Fiesta de la Asunción de la Virgen

María -la del Evangelio- y las advocaciones marianas

"La mujer sencilla y pobre de Nazaret puede ser hoy, realmente, modelo de seguimiento"

María -la del Evangelio- y las advocaciones marianas
Fiesta de la Asunción de la Virgen

Es bueno acercarnos más a la María de los Evangelios, a la mujer libre y fuerte, primera discípula y misionera, modelo de seguimiento y compromiso cristiano

(Consuelo Vélez, teóloga).- Las diferentes advocaciones o nombres de la Virgen María confunden a veces al Pueblo de Dios. Aunque tienen la riqueza de manifestar la particularidad de cada cultura y es una manera de apropiarse de la presencia mariana en una realidad concreta, muchas personas piensan que se habla de «diferentes» vírgenes o que una es más «milagrosa» que la otra. Ante esto, se hace necesario rescatar la figura de María, la mujer sencilla y pobre de Nazaret, la que acompañó a su Hijo Jesús en su misión y la que hoy, realmente, puede ser modelo de seguimiento.

Antes de hablar de María de los Evangelios, señalemos dos aspectos de las advocaciones. El primero, muy positivo, se refiere a algunos de estos rostros de María, tan proféticos y llenos de sentido.

Es el caso, por ejemplo, de la «Virgen de Guadalupe» -patrona de América Latina-. Con su rostro indígena, nos interpela sobre la incorporación real y efectiva de estos pueblos en la comunidad cristiana y en la sociedad, incorporación que fue negada al inicio del cristianismo en este continente y que aún hoy no es plena en algunos estamentos. De una realidad similar nos habla el rostro negro de «Nuestra Señora Aparecida» -patrona de Brasil-. La esclavitud siempre será un pecado histórico del que no se salvó nuestra experiencia de fe y que exige todavía hoy, la restitución de la dignidad del pueblo negro y el compromiso con el reconocimiento de todos sus derechos.

Un segundo aspecto, menos positivo, es que algunas de las advocaciones marianas ofrecen una María blanca, cabello rubio, ojos azules, llena de joyas y adornos que hacen difícil reconocer en ella la imagen de la mujer mestiza de nuestro Continente y mucho menos la de la mujer judía que sin duda fue María de Nazaret.

Hay que entender que estas advocaciones también tienen contextos y realidades históricas que las hacen válidas y no niegan su profundo significado de fe. Pero también es bueno acercarnos más a la María de los Evangelios, a la mujer libre y fuerte, primera discípula y misionera, modelo de seguimiento y compromiso cristiano (Documento de Aparecida 266.269).

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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