Grupo de católicos gaditanos denuncian de nuevo a monseñor Zornoza

Piden la mediación del Nuncio y de los cardenales Osoro y Omella «para enderezar la marcha desviada» de la diócesis de Cádiz

"No nos podemos quedar impasibles mientras se trata a las personas como cosas"

Piden la mediación del Nuncio y de los cardenales Osoro y Omella "para enderezar la marcha desviada" de la diócesis de Cádiz
Ceballos, Zornoza y el Nuncio Fratini

El cariz de algunas decisiones del obispo diocesano, Don Rafael Zornoza, que ponen en entredicho la credibilidad, el necesario buen ejemplo de la comunidad cristiana

(José M. Vidal).- Algo muy grave tiene que estar pasando en el pastorero que Rafael Zornoza está haciendo en la diócesis de Cádiz-Ceuta, para que, un día sí y otro también, lluevan los mensajes de denuncia de sacerdotes y laicos contra el obispo. Ésta vez es el grupo cristiano ‘Reflexión y Acción’ el que levanta su voz, pidiendo ayuda, con una carta a su obispo, otra el Nuncio, Renzo Fratini y otras dos misivas a los cardenales Omella y Osoro.

La carta al obispo lleva fecha del mes de octubre. Desde entonces han estado esperando alguna respuesta del prelado y no la han obtenido. Lo mismo les ha ocurrido con las demás misivas y, por eso, han decidido hacerlas públicas. El único que contestó a sus denuncias fue el presidente del episcopado, cardenal Blázquez, señalando que la CEE «no tiene atribuciones sobre los obispos de las iglesias particulares».

Es evidente que, en la misma situación o incluso con menos capacidad de intervención, se encuentran los cardenales de Madrid y de Barcelona, a los que los cristianos de Cádiz, conocedores de ello, acudieron para pedirles que actúen de mediadores con el Papa Francisco.

En la misiva a su obispo, el grupo ‘Reflexión y Acción’, escandalizado por la gestión empresarial que monseñor Zornoza viene haciendo de la diócesis, le piden, entre otras cosas, que despida al ecónomo diocesano, padre Diufaín, y que proporcione los pisos de la diócesis a las familias deshauciadas. Porque, dicen, «no nos podemos quedar impasibles mientras se trata a las personas como cosas».

En la carta al Nuncio, le explican la situaicón de la diócesis, en la que «no se respetan los derechos laborales ni se trata dignamente a los trabajadores». Le dan detalles de todos los atropellos cometidos por el obispo y le piden su mediación ante el Papa.

El mismo texto de la carta al Nuncio se repite en las enviadas a los cardenales Osoro y Omella. En ellas, reiteran sus denuncias, para no hacerse cómplices de la situación escandalosa en la que, a su juicio, está viviendo la diócesis. «El cariz de algunas decisiones del obispo diocesano, Don Rafael Zornoza, que ponen en entredicho la credibilidad, el necesario buen ejemplo de la comunidad cristiana y la influencia apostólica de la Iglesia de Cádiz y Ceuta ante sus posibles destinatarios a evangelizar y la opinión pública gaditana».

CARTA AL OBISPO DIOCESANO

Sr. Obispo: Desde el Grupo Cristiano de Reflexión y Acción de Cádiz nos dirigimos a Usted como Pastor para expresarle nuestra opinión sobre algunos hechos ocurridos en nuestra Diócesis de Cádiz y Ceuta.

Durante este verano hemos tenido conocimiento de varios despidos en la Diócesis, como el de la bibliotecaria del Seminario Diocesano que, después de varios años de trabajo, ha sido despedida sólo por pedir un aumento de sueldo y con el pretexto de que no había trabajo en la biblioteca. También hemos conocido despidos, entre otros, en las parroquias de San José de Cádiz y San José  Artesano de  San Fernando. La Comunidad Carmelita, propietaria del Colegio Liceo del Sagrado Corazón de esa ciudad, ha prescindido del cocinero por motivos no probados, tras 17 años de actividad laboral ininterrumpida, y Cáritas, de un monitor de atención a personas sin hogar, en Chiclana.
Nos parece un escándalo que nuestra Iglesia no respete los derechos laborales y no trate dignamente a sus trabajadores. Esto no debería suceder en la Iglesia Diocesana que es la Comunidad de los seguidores de Jesús.

Estas formas de actuar no se corresponden con el mensaje de fraternidad del Evangelio, contradicen la Doctrina Social de la Iglesia y el mensaje del Santo Padre Francisco de una economía de rostro humano y  respeto a la dignidad de la persona, en sus derechos laborales, tal como muy recientemente ha transmitido en su mensaje de octubre, pidiendo que denunciemos las situaciones en que se violen los derechos de los trabajadores. Por tanto, nos parece inadmisible que se produzcan en organismos de la misma Iglesia.

Consideramos, por otra parte, que los despidos que dependan directamente del Obispado tienen como responsable al actual Ecónomo Diocesano, el Padre Antonio Diufaín.

