Rufo González

Célibes y casados pueden estar «enamorados de Cristo y de su Iglesia»

Comentario a un post de Andrés A. Fernández, sacerdote

Célibes y casados pueden estar "enamorados de Cristo y de su Iglesia"
Rufo González

No comparto que la "llamada del Señor para sus sacerdotes" es ser "célibes de amores carnales, pero apasionadamente enamorados de Cristo y de su Iglesia"

(Rufo González, sacerdote).- «Enamorados de Cristo y de su Iglesia». Mejor sería decir «enamorados de Cristo y de su Reino». La pretensión de Jesús era construir el reinado de Dios. Su comunidad no deja de ser un medio para hacer el reino. La pretensión primera y fundamental de Jesús es el Reino. Las comunidades cristianas, vinculadas todas por la misma fe en Cristo, se crean para construir el Reino, no para el sostenimiento de la institución eclesiástica.

Es posible enamorarse de Cristo y de un ser humano

No comparto que la «llamada del Señor para sus sacerdotes» es ser «célibes de amores carnales, pero apasionadamente enamorados de Cristo y de su Iglesia». Estar «enamorado de Cristo y de su Reino» no impide estar «enamorado de otro ser humano» y querer formar una familia. Son enamoramientos de niveles muy distintos. Jesús, nuestro Dios encarnado, no es rival de ningún amor humano. El amor que sentimos por él y su reino es fruto de la fe y de su Espíritu. No podemos poner al «Dios-con-nosotros» como una categoría más, en una lista de amores humanos.

El aspecto de exclusividad que entraña el enamoramiento humano hay que referirlo sólo a amores cuyos destinatarios sean humanos. Cuando se trata del amor trascendente, en el Espíritu de Jesús, ese amor es compatible con todo amor humano sano. De los santos podemos decir que viven con enorme intensidad el amor divino. Podemos decir que están «enamorados» de Cristo; su amor trascendente está centrado en Cristo con una intensidad exclusiva, «con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas» de la fe. No puede negarse que un esposo o esposa cristianos puedan ser santos, aunque estén mutuamente enamorados. Más aún, su santidad, su enamoramiento de Cristo, está más encarnada(o) cuando cada uno es otro Cristo, a quien amar en el Espíritu.

Celibato opcional y sacerdocio femenino es fruto de la fe evangélica

Comparto lo que dice Andrés. La exigencia de que el celibato sea opcional para los ministros ordenados y de que las mujeres puedan ser ordenadas para el ministerio, no debe ser oportunista: porque «hacen falta sacerdotes para repartir sacramentos…, o con argumentos meramente de tipo reivindicativo de conquista de pretendidos derechos negados en el pasado». Estas exigencias deben ser fruto de la fe evangélica. Como vienen pidiendo muchos sacerdotes casados y sus movimientos asociados, debe restaurarse la libertad evangélica en la disciplina: que lo que «antes se recomendaba a los sacerdotes, y después fue impuesto por ley a todos los promovidos al Orden sagrado en la Iglesia Latina» (PO 16), siga sólo «recomendado», respetando el Evangelio (Mt 19, 12). Pablo VI reconocía que Jesús: «no puso esta condición previa en la elección de los Doce, como tampoco los Apóstoles para los que ponían al frente de las primeras comunidades cristianas (1Tim 3, 2-5;Tit 1, 5-6)» (Sacerd. Caelib. 5).

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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