Guillermo Gazanini

Magnética personalidad cardenalicia

Invertir en loas y panegíricos, incensaciones y adulaciones no es saludable

Magnética personalidad cardenalicia
Guillermo Gazanini

Afirmar un supuesto magnetismo que ni siquiera ha podido atraer a un gran porcentaje de sacerdotes del presbiterio arquidiocesano deja a muchos en el asombro y perplejidad

(Guillermo Gazanini Espinoza).- Una biografía otorga conocimiento sobre detalles de la vida de héroes y mártires, de forjadores o villanos al satisfacer nuestra natural curiosidad por saber quiénes fueron los que influyeron en los destinos de pueblos y naciones.

Sencillas o científicas, cualquier biografía va a la médula de la historia que perdurará por los siglos mientras la palabra esté viva en los anales y memoria. En general puede abrir la mente ampliando los horizontes de nuestra realidad procurando la comprensión del futuro, pero puede mostrar la cara antípoda de la moneda cuando es instrumento de propaganda o ideología a manera de «catecismos» del líder cuyo pueblo debe absorber al pie de la letra, coma tras coma, línea tras línea, frase tras frase.

Tales exageraciones se cuentan por cientos cuando delirios megalomaníacos han tiranizado a muchos en la Tierra. Libros de culto, por ejemplo, como el del llamado «padre de los turkomanos», Saparmyrat Nyyazow (1940-2006), cuya edición se supone fue dictada por el mismo Dios de los cielos para ser objeto de adoración y fidelidad ciega; autobiografías de propaganda que concentran citas o discursos de enseñanza ideológica como el Libro Rojo de Mao Tse Tung (1893-1976) son algunas de las más morbosas.

Existen pseudobiografías milagrosas de la nueva era para cualquier gusto que se dan por miles, expuestas en estanterías de literatura desechable para supuestamente asombrarnos con inigualables experiencias mágicas, religiosas o divinas de santones charlatanes y gurúes, por cierto, los mejores best-sellers.

 

En la Iglesia católica también hay muestras que se mueven conforme a la ley del péndulo. Desde hagiografías francamente exageradas, mágicas e irreales, pasando por las piadosas y moralinas; otras más equilibradas y justas o en el extremo opuesto, las francamente populistas-religiosas que tratan de apuntalar la vida del fundador como magnífica odisea donde la mano de la Providencia interviene hasta en momentos más pueriles e intrascendentes que insunuan delirios de grandeza. Son, efectivamente, herramienta de adoctrinamiento que serían la envidia de los megalómanos más perversos de la historia.

Desde la llegada de Mons. Carlos Aguiar Retes a la sede de la Arquidiócesis Primada de México, circula una biografía de su Eminencia bajo el título de «Una Iglesia para soñar, construyendo caminos de unidad», escrita por Marilú Esponda Sada, directora de Comunicación arquidiocesana. La obra, bajo el sello de Ediciones Sapientia (2018), cuyo portafolio tiene varias obras impresas para el CELAM y la CEM, fue la tarjeta de presentación del nuevo arzobispo repartida como pan caliente el día de la toma de posesión en febrero.

Se ha entregado como serie novelada en las páginas de ECO Semanal, ocupando la página dos donde tradicionalmente se ofrecía el editorial; para mejor réplica, el Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México ha dado continuación a las entregas difundiendo los aspectos de la vida del Arzobispo Primado desde el mundo digital.

La obra está escrita de manera asequible y entretenida. No obstante, se llega a un punto que debe admitir una pausada reflexión para entender por qué a los lectores de los medios arquidiocesanos se les receta la vida y obra de Carlos Aguiar Retes en donde hay aspectos bastante positivos, heroicos y de liderazgo, pero menos críticos, de angustia o duda como las de cualquier ser humano.

Hombre de estudio, de capacidades extraordinarias, de vocación heroica, ingenio, empresario, de amistades longas, cautivante… todo indica que era el pastor que México esperaba por designios providenciales, misteriosos que sólo Dios conoce y revelará al final de los días.

Quienes lean la serie en la primera temporada, no detectarán ni un catarro o una enfermedad mal atendida. Ninguna duda o crisis, todo para hacer de la vida del biografiado una aventura de una Iglesia para soñar. Quizá en clave para exaltar lo positivo en maniquea evasión de lo negativo; al fin y al cabo, la muestra del líder triunfante sobre cualquier adversidad apuntando hacia el Primado de México.