Desde este colectivo nos parece muy importante una corrección en las decisiones tomadas sobre despidos laborales, así como la necesidad de un gesto comunitario de misericordia con las personas víctimas de la crisis en materia de vivienda, como ya le planteamos en su día. Ese gesto podría ser la cesión de los pisos vacíos de la Diócesis a familias sin hogar, refugiados, inmigrantes, personas sin techo, desahuciadas o con problemas para acceder a una vivienda, que haga posible un proyecto debidamente reflexionado y planificado con otras instituciones gaditanas.

También hemos conocido una carta de un hermano cofrade de la ciudad de La Línea, al que se le ha vetado o censurado para el pregón de la Exaltación de la Santa Cruz, por su «situación irregular», según se le ha comunicado. No compartimos esta forma de tratar a un laico comprometido en la religiosidad popular, con una actitud arbitraria, que no nos parece conforme al Evangelio ni al respeto a la dignidad de la persona que debemos tener en nuestra Iglesia diocesana. Denunciamos, por consiguiente, que la Iglesia de Jesucristo no puede discriminar a las personas por su orientación sexual, como dice Francisco: «¿Quién soy yo para juzgar a los homosexuales?».

Otro hecho importante es la situación de la Casa de Acogida de la Parroquia de Pescadores de Algeciras, todo un ejemplo de solidaridad cristiana con la inmigración y personas marginadas, que permanece cerrada después de haber sido reformada por el Ayuntamiento de Algeciras. Según nos hemos informado por el arquitecto municipal, la casa se puede abrir sin problemas, sólo cumpliendo unos trámites urbanísticos. No comprendemos cómo no se han realizado dichos trámites para la apertura de esta gran obra de caridad impulsada y dirigida por el Padre Andrés Avelino hoy ya jubilado, que, precisamente, conoció el cambio de situación y cese por los medios informativos y los ciudadanos del barrio donde se ubica su antigua parroquia, sin que hubiera mediado comunicación expresa del Obispado, y que recibió sólo después de la forma irregular por la que tuvo conocimiento de la decisión tomada por usted como obispo. Por tanto, solicitamos la apertura de la casa de acogida para inmigrantes y personas marginadas, en la que el sacerdote Andrés Avelino podría, con su experiencia en este campo, ser de gran ayuda.


Desde este Grupo le hacemos las siguientes peticiones:

1º) La admisión inmediata de las personas trabajadoras despedidas, como por ejemplo, Doña Lola Macías Recuerdo, bibliotecaria del Seminario Diocesano, Doña Estefanía García, del columbario y archivo de la Parroquia San José Artesano de San Fernando, despedida por mediación de los servicios jurídicos del Obispado, Don Aarón Troncoso Roa, auxiliar de servicios especiales de la Parroquia de San José de Cádiz, con conocimiento de la Vicaría General, y a Don Antonio Jesús Rivero Rodríguez, monitor de personas sin hogar, que trabajaba en Chiclana, despedido por el equipo directivo de Cáritas. Por lo que respecta al despido de D. José Carlos Bravo Marín, le pedimos que demande, haciendo uso de su autoridad moral y diocesana, a la Comunidad Carmelita de San Fernando, su readmisión como cocinero de dicha comunidad.

2º) La destitución del Ecónomo Diocesano, Padre Diufaín como responsable de las decisiones de despidos en el Obispado, que van contra el mensaje del Evangelio que pide, de forma muy clara, respetar la dignidad de la persona.

3º) La cesión de los pisos vacíos de la Diócesis a las familias con problemas de vivienda, como gesto de Misericordia hacía las víctimas de la crisis y como compromiso Eclesial de solidaridad con los más pobres de nuestra sociedad en sintonía con el mensaje del Papa Francisco.

4) Levantar el veto al hermano cofrade de La Línea José David Muñoz Oliva para dar pregones en diferentes actos de culto de su hermandad o en su Ciudad y tratarlo con el respeto que se merece.

No nos podemos quedar impasibles mientras se trata a las personas como cosas.
No somos cristianos por ir a una parroquia o por clamar puntualmente contra las injusticias. Somos cristianos porque nuestro proyecto es Cristo, las 24 horas del día.
Sr. Obispo le rogamos que nos dé una explicación de lo sucedido con las personas citadas y con otras muchas, presbíteros y trabajadores que se han visto injustamente tratados y menospreciados. Esperamos su invitación a celebrar una reunión con Usted para tratar todos los asuntos que le planteamos en esta carta.

Cádiz, a 18 de octubre de 2017.

Atentamente, le saludan, en representación del GRUPO CRISTIANO DE REFLEXIÓN Y ACCIÓN:
Juan de la Cruz García de Paredes. Francisco José González Álvarez

Melchor Prats Munárriz. Manuel González de la Rosa.


Carta al Nuncio de Su Santidad

Nuncio de Su Santidad el Papa.
Avenida Pío XII, 46
28016. MADRID.

