Gracias, Pablo e Irene, por vuestro ejemplo "evangélico"

Las vírgenes y la santa a las que rezaron los amigos creyentes de Pablo Iglesias e Irene Montero

"Felicidades por vuestra paternidad y por los substanciosos consejos que habéis dado"

Las vírgenes y la santa a las que rezaron los amigos creyentes de Pablo Iglesias e Irene Montero
Pablo Iglesias e Irene Monetro RS

Trabajar por la libertad, como en el caso de la acción política, es colaborar directamente con el mismo Dios en la creación-recreación del mundo

(Antonio Aradillas).- Felizmente obligado por el evangelio y las paráfrasis del papa Francisco a prescindir de cautelosas interpretaciones semánticas de términos tales como «ateo», «cristiano» y aún «religioso», me animo a redactar este puñado de reflexiones.

La ocasión me la brinda el comunicado conjunto publicado en las redes sociales, firmado por Pablo Iglesias e Irene Montero, él «Secretario General de Podemos», y ella «Portavoz de Unidos-Podemos en el Congreso», pero en este caso fervorosamente familiar, padre y madre de Leo y Manuel, nacidos el día 3 del pasado mes de julio, con serias y graves dificultades para sobrevivir y seguir adelante.

El comunicado, al margen de políticas, de complacencias y displicencias por parte de unos y otros, es ciertamente modélico en su redacción, y como fiel y honesta expresión de comportamiento y esquema de vida, que es lo que importa en los tiempos actuales y más en los que les corresponderá vivir y actuar a los ahora neonatos.

Para ellos y también para la suprema aspiración religiosa, consistirá nada más y nada menos que en ser «una buena persona», por supuesto y por encima de ateismos, y otras referencias, con inclusión de la fe cristiana y la católica en la diversidad de versiones, con sus correspondientes grados jerárquicos, aún pontificios.

Pablo e Irene nos hacen reflexionar, por ejemplo, y pese a su condición republicana acerca del agradecimiento del que dejan constancia, a los reyes de España preocupados por la salud de los hijos de los líderes de los primeros retoños, a enseñarles con ejemplos de vida «a ser siempre respetuosos con los que piensan distinto porque la humanidad, la decencia y la amistad no son el patrimonio exclusivo de ninguna causa».

Reconozco con honradez, como profesional de los medios de comunicación, y desde mi condición cristiana y sacerdotal, que el párrafo del aludido comunicado estuviera copiado de los escritos del otro Pablo- el de Tarso, «Apóstol de los Gentiles» por más señas-, con pleno asentimiento y participación de quien portara, e intentara vivir, el sacrosanto nombre de Irene -paz-, a favor de «Manuel» -«Dios con nosotros » o «Dios ayuda», en hebreo, y de Leo -león-, que en la simbología de todas las culturas, junto con el sol, es símbolo de luz, de transparencia, de calor y color, de convivencia, alegría, vida, nacimiento y maduración e igualdad, dado que nace y se pone para todos -buenos y malos-, como imagen y representación veraz de Dios, no acaparado ni interpretado por intereses particulares o de grupos.

 

En el contexto generado por el comunicado -«Ireneo» y «paulino»-, demanda especial atención la alusión explícita y agradecida para con «los amigos creyentes» que les expusieron a los primerizos padres no haberse ahorrado solicitar la mediación de la Virgen María bajo la advocación de «Santa María del Tránsito», y de «Santa María Liberatrice», así como de santa Rosa de Viterbo. Algunas leves pinceladas sobre estas referencias sagradas, es posible que resulten de provecho para propios y extraños.

El «Tránsito de la Virgen María» es apelativo mariano con alusión a a su muerte y a su Asunción a los cielos «revestida de sol, con la luna a sus pies, rodeada de coros angélicos y coronada su cabeza con doce estrella resplandecientes,» y que en otras liturgias, sobre todo orientales, su fiesta es denominada como «Dormición de la Madre de Dios». Las lecciones-catequesis de la festividad aludida hacen presentes la transitoriedad y fluidez de la vida, a la vez que su eternidad.

La Virgen es misterio, explicación, exposición y ejemplo a la vez, de luz, y de transparencia. Es esperanza, tanto personal como colectivamente. No es muerte «y ya está». Es garantía de perdurabilidad y constancia. No todo se acaba «aquí abajo». Se permanece en las obras y, sobre todo, en los hijos. La vocación de eternidad inherente a toda persona está perfectamente predicada y vivida en el misterio de la advocación de la «Virgen Nuestra Señora del Tránsito».

« « es venerada en un barrio eminentemente obrero de Roma. Su iglesia fue reconstruida sobre las ruinas de otra, de la que se asegurarse que fuera el primer templo dedicado a María en el mundo. La referencia a un antiguo «foro» y a un antiquísimo fresco cóncavo que sobrevivió a la matanza de los Oblatos de la Torre de Spechi, inspiradas sus reglas en el espíritu del Sermón de las Bienaventuranzas, así como el cuarto voto de la inmolación hasta la muerte, proporcionan elementos claves para quienes pretendan ejercer el ministerio de la política hasta sus últimas consecuencias, que no son otras sino el servicio al pueblo, rechazando como ignominiosa la tentación de servirse del pueblo.

La Virgen es, se llama y se invoca como «Nuestra Señora de la Libertad». Y es que sin libertad no es vida la vida. No hay persona, si la libertad no es su definición y programa. Trabajar por la libertad, como en el caso de la acción política, es colaborar directamente con el mismo Dios en la creación -recreación del mundo. Es «endiosar» mediante la entrega total, como somos, y no como otros quisieran que fuéramos en su propio beneficio.

A santa Rosa de Viterbo hay que dirigirse con un urgente, devoto y profundo «ora pro nobis». Nacida en Viterbo, en la Toscana italiana, en 1235, «de modesta familia obrera, murió a los dieciocho años escasos», en los tiempos en los que santo Tomás de Aquino escribía su «Summa Theológica» y el Dante su «Divina Comedia», recién muerto el papa Inlocencio III, que pasaría a la posteridad con el sobrenombre omnipotente del «Augusto del Pontificado». La «Leyenda Áurea» refiere de Rosa que «iba siempre descalza, y los cabellos en desorden, que eran grandes sus austeridades en la comida y que con cariño inmenso les ofrecía a los pobres todo cuanto tenía. Fue milagrosamente curada por la Virgen, quien le mandó tomar el hábito de la Tercera Orden de san Francisco, recibiendo su propia muerte cantando, tal y como lo hiciera el santo fundador»…

¡Amigos Pablo e Irene!. Felicidades por vuestra paternidad y por los amables y substanciosos consejos que habéis dado y sentido a propósito de la misma, al igual que por la cita del santoral ofertada por vuestros amigos. Todo ello ayudará a muchos a vivir con autenticidad su fe, o no fe, pero siempre, y por encima de todo, rechazando que la única opción religiosa existente es la del «Cristianismo- Cuaresma sin Pascua», con lo que ni se es persona, ni político, ni nada de nada. Y es que, en definitiva, la verdadera religión no inventa nada distinto de lo que enseña la naturaleza…

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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