No hay denostación de la obra la cual guarda sus rasgos de interés; sin embargo, la difusión de la vida de su Eminencia está rayando los bordes de la exageración que en nada beneficia al Arzobispo Primado. Ayer jueves 18 de mayo, el SIAME ofreció el nuevo episodio de esta temporada: «Conociendo al Arzobispo de México: Su personalidad magnética», título que hizo arquear las cejas de muchos lectores, clérigos y laicos, al generar legítimas dudas sobre esta intencionalidad para saber hacia dónde apunta eso, si como una inocente etiqueta sin medir las consecuencias, o de verdad se están dando dosis de culto para un hombre en el Arzobispado de México y que, a tropiezos, empezamos a conocer.

 

La Comunicación Social sabe usar este lenguaje empresarial y gerencial que no es el de la Iglesia advirtiendo esta alarmante ignorancia de lo «propiamente eclesial». Más inclinado hacia el éxito profano y mundano, quienes mejor entienden del marketing para hacer dinero invierten en este catálogo para apuntalar liderazgos con fecha de caducidad. Quieren hacerlos pasar por auténticos, personajes con especial aura cuyas motivaciones esconden un efectivo dominio de voluntades que admiten del líder circunstancias admirables, únicas, que no son comunes a todos apuntalando una relación vertical y autorreferencial.

En esta jerga empresarial existe el concepto de «personalidad magnética». El neófito, de limitado destino y mortales capacidades, sólo puede admitir una cosa, no le queda de otra: Ser atraído por alguien superior. Los gurús empresariales concentran increíbles dones que dan este «toque divino» a la personalidad magnética del elegido. De esto hay numerosos estudios a un click de distancia coincidiendo en un punto esencial: Quien es magnético, seduce.

Lo envuelve un halo de misterio imposible para todos. Los inferiores son presa de ese magnetismo sin chistar; la crítica hacia él, por supuesto, es calificada de tóxica y por lo pronto, su poder es determinante aunque se matice con inocuas bondades por ser convenientes a todos. El objetivo es ser «preciosamente devastador» porque su imán atrae, conquista a los seducidos incapaces de objetar, aceptando lo que el escogido propone por ser alguien increíble, «nice», extraordinario, un «tipazo».

Si el título de «Conociendo al Arzobispo de México: Su personalidad magnética» tuvo esa intención y propósito, entonces hay un problema muy serio. Quizá Carlos Aguiar Retes ni siquiera esté enterado del cómo se hace uso de su image, traspasando la delgada línea del culto a la personalidad que nada tiene de evangélico y mucho de idolátrico. No obstante, la crítica se impone hacia quienes están apuntalando una leyenda del súperobispo que no es cristiana ni humilde.

Un santo de nuestros días decía: «Que sólo Cristo luzca», frase muy acorde en este tiempo donde la Arquidiócesis de México parece caminar entre la desilusión y la decepción, la incertidumbre y el escepticismo. Invertir en loas y panegíricos, incensaciones y adulaciones no es saludable en este momento donde priva más la ignorancia que la certeza en los caminos que ha de seguir esta gran Arquidiócesis. Afirmar un supuesto magnetismo que ni siquiera ha podido atraer a un gran porcentaje de sacerdotes del presbiterio arquidiocesano deja a muchos en el asombro y perplejidad.

El inicio de esta opinión tiene algunas referencias de esos que, usando la palabra, la envilecieron. Esto lo parece confirmar una reveladora expresión del obispo, jurista y teólogo del siglo XVI Melchor Cano, citado por George Weigel en la monumental biografía de san Juan Pablo II «Testigo de la Esperanza» y que, en sus dimensiones, puede aplicarse a la magnética personalidad cardenalicia.

Dijo el dominico: «Pedro no precisa de nuestras mentiras o adulaciones. Aquellos que defienden ciega e indiscriminadamente cada decisión del Sumo Pontífice son quienes más contribuyen a minar la autoridad de la Santa Sede; en lugar de fortalecer sus cimientos, los destruyen». Esto vale igual para este arzobispado. Y sólo van 100 días.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA
Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

Lo más leído