¿Cómo se permite que los inmigrantes sin papeles, vengan de donde vengan, vivan en peores condiciones que los animales de las granjas europeas?
«¿Cómo se permite que los inmigrantes sin papeles, vengan de donde vengan, vivan en peores condiciones que los animales de las granjas europeas, o que sus cocinas, sus baños o sus despensas no cumplan la normativa de cualquier centro social del país?»
En esos términos se ha dirigido el Padre Ángel, fundador de la ONG Mensajeros de la Paz, al presidente de la Comisión Europea, Durao Barroso, al concluir su visita a la isla italiana de Lampedusa, donde el jueves pasado murieron al menos 300 inmigrantes clandestinos al naufragar su embarcación.
El sacerdote español muestra en la carta su dolor ante la visión de los féretros de los rescatados del mar «111 ataúdes sin nombre, solo con un número, sin nadie que les vele y les llore a excepción de unos policías que de estar vivos les hubieran pedido la documentación en cualquier calle».
Pero el fundador de Mensajeros de la Paz se muestra más conmovido tras la visita al centro de acogida de Lampedusa, donde «se hacinan 1.000 personas, siendo su capacidad sólo para 300. Señor presidente, los muertos duelen mucho, pero los vivos duelen más».
«¿Cómo es posible esa situación cuando todos los espacios públicos de la Unión Europea deben someterse a un aforo, y si se sobrepasa, sus propietarios son sancionados?», se pregunta el Padre Ángel en su carta al presidente del Ejecutivo europeo.
Ésta es la carta íntegra:
SR. D. JOSE MANUEL DURÄO BARROSO
PRESIDENTE
COMISIÓN DE LA UNIÓN EUROPEA
Rue de la Loi 175,
B-1048 BRUSELAS
Madrid, 7 de octubre de 2013
Querido presidente de la Comisión Europea,
Acabo de volver de la isla de Lampedusa, coordinado labores de ayuda humanitaria de la Asociación Mensajeros de La Paz, la ONG que presido desde hace 51 años, que trabaja en atención social, cooperación al desarrollo, y ayuda humanitaria en 48 países y que entre otros reconocimientos nacionales e internacionales, ha recibido el premio Príncipe de Asturias de la Concordia.
Le confieso que volví estremecido y compungido al conocer sobre el terreno la situación que allí se vive.
He visitado ese hangar del aeropuerto, con 111 ataúdes sin nombre, solo con un número, sin nadie que les vele y les llore a excepción de unos policías que de estar vivos les hubieran pedido la documentación en cualquier calle. 111 personas que ni siquiera descansarán en Lampedusa porque en su cementerio ya no caben más fosas comunes de tantos muertos desconocidos.
Por las aguas, no tan alejadas de la costa, donde todavía están los cuerpos de más de 200 personas, que muy probablemente permanecerán allí para siempre. Piensa que si hubieran ido a bordo de un crucero de lujo seguro que ya estarían todos en tierra, vivos o muertos.
Uno se pregunta porqué existiendo tantos medios, tantos helicópteros, tantos sónar, pueda pasar esto. Uno no entiende cómo es posible que cientos de cayucos, pateras y barcos de desguace se echen al Atlántico o al Mediterráneo llenos de personas y que se vayan a pique sin que nadie se entere, cuando técnicamente los satélites pueden leer la matrícula de un vehículo circulando por cualquier lugar del mundo.
También he conocido de cerca la vida de los inmigrantes del Centro de Acogida, donde se hacinan 1.000 personas, siendo su capacidad sólo para 300. Señor presidente, los muertos duelen mucho, pero los vivos duelen más. Ese centro, más que de acogida es de internamiento; es como una cárcel provisional, donde niños y adultos sólo tienen un colchón de espuma sobre la tierra en la parcela que rodea al edificio, tras la alambrada,
pero fuera porque bajo techo no hay sitio. Es una situación indigna, injusta, insana, que incluso pone en peligro sus vidas.
¿Qué pasaría si hubiera un incendio, un accidente, o se propagará alguna enfermedad?
¿De quién sería la responsabilidad?.
¿Cómo es posible esa situación cuando todos los espacios públicos de la Unión Europea deben someterse a un aforo, y si se sobrepasa, sus propietarios son sancionados?.
¿Cómo se permite que esos seres humanos, vengan de donde vengan, vivan en peores condiciones que los animales de las granjas europeas, o que sus cocinas, sus baños o sus despensas no cumplan la normativa de cualquier centro social del país?.