Monseñor:

Somos un grupo de católicos que llevamos cuatro años reuniéndonos y trabajando en la renovación evangélica de la Iglesia y los problemas sociales más acuciantes de la Diócesis de Cádiz y Ceuta, como la precariedad y la pobreza, principalmente en el campo de las personas sin hogar. Pertenecemos a distintos movimientos y comunidades, complementando en la oración y en la actividad apostólica nuestros carismas y llamadas, en el seno de un colectivo que denominamos Grupo Cristiano de Reflexión y Acción. Las causas, entre otras, de esta particular asociación han sido: 1) La necesidad de reforzar entre los laicos diocesanos los lazos en las tareas evangelizadoras más urgentes, aunque, en verdad, nos hemos sentido huérfanos como otros colectivos de creyentes debido a la falta de posibilidades de acuerdos, con el Ministerio Pastoral, por no haber podido tener, a nuestro parecer, un diálogo profundo y eficaz. 2) El cariz de algunas decisiones del obispo diocesano, Don Rafael Zornoza, que ponen en entredicho la credibilidad, el necesario buen ejemplo de la comunidad cristiana y la influencia apostólica de la Iglesia de Cádiz y Ceuta ante sus posibles destinatarios a evangelizar y la opinión pública gaditana.

La delicada situación de orfandad en que se encuentran muchos diocesanos -sacerdotes y laicos- y determinados acontecimientos, consecuencias de decisiones equivocadas a las que nos hemos referido anteriormente, nos obligan, para no ser cómplices de los mismos, a adjuntarle la carta que el pasado día 17 de octubre enviamos a Don Rafael, en la que le detallábamos los últimos despidos de personal habidos en el Obispado y en la diócesis. En ella, le manifestábamos que nos parecía un escándalo que nuestra Iglesia nos respetara los derechos laborales y que no tratara dignamente a sus trabajadores.

Le decíamos, además, que tales hechos no deberían suceder en la Iglesia Diocesana que es la comunidad de los seguidores de Jesús. Recordábamos las palabras del Papa Francisco en su denuncia de las situaciones en las que se violan los derechos de los trabajadores, en evidente contradicción con la Doctrina Social de la Iglesia y su invitación a que denunciemos las violaciones de los derechos laborales. Sin embargo, la fuerza de estos argumentos, al parecer, no fue suficiente al Sr. obispo para que nos contestara, ya que hasta la fecha en que nos dirigimos a usted – un mes y trece días- no hemos recibido contestación alguna por su parte.

En realidad, esta ha sido la tónica general – la de no responder-, pues en 2013, le remitimos una primera carta, después de reflexionar todo el año sobre la Doctrina Social de la Iglesia, el Concilio Vaticano II y otros documentos eclesiales, para que Mons. Zornoza tomara algunas medidas en favor de tantas personas necesitadas de nuestra diócesis, facilitando pisos y locales, propiedad de fundaciones de la Iglesia,- contamos como mínimo unos veinte-a personas sin hogar, alojados en domicilios familiares o en la calle. Algunos de estos últimos han muerto en cajeros, en jardines y en refugios inmundos de la ciudad. No hubo respuesta a nuestras peticiones y sugerencias, sólo una reunión con miembros de algunas organizaciones oficiales de la Iglesia, que también pertenecían a nuestro grupo, ya que se negó a recibir a personas pertenecientes a determinadas a asociaciones por no considerarlas idóneas para el diálogo, sin que finalmente diera solución alguna a los problemas que se le habían planteado.

El 25 de marzo de 2015 enviamos al Sr. Obispo un escrito de conclusiones respecto a un anónimo dirigido a varios responsables de movimientos y organismos de la Iglesia denunciando despidos injustos de trabajadores del Obispado y maltrato a otros. Le pedíamos una reunión urgente ante la gravedad de los acontecimientos; que eran varias las personas despedidas, aunque sólo una, el entonces conserje del Oratorio de San Felipe Neri, se había prestado a colaborar y a darnos todos los documentos del proceso. Le referíamos que había miedo-hoy también- en los despedidos y en los trabajadores que entonces conservaban su puesto de trabajo. En el acta de conciliación del asunto del conserje, el Obispado reconocía la improcedencia del despido, pero, al no readmitirlo, se limitaba a indemnizarlo.

El 23 de abril tuvimos la reunión con el Sr. Obispo, dos miembros del grupo, pertenecientes a un movimiento y asociación oficiales de la Iglesia, pues se vetó la presencia al resto. En ningún momento nos dio una explicación racional respecto al despido del trabajador. Posteriormente, insistimos por escrito, en dos ocasiones, el 1 de junio y el 10 de octubre, pero no nos contestó.

Ante la solución planteada, enviamos una carta a Mons. Blázquez, fechada el 2 de febrero de 2015, cuya copia le adjuntamos, en la que le rogábamos su intervención, a fin de que se corrigiera la injusticia cometida con el trabajador despedido, contratándolo de nuevo; así como en el resto de demandas solicitadas a Don Rafael.

Recibimos una atenta carta de Monseñor Blázquez en la que nos comunicaba que la Conferencia Episcopal Española no tenía atribuciones sobre los obispos de las Iglesias particulares, pero que, no obstante, hablaría con nuestro obispo. De esa posible conversación no hemos tenido información alguna.

