Aún no conoce el Palacio, pero Osoro ya se ha hecho un hueco en las casas y los corazones de los sacerdotes, de los niños de la Cañada Real, de los presos de Soto el Real (a los que visitó el pasado 26), de los ancianos, de los enfermos, de los niños
(Jesús Bastante).- El profeta y el peregrino, juntos en Nochevieja. La noche más especial del año, seguramente también la que evidencia los mayores contrastes. Muchos no reparan en gastos, otros no tienen qué comer, ni nada que celebrar. Son los «descartados» de la sociedad, en ocasiones también de la Iglesia. Este mediodía, casi un centenar de ellos almorzaron en el Comedor Social que gestiona Mensajeros de la Paz en Villaverde. Con un invitado especial: el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro.
Monseñor Osoro llegó al comedor alrededor de las 13,30 horas, acompañado por el fundador de la ONG, el padre Ángel García. Fue un encuentro familiar, emotivo y sencillo. El arzobispo saludó a todos y cada uno de los presentes, desde los voluntarios a los beneficiarios: hombres, mujeres, ancianos y niños, enfermos, inmigrantes, familias enteras a los que la visita del prelado les hizo encontrar un resquicio a la esperanza. La de que el año que entra traiga oportunidades para todos.
Cada uno tuvo su tiempo. Osoro no miró el reloj para compartir bendiciones, confidencias, risas y abrazos. También para silencios y escuchas. El menú, el mismo para todos: crema de calabaza, pollo al horno, «uvas de la suerte» y tarta de chocolate.
Una jornada íntima, que prosiguió con una visita al «belén reivindicativo» que Mensajeros de la Paz tiene en Fuencarral, y que culminará con una cena con los ancianos de la residencia donde el arzobispo continúa viviendo, dos meses después de su entrada en Madrid.
Aún no conoce el Palacio, pero Osoro ya se ha hecho un hueco en las casas y los corazones de los sacerdotes, de los niños de la Cañada Real, de los presos de Soto el Real (a los que visitó el pasado 26), de las residencias de ancianos, de los enfermos de Alzheimer, de los niños que, también en Madrid -mal que les pese a las autoridades- siguen pasando hambre.
No fue una comida de discursos, aunque tanto Osoro como el padre Ángel quisieron bendecir la comida y desear un feliz año 2015 a todos los presentes. En el brindis -porque se brindó, y con sidra asturiana, como merecen los orígenes del padre Ángel-, el arzobispo de Madrid agradeció al sacerdote asturiano su dedicación -más de medio siglo- a los más pobres.
«Si el padre Ángel no existiese, habría que inventarlo», y quiso brindar «para que tengáis una salida digna en la vida. Que Dios cambie el corazón de los responsables para que consigáis cubrir vuestras necesidades y las de vuestras familias».
Por su parte, el presidente de Mensajeros de la Paz afirmó ser «un honor tener aquí al doble del papa Francisco. Y como a él, le gusta estar siempre con los más desfavorecidos». «Lleva poco tiempo pero ya se ha ganado el corazón de los madrileños«, culminó el padre Ángel, visiblemente emocionado. Un año nuevo empieza… aunque en la Iglesia de Madrid éste haya comenzado ya hace dos meses.