"Es un texto de gran valor ético y político (...) pero no es cierto que pida perdón a las víctimas"

José Ignacio Calleja: «La declaración de ETA, a la fuerza, pero va»

"ETA por fin convoca a la reconciliación social, lo cual pasa por conocer la verdad y cerrar heridas"

José Ignacio Calleja: "La declaración de ETA, a la fuerza, pero va"
Terroristas de ETA encapuchados. PD

Valoremos sin embargo que ETA apela a que su dolor por el sufrimiento de los otros es sincero y no quiere ofenderles; y que la verdad, la justicia y la reparación, tienen un camino por recorrer y ETA no lo teme

(José Ignacio Calleja, teólogo).- La declaración de ETA sobre el daño causado y la nota explicativa aneja (8 de abril de 2018) son tan inesperadas y suficientes con la perspectiva política de unos años, como deformes en su recorrido ético. Es más de lo esperado, pero el vaivén de la ética estratégica sigue ahí.

Comienza ETA por su autodefinición como grupo y la de su lucha lejos del terrorismo: «organización de liberación y lucha armada»; y lamenta las consecuencias así: un conflicto que perdura y debió, y debe, resolverse «con una solución democrática justa». El lector piensa en los matices. Acota el sujeto que sufre a «nuestro pueblo», en cuyo sufrimiento ETA reconoce una responsabilidad directa que no debió producirse jamás «o no prologarse tanto en el tiempo». Obviamente en este detalle hay una gran diferencia moral. Este sufrimiento -prosigue el texto con otro matiz- no es de la exclusiva de ETA ni de su tiempo, pues en su comienzo y hasta hoy conecta como herencia con el bombardeo de Gernika. El relato de fondo avanza.

ETA reconoce que su lucha armada ha causado mucho dolor y daños sin remedio, es decir, los muertos, los heridos y las víctimas de sus acciones: los damnificados por el conflicto; pero -de nuevo ese apunte tan inmoral-, son damnificados por el conflicto y no claramente por el terrorismo. Y aquí, una expresión de ETA muy humana, «lo sentimos de veras». No pide «perdón». Sentir de veras no es lo mismo que «perdona». Es muy valiosa.

 

 

A consecuencia de errores -otra vez el matiz en la palabra- ETA ha provocado también víctimas que no tenían una participación directa en el conflicto o sin responsabilidad alguna en él. La razón, añade, han sido algunos imponderables, es decir, «obligados por las necesidades de todo tipo de la lucha armada». A estas personas y a sus familiares, las víctimas que no tenían responsabilidad alguna en el conflicto, «les pedimos perdón». Está claro que la petición de perdón es a estas víctimas sin responsabilidad alguna en el conflicto, no a todas. Ninguna puntada sin hilo.

ETA entiende y respeta a los que digan y decimos que su actuación ha sido «inaceptable e injusta», y los equipara con otros que piensan esto mismo de la actuación del Estado en todas sus instancias y formas. Sería el mismo daño injusto en todo caso. Todo es relativo al sujeto que lo piensa. Lo uno por lo otro. Aquí la ética sale a trompicones: «Reconozcamos todos la responsabilidad contraída y el daño causado… (reconozcamos) con respeto, el sufrimiento padecido por los demás. Eso es lo que quiere expresar ETA». Cualquiera ve que la frase se construye igualando a todos los sujetos: con la ley o con la lucha armada (terrorismo), todo es igual; al cabo, lo que importa es reconocer el sufrimiento ajeno, ciertamente actitud moral donde las haya, pero, a cambio, ya no se habla de por qué y cómo actúa cada uno. Éticamente este es un juicio muy burdo.

ETA por fin convoca a la reconciliación social, lo cual pasa por conocer la verdad y cerrar heridas, y, sobre todo, «por dar una solución democrática al conflicto político» para «apagar definitivamente las llamas de Gernika». Otra vez, el sentimiento del daño causado por ETA se legitima en otro principal: es consecuencia necesaria de un conflicto político que da lugar a la lucha armada y que prolonga el sufrimiento que Gernika encarna. La culpa ya no es culpa, sino necesidad histórica. El comunicado termina, así, al borde de la legitimación ético-política, por más que con sentimientos sinceros de compasión. Y no es poco.

Viene después la nota explicativa de por qué ETA ha decidido hacer pública esa declaración. Siempre sorprende que alguien tenga que explicar el porqué de una declaración con otro comunicado. No sé quién ha hecho la nota explicativa. Supongo que alguien que conoce a fondo la vida interna del mundo de ETA y sabe de la necesidad de aliviar sus diferencias con este apunte de fortaleza en el terreno de la verdad histórica. Doctores hay en el asunto.

En suma, y como resumen de urgencia, la declaración es un texto de gran valor ético y político: considerado en la perspectiva de los últimos años en el País Vasco, el avance es rotundo. Pero no es cierto que pida perdón a las víctimas: no lo dice directamente de todas ellas, sino de algunas que no tenían responsabilidad o relación con el conflicto; se supone que ellas son «las inocentes»; a veces dice que lo hace de corazón y, enseguida, porque facilita el proceso de paz que se abre en los nuevos tiempos; es un texto ambivalente; asume su culpa y a la vez defiende que se trata de los excesos incontrolables de la lucha armada; mezcla las cosas: todos los afectados por el conflicto han sufrido injustamente y no cabe distinguir en ello y entre ellos; es un sufrimiento que Gernika revela como ningún otro hecho y que se prolonga en el tiempo de ETA hasta que el conflicto se resuelva en justicia. Muchos vaivenes y justificaciones. Valoremos sin embargo que ETA apela a que su dolor por el sufrimiento de los otros es sincero y no quiere ofenderles; y que la verdad, la justicia y la reparación, tienen un camino por recorrer y ETA no lo teme; al contrario, se siente capaz de ganarlo y es lo más retador de su declaración. Socialmente, no debemos rehuir este emplazamiento ético.

 

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Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

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