El 1 de julio de 2016 entregamos en el Obispado una carta abierta dirigida al obispo diocesano, firmada por 22 personas, contando con la adhesión de cerca de 200 firmas, escrita en parecidos términos. Le pedimos que la Iglesia diocesana se pusiera en disposición de acoger a migrantes y refugiados, que en un número considerable llegaban y siguen llegando a las costas gaditanas. No negábamos en nuestro escrito el gran papel de Cáritas y otras asociaciones como Tartessos y Tierra de todos, dirigidas estas dos últimas por el sacerdote Don Gabriel Delgado, pero le hacíamos ver que eran ayudas insuficientes ante la avalancha de refugiados procedentes de Siria, víctimas de la guerra que se está librando en ese país. Volvíamos a insistir, en línea con el magisterio y gestos concretos del papa Francisco en la necesidad de que el Obispado cediera algunos pisos vacíos o edificios medio vacíos para las personas sin techo, desahuciados, así como a migrantes y refugiados. La respuesta de nuestro obispo fue muy negativa al comprobar que había habido cierta filtración de la carta a los medios.

Al haber trascendido a la opinión pública, convocó una reunión con miembros de algunas organizaciones oficiales de la Iglesia, que también pertenecían a nuestro grupo, ya que se negó a recibir a personas pertenecientes a determinadas a asociaciones por no considerarlas idóneas para el diálogo, sin que finalmente diera solución a los problemas que le habíamos presentado.

Ha habido más problemas con el Obispado como el cese de un director de Cáritas, y el caso del «Rincón del Madueño», un bar cuyo local se tenía alquilado hace más de cien años a la familia del propietario actual y que ha sido desahuciado del establecimiento , al no renovársele el contrato . Ha habido un auténtico revuelo en la ciudad, porque, además, hay otros comercios, cuyos locales son propiedad de fundaciones de la Iglesia, y que el Obispado está urgiendo a sus propietarios para que se vayan. Al parecer, a uno lo echan a primeros de año. Pero no nos vamos a extender en estos casos, ya que habría posibilidad de seguir informándole, si lo considera oportuno.

Por tanto, no creemos que los hechos que relacionamos y los que aparecen en la carta adjunta escrita a Don Rafael se correspondan con las palabras del papa Francisco en su Exhortación apostólica (Nº 31), cuando dice: «El obispo siempre debe fomentar la comunión misionera en su Iglesia diocesana siguiendo el ideal de las primeras comunidades cristianas, donde los creyentes tenían un solo corazón y una sola alma (cf. Hch 4, 32). Para eso, a veces, estará delante para indicar el camino y cuidar la esperanza del pueblo, otras veces estará simplemente en medio de todos con su cercanía sencilla y misericordiosa, y en ocasiones deberá caminar detrás del pueblo para ayudar a los rezagados y, sobre todo, porque el rebaño tiene su olfato para encontrar nuevos caminos».

Tampoco tales hechos se pueden corresponder, aunque las comparaciones puedan parecer odiosas, con el testimonio dado por D. Antonio Ceballos durante su misión pastoral en la diócesis. Tuvo una constante preocupación por los últimos y las personas que más sufrían en nuestra sociedad gaditana con gestos concretos de compasión y ternura, visitando a desempleados encerrados en la Iglesias, desesperados por la falta de trabajo. Incluso, recientemente ha sufrido la dolorosa experiencia de tener que pasar por el juzgado para explicar que pidió dinero a la Junta para que los trabajadores del Centro Geriátrico del Obispado «pudieran seguir ejerciendo» en «los puestos de trabajo» y pudieran cobrar , ya que había sido suspendida la actividad laboral por realización de obras, y el no podía quedarse tranquilo viendo a tantas familias sin poder disponer del necesario sustento.

Las personas sin hogar le abordaban en la calle y él les dirigía palabras de consuelo o les daba un donativo. Su preocupación por los migrantes le llevaba a asistir a actos de oración y denuncia en las playas gaditanas, acompañando al Secretariado Diocesano de Migraciones y, en una ocasión, a representantes internacionales de Justicia y Paz y a obispos extranjeros.

En definitiva, Mons. Antonio Ceballos, nuestro obispo emérito, es un «pastor con olor a ovejas», como el papa Francisco repite con insistencia.

Muy preocupados por los hechos ocurridos, pero alentados por estas palabras de la Exhortación y el testimonio del obispo emérito solicitamos su mediación, en unión de Monseñor D. Carlos Osoro y D. Juan José Omella, ante su Santidad el Papa Francisco para que se enderece la marcha desviada de nuestra querida diócesis y se corrijan los daños causados a personas de acendrada fe cuya ilusión era trabajar en la Iglesia en la que han crecido y formado como seguidores de Jesucristo.
Un fraternal abrazo en Jesucristo.


Francisco José González Álvarez. Melchor Prats Munárriz.
Paseo Príncipe de Asturias, bloque 1-
3ºC. 11012. CÁDIZ.
636 23 27 90.
[email protected]

Juan de la Cruz García de Paredes. Manuel González de la Rosa.


Carta al cardenal Osoro

Monseñor Don Carlos Osoro Sierra
Cardenal- Arzobispo de Madrid.
Calle Bailén, 8
28071. Madrid.