¿Porqué se aplican métodos de identificación y control a estos inmigrantes tan duros y de forma tan rigurosa; los mismos que se aplican a los reos condenados por la justicia?. A los niños se les miden los huesos par determinar su edad, a los mayores se les pone una pulsera magnética para controlar donde están. Sólo falta marcarles la piel a fuego.
¿Porqué una familia inocente de cualquier delito -según la ley de Dios y del sentido común- ha de vivir tras una verja, vigilada por la policía y el ejército?.
¿Qué justifica que los ojos de tantos niños pequeños vean esas cosas cada día?
No puede ser, Presidente, no lo podemos seguir permitiendo: ni los ciudadanos, ni los políticos que administran en nombre del pueblo. Basta ya de esas condiciones que recuerdan más las cárceles de algunos países de los llamados del Sur, (eufemismo para no decir pobres y con poco desarrollo) que cuando los vemos en documentales nosnos sobrecogen.
Todo lo que he dicho antes no sólo se refiere al Centro de Acogida de Lampedusa, sino a todos. Hoy esa pequeña isla es Europa entera. La situación de muchos Centros de Acogida que he visto en otros lugares no es mejor. Los inmigrantes ilegales de Lampedusa son los mismos que llegan a otros puntos de las costas europeas, como las de Portugal, o de España, o del resto de Italia.
¿Cómo es posible que la Unión Europea no garantice, ni de derecho ni de hecho, un trato digno a estos inmigrantes?
¿Porqué tenemos tan mala memoria, cuando no hace tanto éramos nosotros, los europeos: italianos, españoles, irlandeses, portugueses etc., los que nos embarcábamos cruzando el mar huyendo del hambre para buscar una vida mejor para nuestros hijos?.
¿Cuál es la razón de que nuestra autoridades de la Unión no reaccionen de una forma humana ante esta sangrante tragedia de la inmigración ilegal, cuando todos los ciudadanos europeos han sentido como propia la VERGUENZA que el Papa Francisco clamó antes que nadie?
En Lampedusa hablé de estos temas, de esta situación de «lesa humanidad» con el presidente del gobierno de la Región de Sicilia, Sr. Rosario Crocetta, y con la valiente alcaldesa Giusy Nicolini, de Lampedusa.
Por eso le pido ahora, con todo respeto, toda admiración, y todo cariño, que me conceda una cita para poder hablarlo con Ud. para ser ante esa Comisión la voz de los que no la tienen.
Estoy convencido que desde el cargo que ocupa, Ud. puede hacer mucho por aliviar la tragedia de tantas personas. Por ejemplo, exigir que, sencillamente, se apliquen las normas para los centros sociales europeos a los centros de acogida de los inmigrantes. Hacer que las leyes que garantizan la dignidad y los derechos de las personas en Europa, se hagan extensivos a todos los que pisan nuestras tierras, al margen de que tengan o no papeles, porque todos tienen algo más importante: el alma y la condición humana.
Muchas gracias.
Padre Angel García
Presidente y Fundador de la Asociación Mensajeros de la Paz
▪ Los muertos duelen mucho, pero los vivos duelen más.
▪ Acabo de volver , el Centro de Acogida , más que un centro , es una cárcel provisional
▪ La identificación, que se les hace, intenta ser tan exhaustiva, que no sólo se piden los datos, sino que a través de radiografías, se suele averiguar hasta la edad.
▪ No se les ponen grilletes, pero se les ponen pulseras.
▪ Lo último ya sería, que les marquen con un hierro candente, como a los animales.
▪ La habitabilidad del Centro, no se tiene en cuenta ni el aforo ni la salubridad, ni la comida, en la mayoría de los casos.
▪ Si una sala de cine, con aforo de sólo 70, se le sanciona, por entrar alguno más ¿cómo en estos centros, o cárceles no se sanciona?.
▪ Su salubridad tiene peores condiciones, que las granjas europeas.
▪ Se puede con los satélites y otros medios, saber cuando se infringe una ley, y ¿ no se puede localizar en mar abierto, cuando en una embarcación corren peligro las vidas de miles de personas?
▪¿No nos acordamos nosotros los portugueses, los españoles , los europeos, que nuestros padres o abuelos también fueron inmigrantes?.
▪ Cuánta diferencia hay ante el rescate de una embarcación de inmigrantes de color, cuando esta en peligro, de perder vidas humanas. A los de los cruceros de ocio.
▪ En voz del Papa «es una vergüenza».
▪ En voz de la alcaldesa Giusy Nicolini, «vengan a contar los cadáveres conmigo».
▪ Estoy convencido, de que nunca habrá una guerra como la de Iraq, en que la apoyen muchos países.
▪ Estoy convencido, que tampoco habrá, un acontecimiento como la tragedia de Lampedusa.
(Rd/Agencias)