Antonio Aradillas

El arzobispo de Toledo «se luce»

"Que Don Braulio le levante ya el exilio 'manchego' a la celestial Patrona Canónica de Extremadura"

El arzobispo de Toledo "se luce"
Antonio Aradillas

"Lucirse" en la pasarela del Real Monasterio-Santuario de Nuestra Señora la Santísima Virgen de Guadalupe es algo impagable, reservado solo a personalidades privilegiadas como don Braulio

(Antonio Aradillas).- Aseguro con honradez profesional, y católica, apostólica y romana, que «para lucirse», como titular de una información religiosa, es uno de los que más me han llamado la atención en el ejercicio de mi ministerio y oficio laborales. En declaraciones posteriores a la reciente entrevista mantenida por la presidencia de «Guadalupex», con el Presidente de la Comunidad Autónoma de Extremadura, en torno al tema de la integración de Guadalupe -santuario y monasterio- en alguna de sus diócesis, y no en la de Toledo, tal y como hoy acontece, así se intituló tal noticia con rotundidad y veracidad periodísticas.

Sí, «para lucirse», como literalmente se comentó en la aludida entrevista, es la «razón última y definitiva que explica el sagrado interés del actual arzobispo de Toledo por mantener el estatus canónico-administrativo de la insólita pertenencia a la capital de Castilla-La Mancha», del «santo y seña» del extremeñismo por excelencia, que tanto religiosa como políticamente, es y significa Guadalupe.

Y se añadió en la conversación que el señor arzobispo de Toledo, «primado» de las Españas y de Guadalupe, tan solo se hace presente en el Real Monasterio- Santuario -«Patrimonio de la Humanidad»- los días 8 de septiembre, festividad de la Patrona, y el 12 de octubre, «Día de la Hispanidad».

Pensándolo bien, gracias sean dadas a la bendita y constitucional «libertad de expresión», es hoy felizmente posible publicar, con ecos en los medios de comunicación nacionales e internacionales, tamaña y sorprendente noticia, sin que automáticamente organismos, instituciones y personas concretas, y más si estas son o se consideran sagradas, iniciaran los procedimientos debidos, con querellas u otras fórmulas judiciales.

Llama la atención, en reconocimiento a la educación, a los buenos modales y al interés por el tema, que en tiempo tan reducido, la petición de audiencia al Presidente de Extremadura, haya sido atendida con tanta presteza. Solicitada anteriormente tal audiencia al arzobispo toledano, no hay constancia en «Guadalupex» de que ni siquiera fueran contestadas las cartas enviadas en solicitud de tal petición.

Excusarse con la reseña de que el señor arzobispo, «primado», además con frustradas aspiraciones cardenalicias, revestido pontificalmente, y con tantas cosas y personas que atender, equivaldría a menospreciar el empeño y la cantidad y calidad de tareas que ha de afrontar el presidente constitucional de una de las 17 Comunidades Autónomas de España, con idas y venidas a la madrileña calle de Ferraz y conociendo a la perfección todos y cada uno de los pueblos y comarcas extremeñas.

«Lucirse» en la pasarela del Real Monasterio-Santuario de Nuestra Señora la Santísima Virgen de Guadalupe, patrona de Extremadura, con paramentos sagrados museísticos tan espectaculares y artísticos, y en el cuadro único en el mundo de Zurbarán, El Greco y tantos otros personajes que enriquecen las páginas de la historia y del arte universal, es algo impagable, reservado solo a personalidades privilegiadas como don Braulio.

La «pasarela» litúrgica, con misa solemne, prédicas, loas a la Virgen hispanoamericana  y buena mesa en el refectorio monástico, merece la pena y hasta el sacrificio de los «tres hermanos en el episcopado», como los titulares de las tres diócesis extremeñas. Por cierto que, lenguas viperinas talares, refieren la anécdota de que en cierta ocasión, a uno de los tres prelados extremeños se le ocurrió solicitarle al arzobispo que «por deferencia» presidiera alguno de ellos la concelebración eucarística, invocando este el Código de Derecho Canónico y no acceder a tal petición.

Para no aburrir más a nuestros lectores, con la confianza de que se imponga el sentido común, con la firme, santa y tozuda esperanza mariana de la nueva presidencia de «Guadalupex», a ejemplo del testimonio aportado por los aragoneses en pareja situación, subrayo que se alcance pronto -es decir, ya-, levantarle el exilio «manchego» a la celestial Patrona Canónica de Extremadura. Así como para don Braulio y para todos, «lúcido» es una gracia de Dios, «lucido» no deja de ser una desgracia. 

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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