Sr. Cardenal:
Somos un grupo de católicos que llevamos cuatro años reuniéndonos y trabajando en la renovación evangélica de la Iglesia y los problemas sociales más acuciantes de la Diócesis de Cádiz y Ceuta, como la precariedad y la pobreza, principalmente en el campo de las personas sin hogar. Pertenecemos a distintos movimientos y comunidades, complementando en la oración y en la actividad apostólica nuestros carismas y llamadas, en el seno de un colectivo que denominamos Grupo Cristiano de Reflexión y Acción. Las causas, entre otras, de esta particular asociación han sido: 1) La necesidad de reforzar entre los laicos diocesanos los lazos en las tareas evangelizadoras más urgentes, aunque, en verdad, nos hemos sentido huérfanos como otros colectivos de creyentes debido a la falta de posibilidades de acuerdos, con el Ministerio Pastoral, por no haber podido tener, a nuestro parecer, un diálogo profundo y eficaz. 2) El cariz de algunas decisiones del obispo diocesano, Don Rafael Zornoza, que ponen en entredicho la credibilidad, el necesario buen ejemplo de la comunidad cristiana y la influencia apostólica de la Iglesia de Cádiz y Ceuta ante sus posibles destinatarios a evangelizar y la opinión pública gaditana.

La delicada situación de orfandad en que se encuentran muchos diocesanos -sacerdotes y laicos- y determinados acontecimientos, consecuencias de decisiones equivocadas a las que nos hemos referido anteriormente, nos obligan, para no ser cómplices de los mismos, a adjuntarle la carta que el pasado día 17 de octubre enviamos a Don Rafael, en la que le detallábamos los últimos despidos de personal habidos en el Obispado y en la diócesis. En ella, le manifestábamos que nos parecía un escándalo que nuestra Iglesia nos respetara los derechos laborales y que no tratara dignamente a sus trabajadores. Le decíamos, además, que tales hechos no deberían suceder en la Iglesia Diocesana que es la comunidad de los seguidores de Jesús. Recordábamos las palabras del Papa Francisco en su denuncia de las situaciones en las que se violan los derechos de los trabajadores, en evidente contradicción con la Doctrina Social de la Iglesia y su invitación a que denunciemos las violaciones de los derechos laborales. Sin embargo, la fuerza de estos argumentos, al parecer, no fue suficiente al Sr. obispo para que nos contestara, ya que hasta la fecha en que nos dirigimos a usted – un mes y trece días- no hemos recibido contestación alguna por su parte.

En realidad, esta ha sido la tónica general – la de no responder-, pues en 2013, le remitimos una primera carta, después de reflexionar todo el año sobre la Doctrina Social de la Iglesia, el Concilio Vaticano II y otros documentos eclesiales, para que Mons. Zornoza tomara algunas medidas en favor de tantas personas necesitadas de nuestra diócesis, facilitando pisos y locales, propiedad de fundaciones de la Iglesia,- contamos como mínimo unos veinte-a personas sin hogar, alojados en domicilios familiares o en la calle. Algunos de estos últimos han muerto en cajeros, en jardines y en refugios inmundos de la ciudad. No hubo respuesta a nuestras peticiones y sugerencias, sólo una reunión con miembros de algunas organizaciones oficiales de la Iglesia, que también pertenecían a nuestro grupo, ya que se negó a recibir a personas pertenecientes a determinadas a asociaciones por no considerarlas idóneas para el diálogo, sin que finalmente diera solución alguna a los problemas que se le habían planteado.

El 25 de marzo de 2015 enviamos al Sr. Obispo un escrito de conclusiones respecto a un anónimo dirigido a varios responsables de movimientos y organismos de la Iglesia denunciando despidos injustos de trabajadores del Obispado y maltrato a otros. Le pedíamos una reunión urgente ante la gravedad de los acontecimientos; que eran varias las personas despedidas, aunque sólo una, el entonces conserje del Oratorio de San Felipe Neri, se había prestado a colaborar y a darnos todos los documentos del proceso. Le referíamos que había miedo-hoy también- en los despedidos y en los trabajadores que entonces conservaban su puesto de trabajo. En el acta de conciliación del asunto del conserje, el Obispado reconocía la improcedencia del despido, pero, al no readmitirlo, se limitaba a indemnizarlo.

El 23 de abril tuvimos la reunión con el Sr. Obispo, dos miembros del grupo, pertenecientes a un movimiento y asociación oficiales de la Iglesia, pues se vetó la presencia al resto. En ningún momento nos dio una explicación racional respecto al despido del trabajador. Posteriormente, insistimos por escrito, en dos ocasiones, el 1 de junio y el 10 de octubre, pero no nos contestó.

Ante la solución planteada, enviamos una carta a Mons. Blázquez, fechada el 2 de febrero de 2015, cuya copia le adjuntamos, en la que le rogábamos su intervención, a fin de que se corrigiera la injusticia cometida con el trabajador despedido, contratándolo de nuevo; así como en el resto de demandas solicitadas a Don Rafael. Recibimos una atenta carta de Monseñor Blázquez en la que nos comunicaba que la Conferencia Episcopal Española no tenía atribuciones sobre los obispos de las Iglesias particulares, pero que, no obstante, hablaría con nuestro obispo. De esa posible conversación no hemos tenido información alguna.

