Josep Miquel Bausset

«La questione catalana»

"La reticencia de la Santa Sede al catalanismo"

"La questione catalana"
Josep Miquel Bausset

Según el Dr. Corts, la Santa Sede adoptó "un sí matizado al reconocimiento del hecho catalán y un no al catalanismo político"

(Josep Miquel Bauset osb).- Este es el núcleo del libro de mossèn Ramon Corts titulado: «La qüestió catalana en l’Arxiu Secret Vaticà. De la Restauració a Primo de Rivera (1875-1923)» sobre la Iglesia Catalana en este periodo de la historia.

A partir del Archivo Secreto Vaticano y del Archivo Histórico de la Secretaria de Estado, mossèn Corts ha analizado la relación de la Santa Sede con el Estado español y con la Iglesia catalana a principios del siglo XX. Es así como descubrimos las tensiones que se produjeron por el hecho catalán, la polémica sobre la pastoral catalana de la Iglesia de Cataluña, la designación de obispos, el papel de Torras i Bages, Morgades y Vidal i Barraquer y la relación que tuvieron los nuncios y los Secretarios de Estado del Vaticano.

Esta obra de mossèn Corts, según dice Sergio Pagano, Prefecto del Archivo Secreto Vaticano, «refleja muy bien la realidad sociopolítica del momento». Pagano dice que «La Iglesia no va contra el hecho catalán ni contra su lengua, ni su cultura, aunque es restrictiva con relación a la participación del clero en el movimiento catalanista, entendido en un sentido político».

Esta obra de mossèn Corts, de casi 800 páginas, analiza la voluntad de la Iglesia catalana a predicar en catalán, a hacer una pastoral autóctona y a tener obispos catalanes. Hace falta recordar por ejemplo que el nuncio Barili, ante la vacante de la diócesis de Tortosa, transmitió al Secretario de Estado Antonelli, la conveniencia que el futuro obispo hablara «el dialecto» catalán, que «el vulgo y los campesinos hablan, bien distinto de la lengua de Castilla».

Según el Dr. Corts, la Santa Sede adoptó «un sí matizado al reconocimiento del hecho catalán y un no al catalanismo político». Y por eso, y por lo que respecta al nombramiento de obispos, la Santa Sede apostaba «por obispos catalanes sí, catalanistas, no».

La reticencia de la Santa Sede al catalanismo se plasmó diversas veces. Una de ellas fue con motivo de los Juegos Florales de 1899, que había de presidir el obispo Josep Torras i Bages. Como el gobierno del Estado estaba inquieto por si Torras hacía un discurso demasiado reivindicativo, el nuncio Giuseppe Francica-Nava advirtió al obispo Torras que no hiciese ninguna referencia a la independencia de Cataluña.

Torras tuvo que enviar su discurso antes y dar explicaciones: «Tengo mi doctrina por una emanación de la doctrina tomística y enteramente con el criterio de León XIII. He procurado enlazar la corriente regionalista de mi país, con la corriente social católica». Y su texto terminaba así: «Vivimos, en España, dentro de un tal artificio que la vida real y propia del país parece un peligro, y que de otra parte las concupiscencias, las divisiones y la falta de vida reflexiva hacen que parezcan montañas lo que son muy pequeños bultos».

También la pastoral del obispo Josep Morgades de 6 de enero de 1900 sobre la utilización del catalán en la enseñanza del catecismo y en la predicación, levantó ampollas con protestas de la prensa, las Cortes españolas y el gobierno del Estado. Incluso el ministro de Justicia, pidió a Nunciatura que la pastoral fuese corregida y Morgades trasladado fuera de Barcelona. El mismo obispo Morgades advertía a su amigo Duran i Bas, que «ya no son los catalanistas de antaño los que se exasperan contra las demasías y las inmoralidades de la administración y manifiestan su mala voluntad contra Madrid; el pueblo empieza a tomar parte y no puede darse un paso sin que aparezca un conflicto».

Otro conflicto estudiado en este libro es el del recibimiento de Eduardo Dato en Cataluña, con una huelga general, con motivo del cierre de cajas y la suspensión de las garantías constitucionales. Fue el Secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Mariano Rampolla, quien pidió al obispo «una condotta di somma prudenza aliena dal favorire qualsiasi partito».

También el nuncio Arístide Rinaldi explicó al Secretario de Estado la existencia de un sector separatista que quería la independencia de Cataluña. El obispo Morgades, en respuesta al nuncio (que le pedía que se alejase de lo que favorecía al catalanismo), le respondía que «era una actividad popular, hoy sobre todo de la juventud ilustrada y de la clase media».

Otro caso de la cuestión catalana fue el intento, por parte del presidente del gobierno, Antonio Maura, de trasladar al obispo Josep Torras i Bages, el 1909, de Vic a Burgos. Cuando supo esto el cardenal Josep Vives i Tutó, le escribió una dura carta al Secretario de Estado, donde le decía que no entendía que «el nuncio sea corto de vista».

Además, le decía también que «parece imposible la ceguedad del rey en esto; es en ello un político suicida; es multiplicar el republicanismo; es trabajar en procurar un catalanismo radical e impío en vez de un catalanismo sano, católico y fuerte para defensa de la religión y del trono». Por eso el día siguiente, el cardenal Rampolla envió un telegrama al nuncio, para comunicarle que el obispo de Vic, Torras i Bages declinaba la oferta del traslado a Burgos.

Otro tema de este libro es la circular de 1913, dirigida a los religiosos sobre catalanismo y bizcaitarrismo. Fue el nuncio Francesco Ragonesi quien el 1913 envió un documento a los superiores de los capuchinos, benedictinos y jesuitas para que «vigilen el bizcaitarrismo de algunos religiosos vascongados, los cuales con esa actitud separatista, no solo pierden el espíritu de la orden, sino que se hacen odiosos al Gobierno y a la Nación. Conviene que vigilen también el catalanismo, aún cuando en este último parece notarse menos falta de prudencia y moderación».

El 1918, ahora hace cien años, en un momento de gran esplendor catalanista, salió publicada la «Carta pastoral colectiva de los prelados de Catalunya», donde alababan el «resurgimiento» del país, aunque desaprobaban la aconfesionalidad del catalanismo.

Y aún otro tema, de entre muchos otros que trata este interesante libro, es el de la Señera a la catedral de Barcelona. Fue el día de Corpus de 1919, cuando fue izada una Señera en la catedral de Barcelona, seguramente por miembros de la Lliga Espiritual de Nostra Senyora de Montserrat.

La Señera fue puesta con la autorización del cabildo de la catedral. Según un texto del obispo valenciano de Barcelona, Enric Reig, dirigido al nuncio, él la hizo retirar, pero cuando la procesión iba a comenzar representantes del Ayuntamiento y de la Diputación le exigieron que se volviese a izar. Fue el capitán general quien lo impidió y por eso las autoridades no participaron en la procesión. Incluso Josep Puig i Cadafalch se quejó al nuncio, por la actitud del obispo Reig, que recibió diversas amenazas.

La existencia de una «questione catalana» pone en evidencia la importancia de la Iglesia catalana en este periodo de tiempo (y prácticamente siempre) con obispos enraizados en la cultura catalana, que, si bien no defendían la realidad nacional de Cataluña, sí que lo hacían por lo que respecta a su realidad cultural y lingüística.

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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