solidaridad interregional jamás fue tema de predicación"

Abades, curas y obispos catalanes
Antonio Aradillas

El reciente discurso del Jefe del Estado supo más a evangelio que el de los obispos

(Antonio Aradillas, sacerdote y periodista).- El comportamiento -palabras y silencios- de la jerarquía eclesiástica catalana en los penúltimos tiempos, a muchos cristianos, también catalanes, y del resto de España, les da la impresión de haber sido, y ser, no solo improcedente, sino escandaloso. Entre otros, sus argumentos son estos:

. Ni supieron ni quisieron hablar sus obispos, abades y sacerdotes. Y, cuando por fín lo hicieron, se sirvieron de lugares comunes, con terminología eclesiástica, en lenguaje no directo e ininteligible, diplomático, descomprometido, y sin ningún eco y referencia evangélica. El reciente discurso del Jefe del Estado supo más a evangelio que el de los obispos.

. ¿No les sobran razones a quienes diagnostican que estos obispos no pueden comportarse de manera distinta? ¿Acaso no fueron nombrados, con todas las bendiciones y criterios de la Nunciatura Apostólica, precisamente después de haber constatado el ramalazo de independentismo que poseían, condición indispensable para ser aceptados después por las autoridades autonómicas, con benevolencia, reverencia y complacencia político- religiosa?

. ¿No sobraron ocasiones y situaciones, hasta judicialmente demostradas en todas sus instancias, de corrupciones registradas en las más altas y «honorables» esferas autonómicas, como para que manojos de Cartas Pastorales de obispos y cardenales no fueran dedicadas a actividades tan deshonestas, corruptas e institucionalizadas, con las reconocidas y canonizadas fórmulas del «tres por ciento»?

. Sin maliciar que algún «diezmo» de estas cantidades se hubieran dedicado también a las «obras de culto y clero», y así aparentar religiosidades político- administrativas, con rentabilidad electoral, ¿es justificable que por casualidad, equivocación o motivos pastorales y éticos, a algún obispo no se le escapara hacer algún comentario de rechazo, a la luz del evangelio?

. ¿Qué faltó para que el «presidente por excelencia, el honorable Jordi Puyol», no hubiera sido recibido bajo palio en la catedral, y sobre todo, en el monasterio de Monserrat»?. El de Monserrat es capítulo aparte en la historia del independentismo catalán. Sus abades se prestaron de por vida a convertir el monasterio- santuario en reducto del independentismo más «santo» y activo. La Virgen de Monserrat ha sido, y está, sometida a manipulaciones desacralizadotas y paganas, proclamada como Madre en exclusiva de los catalanes, y más de quienes se sentían y alardeaban solo de catalanes, con olvido catequizador de que las advocaciones de las Vírgenes y santos de sus pueblos de procedencia, no constaban en el santoral.

. El «ora et labora» de los monjes de Monserrat, tan santa y sanamente reglamentado por san Benito en su Regla, y que hace ser monjes a los monjes, comprobadas las noticias independentistas que se generan en sus claustros, expresadas y predicadas en declaraciones públicas, invita a ser traducido con términos y actividades no siempre propiamente monásticas. El verbo «maitinear» del Breviario y de las «Horas Canónicas», es conjugado con fervor y frecuencia por el de «mitinear» de sus monjes.

. Es obligado reconocer que, quienes a consecuencia de la carencia de trabajo en las regiones en las que nacieron, sufrieron sacrificios incontables, no conservan en general buenos recuerdos «pastorales» del clero catalán. Este y sus representantes supremos en tiempos del «Nacional Catolicismo» y posteriores, pudieron y debieron haber trabajado e influido ante las autoridades administrativas, a que a las referidas regiones empobrecidas del resto de España se les ayudara estatalmente, de modo similar a como se hiciera con Cataluña.

. La solidaridad interregional jamás fue tema de predicación y de catequesis por parte de los obispos «tarraconenses», ignorantes, y sin querer enterarse, de que había, y hay, regiones como Andalucía y Extremadura, que están a la cola de todas las de Europa, mientras que los índices de desarrollo de Cataluña son incomparablemente más favorables.

. Sin cuestionar un ápice la religiosidad inicial que inspiró la construcción del templo votivo de la Sagrada Familia de Barcelona, y su colosal construcción artística -Patrimonio de la Humanidad- , la reflexión acerca de la obra, a la luz del evangelio, no es desdeñable. El gasto que supuso y supone, por mucha rentabilidad turística que genere en la actualidad, reclama atenta y decidida revisión.

. Anecdóticamente también la merece el hecho de que los señores obispos fueran las únicas personas que, «por vivir en el mejor de los mundos», no se enteraran de que precisamente el sacrosanto nombre de la «Sagrada Familia» amparara las delictivas operaciones crematísticas que se llevaban a cabo con impunidad, en Andorra y en tantos otros paraísos fiscales. Quiero tener la seguridad de que, de haber sido informados a tiempo, los obispos hubieran efectuados las correspondientes denuncias, con sus mitras, anillos, báculos y el evangelio en la mano.

. Al lado de estas consideraciones, la historia del recuento de los votos independentistas delante del cura rural de Vila-rodona, en el Alt Camp tarraconense, revestido de ornamentos sagrados, es «peccata minuta». No lo es, sino grave, es decir, gravísimo, haber contribuido al desprecio olímpico de las leyes que rigen nuestra convivencia y a provocar tremendas escisiones en la comunidad catalana, en sus niveles familiares, sociales, culturales y aún religiosos.

¿Hay quién dé más, y siga apostando por abades, curas y obispos como estos?

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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