El 1 de julio de 2016 entregamos en el Obispado una carta abierta dirigida al obispo diocesano, firmada por 22 personas, contando con la adhesión de cerca de 200 firmas, escrita en parecidos términos. Le pedimos que la Iglesia diocesana se pusiera en disposición de acoger a migrantes y refugiados, que en un número considerable llegaban y siguen llegando a las costas gaditanas. No negábamos en nuestro escrito el gran papel de Cáritas y otras asociaciones como Tartessos y Tierra de todos, dirigidas estas dos últimas por el sacerdote Don Gabriel Delgado, pero le hacíamos ver que eran ayudas insuficientes ante la avalancha de refugiados procedentes de Siria, víctimas de la guerra que se está librando en ese país. Volvíamos a insistir, en línea con el magisterio y gestos concretos del papa Francisco en la necesidad de que el Obispado cediera algunos pisos vacíos o edificios medio vacíos para las personas sin techo, desahuciados, así como a migrantes y refugiados. La respuesta de nuestro obispo fue muy negativa al comprobar que había habido cierta filtración de la carta a los medios. Al haber trascendido a la opinión pública, convocó una reunión con miembros de algunas organizaciones oficiales de la Iglesia, que también pertenecían a nuestro grupo, ya que se negó a recibir a personas pertenecientes a determinadas a asociaciones por no considerarlas idóneas para el diálogo, sin que finalmente diera solución a los problemas que le habíamos presentado.

Ha habido más problemas con el Obispado como el cese de un director de Cáritas, y el caso del «Rincón del Madueño», un bar cuyo local se tenía alquilado hace más de cien años a la familia del propietario actual y que ha sido desahuciado del establecimiento , al no renovársele el contrato . Ha habido un auténtico revuelo en la ciudad, porque, además, hay otros comercios, cuyos locales son propiedad de fundaciones de la Iglesia, y que el Obispado está urgiendo a sus propietarios para que se vayan. Al parecer, a uno lo echan a primeros de año. Pero no nos vamos a extender en estos casos, ya que habría posibilidad de seguir informándole, si lo considera oportuno.

Por tanto, no creemos que los hechos que relacionamos y los que aparecen en la carta adjunta escrita a Don Rafael se correspondan con las palabras del papa Francisco en su Exhortación apostólica (Nº 31), cuando dice: «El obispo siempre debe fomentar la comunión misionera en su Iglesia diocesana siguiendo el ideal de las primeras comunidades cristianas, donde los creyentes tenían un solo corazón y una sola alma (cf. Hch 4, 32). Para eso, a veces, estará delante para indicar el camino y cuidar la esperanza del pueblo, otras veces estará simplemente en medio de todos con su cercanía sencilla y misericordiosa, y en ocasiones deberá caminar detrás del pueblo para ayudar a los rezagados y, sobre todo, porque el rebaño tiene su olfato para encontrar nuevos caminos».

Tampoco tales hechos se pueden corresponder, aunque las comparaciones puedan parecer odiosas, con el testimonio dado por D. Antonio Ceballos durante su misión pastoral en la diócesis. Tuvo una constante preocupación por los últimos y las personas que más sufrían en nuestra sociedad gaditana con gestos concretos de compasión y ternura, visitando a desempleados encerrados en la Iglesias, desesperados por la falta de trabajo. Incluso, recientemente ha sufrido la dolorosa experiencia de tener que pasar por el juzgado para explicar que pidió dinero a la Junta para que los trabajadores del Centro Geriátrico del Obispado «pudieran seguir ejerciendo» en «los puestos de trabajo» y pudieran cobrar , ya que había sido suspendida la actividad laboral por realización de obras, y el no podía quedarse tranquilo viendo a tantas familias sin poder disponer del necesario sustento.

Las personas sin hogar le abordaban en la calle y él les dirigía palabras de consuelo o les daba un donativo. Su preocupación por los migrantes le llevaba a asistir a actos de oración y denuncia en las playas gaditanas, acompañando al Secretariado Diocesano de Migraciones y, en una ocasión, a representantes internacionales de Justicia y Paz y a obispos extranjeros.

En definitiva, Mons. Antonio Ceballos, nuestro obispo emérito, es un «pastor con olor a ovejas», como el papa Francisco repite con insistencia.

Muy preocupados por los hechos ocurridos, pero alentados por estas palabras de la Exhortación y el testimonio del obispo emérito solicitamos su mediación, en unión de Monseñor D. Juan José Omella y el Nuncio, Monseñor D. Renzo Fratini, ante su Santidad el Papa Francisco para que se enderece la marcha desviada de nuestra querida diócesis y se corrijan los daños causados a personas de acendrada fe cuya ilusión era trabajar en la Iglesia en la que han crecido y formado como seguidores de Jesucristo.

Un fraternal abrazo en Jesucristo.

Francisco José González Álvarez. Melchor Prats Munárriz.
Paseo Príncipe de Asturias, bloque 1-
3º C. 11012. CÁDIZ.
[email protected]
636 23 27 90.

Juan de la Cruz García de Paredes. Manuel González de la Rosa.

Carta al cardenal Omella

Monseñor Juan José Omella y Omella
Cardenal Arzobispo de Barcelona
Calle Del Bisbe, 5.
08002.- Barcelona.

Sr. Cardenal:

Somos un grupo de católicos que llevamos cuatro años reuniéndonos y trabajando en la renovación evangélica de la Iglesia y los problemas sociales más acuciantes de la Diócesis de Cádiz y Ceuta, como la precariedad y la pobreza, principalmente en el campo de las personas sin hogar. Pertenecemos a distintos movimientos y comunidades, complementando en la oración y en la actividad apostólica nuestros carismas y llamadas, en el seno de un colectivo que denominamos Grupo Cristiano de Reflexión y Acción. Las causas, entre otras, de esta particular asociación han sido: 1) La necesidad de reforzar entre los laicos diocesanos los lazos en las tareas evangelizadoras más urgentes, aunque, en verdad, nos hemos sentido huérfanos como otros colectivos de creyentes debido a la falta de posibilidades de acuerdos, con el Ministerio Pastoral, por no haber podido tener, a nuestro parecer, un diálogo profundo y eficaz. 2) El cariz de algunas decisiones del obispo diocesano, Don Rafael Zornoza, que ponen en entredicho la credibilidad, el necesario buen ejemplo de la comunidad cristiana y la influencia apostólica de la Iglesia de Cádiz y Ceuta ante sus posibles destinatarios a evangelizar y la opinión pública gaditana.

La delicada situación de orfandad en que se encuentran muchos diocesanos -sacerdotes y laicos- y determinados acontecimientos, consecuencias de decisiones equivocadas a las que nos hemos referido anteriormente, nos obligan, para no ser cómplices de los mismos, a adjuntarle la carta que el pasado día 17 de octubre enviamos a Don Rafael, en la que le detallábamos los últimos despidos de personal habidos en el Obispado y en la diócesis.

En ella, le manifestábamos que nos parecía un escándalo que nuestra Iglesia nos respetara los derechos laborales y que no tratara dignamente a sus trabajadores. Le decíamos, además, que tales hechos no deberían suceder en la Iglesia Diocesana que es la comunidad de los seguidores de Jesús. Recordábamos las palabras del Papa Francisco en su denuncia de las situaciones en las que se violan los derechos de los trabajadores, en evidente contradicción con la Doctrina Social de la Iglesia y su invitación a que denunciemos las violaciones de los derechos laborales. Sin embargo, la fuerza de estos argumentos, al parecer, no fue suficiente al Sr. obispo para que nos contestara, ya que hasta la fecha en que nos dirigimos a usted – un mes y trece días- no hemos recibido contestación alguna por su parte.

En realidad, esta ha sido la tónica general – la de no responder-, pues en 2013, le remitimos una primera carta, después de reflexionar todo el año sobre la Doctrina Social de la Iglesia, el Concilio Vaticano II y otros documentos eclesiales, para que Mons. Zornoza tomara algunas medidas en favor de tantas personas necesitadas de nuestra diócesis, facilitando pisos y locales, propiedad de fundaciones de la Iglesia,- contamos como mínimo unos veinte-a personas sin hogar, alojados en domicilios familiares o en la calle. Algunos de estos últimos han muerto en cajeros, en jardines y en refugios inmundos de la ciudad. No hubo respuesta a nuestras peticiones y sugerencias, sólo una reunión con miembros de algunas organizaciones oficiales de la Iglesia, que también pertenecían a nuestro grupo, ya que se negó a recibir a personas pertenecientes a determinadas a asociaciones por no considerarlas idóneas para el diálogo, sin que finalmente diera solución alguna a los problemas que se le habían planteado.

El 25 de marzo de 2015 enviamos al Sr. Obispo un escrito de conclusiones respecto a un anónimo dirigido a varios responsables de movimientos y organismos de la Iglesia denunciando despidos injustos de trabajadores del Obispado y maltrato a otros. Le pedíamos una reunión urgente ante la gravedad de los acontecimientos; que eran varias las personas despedidas, aunque sólo una, el entonces conserje del Oratorio de San Felipe Neri, se había prestado a colaborar y a darnos todos los documentos del proceso. Le referíamos que había miedo-hoy también- en los despedidos y en los trabajadores que entonces conservaban su puesto de trabajo. En el acta de conciliación del asunto del conserje, el Obispado reconocía la improcedencia del despido, pero, al no readmitirlo, se limitaba a indemnizarlo.

El 23 de abril tuvimos la reunión con el Sr. Obispo, dos miembros del grupo, pertenecientes a un movimiento y asociación oficiales de la Iglesia, pues se vetó la presencia al resto. En ningún momento nos dio una explicación racional respecto al despido del trabajador. Posteriormente, insistimos por escrito, en dos ocasiones, el 1 de junio y el 10 de octubre, pero no nos contestó.

Ante la solución planteada, enviamos una carta a Mons. Blázquez, fechada el 2 de febrero de 2015, cuya copia le adjuntamos, en la que le rogábamos su intervención, a fin de que se corrigiera la injusticia cometida con el trabajador despedido, contratándolo de nuevo; así como en el resto de demandas solicitadas a Don Rafael. Recibimos una atenta carta de Monseñor Blázquez en la que nos comunicaba que la Conferencia Episcopal Española no tenía atribuciones sobre los obispos de las Iglesias particulares, pero que, no obstante, hablaría con nuestro obispo. De esa posible conversación no hemos tenido información alguna.

El 1 de julio de 2016 entregamos en el Obispado una carta abierta dirigida al obispo diocesano, firmada por 22 personas, contando con la adhesión de cerca de 200 firmas, escrita en parecidos términos. Le pedimos que la Iglesia diocesana se pusiera en disposición de acoger a migrantes y refugiados, que en un número considerable llegaban y siguen llegando a las costas gaditanas. No negábamos en nuestro escrito el gran papel de Cáritas y otras asociaciones como Tartessos y Tierra de todos, dirigidas estas dos últimas por el sacerdote Don Gabriel Delgado, pero le hacíamos ver que eran ayudas insuficientes ante la avalancha de refugiados procedentes de Siria, víctimas de la guerra que se está librando en ese país.

Volvíamos a insistir, en línea con el magisterio y gestos concretos del papa Francisco en la necesidad de que el Obispado cediera algunos pisos vacíos o edificios medio vacíos para las personas sin techo, desahuciados, así como a migrantes y refugiados. La respuesta de nuestro obispo fue muy negativa al comprobar que había habido cierta filtración de la carta a los medios. Al haber trascendido a la opinión pública, convocó una reunión con miembros de algunas organizaciones oficiales de la Iglesia, que también pertenecían a nuestro grupo, ya que se negó a recibir a personas pertenecientes a determinadas a asociaciones por no considerarlas idóneas para el diálogo, sin que finalmente diera solución a los problemas que le habíamos presentado.

Ha habido más problemas con el Obispado como el cese de un director de Cáritas, y el caso del «Rincón del Madueño», un bar cuyo local se tenía alquilado hace más de cien años a la familia del propietario actual y que ha sido desahuciado del establecimiento , al no renovársele el contrato . Ha habido un auténtico revuelo en la ciudad, porque, además, hay otros comercios, cuyos locales son propiedad de fundaciones de la Iglesia, y que el Obispado está urgiendo a sus propietarios para que se vayan. Al parecer, a uno lo echan a primeros de año. Pero no nos vamos a extender en estos casos, ya que habría posibilidad de seguir informándole, si lo considera oportuno.

Por tanto, no creemos que los hechos que relacionamos y los que aparecen en la carta adjunta escrita a Don Rafael se correspondan con las palabras del papa Francisco en su Exhortación apostólica (Nº 31), cuando dice: «El obispo siempre debe fomentar la comunión misionera en su Iglesia diocesana siguiendo el ideal de las primeras comunidades cristianas, donde los creyentes tenían un solo corazón y una sola alma (cf. Hch 4, 32). Para eso, a veces, estará delante para indicar el camino y cuidar la esperanza del pueblo, otras veces estará simplemente en medio de todos con su cercanía sencilla y misericordiosa, y en ocasiones deberá caminar detrás del pueblo para ayudar a los rezagados y, sobre todo, porque el rebaño tiene su olfato para encontrar nuevos caminos».

Tampoco tales hechos se pueden corresponder, aunque las comparaciones puedan parecer odiosas, con el testimonio dado por D. Antonio Ceballos durante su misión pastoral en la diócesis. Tuvo una constante preocupación por los últimos y las personas que más sufrían en nuestra sociedad gaditana con gestos concretos de compasión y ternura, visitando a desempleados encerrados en la Iglesias, desesperados por la falta de trabajo. Incluso, recientemente ha sufrido la dolorosa experiencia de tener que pasar por el juzgado para explicar que pidió dinero a la Junta para que los trabajadores del Centro Geriátrico del Obispado «pudieran seguir ejerciendo» en «los puestos de trabajo» y pudieran cobrar , ya que había sido suspendida la actividad laboral por realización de obras, y el no podía quedarse tranquilo viendo a tantas familias sin poder disponer del necesario sustento.

Las personas sin hogar le abordaban en la calle y él les dirigía palabras de consuelo o les daba un donativo. Su preocupación por los migrantes le llevaba a asistir a actos de oración y denuncia en las playas gaditanas, acompañando al Secretariado Diocesano de Migraciones y, en una ocasión, a representantes internacionales de Justicia y Paz y a obispos extranjeros.

En definitiva, Mons. Antonio Ceballos, nuestro obispo emérito, es un «pastor con olor a ovejas», como el papa Francisco repite con insistencia.

Muy preocupados por los hechos ocurridos, pero alentados por estas palabras de la Exhortación y el testimonio del obispo emérito solicitamos su mediación, en unión de Monseñor D. Carlos Osoro y el Nuncio Monseñor D. Renzo Fratelli, ante su Santidad el Papa Francisco para que se enderece la marcha desviada de nuestra querida diócesis y se corrijan los daños causados a personas de acendrada fe cuya ilusión era trabajar en la Iglesia en la que han crecido y formado como seguidores de Jesucristo.
Un fraternal abrazo en Jesucristo


Francisco José González Álvarez, Melchor Prats Munárriz.
Paseo Príncipe de Asturias, bloque 1-
3º C. 11012.CÁDIZ.
636 23 27 90.
[email protected]

Juan de la Cruz García de Paredes. Manuel González de la Rosa.


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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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