Cuando me pregunta la gente cómo puede ayudar a esas personas de Ecuador, les digo que primero tienen que conocer lo que están sufriendo; después, conocer que eso ha ocurrido porque una empresa que vende mucho petróleo es una malnacida
(Jesús Bastante).- «Luchamos contra la pobreza, ¿te apuntas?» es el lema de la 56 Campaña Contra el Hambre de Manos Unidas. Su presidenta, Soledad Suárez, está convencida de que erradicar el hambre es posible, pese a la actitud de los gobiernos, y la sociedad occidentales. «La ayuda oficial al desarrollo ha bajado de una manera drástica. ¿Tú has visto manifestaciones en España protestando por eso?«, sostiene.
La palabra pobreza aparece medio borrada porque, por fortuna, hay muchas personas borradoras de pobreza. La primera pregunta es obligada: queda mucha pobreza por borrar. ¿Es posible el sueño de erradicarla?
Yo creo que sí. Es importante que nos demos cuenta de que trabajando se consiguen cosas. Pero también es muy, muy importante que seamos conscientes de que solos no podemos. En Manos Unidas tenemos una magnífica herramienta en las manos. Sabemos que es eficaz, pero también sabemos que queda mucho por hacer en cuanto a modificar las causas por las que se produce la pobreza. Eso es más complicado, estamos más atrasados. Para eso hay que llegar de verdad al corazón de las personas. Hacer que cada una paremos y veamos hasta qué punto nuestra manera de vivir, de consumir y de organizar nuestra vida está influyendo en que haya gente que esté pasando necesidades.
¿Somos generadores, en cierto modo, de esa pobreza?
Vivimos en un mundo en el que muchas de las personas que estamos en los países ricos sí que estamos metidos en un círculo que provoca pobreza en otros países. Deberíamos abrir los ojos porque, además, con cambios muy pequeños en nuestra manera de consumir -que no afectarían para nada a nuestra felicidad- conseguiríamos que en esos sitios la gente pueda disponer de más elementos para conseguir por ellos mismos lo básico. Tampoco se le puede regalar riqueza a nadie. Ellos son los que tienen que procurar obtener lo fundamental.
No somos nadie para otorgar carnés de ricos o de pobres… Aunque lamentablemente durante muchos años se ha hecho así. ¿Estamos condenando a media parte de la humanidad?
Las sociedades no son una cosa abstracta en la que puedas tú intervenir. Las sociedades somos muchas personas: cada uno de nosotros somos los que tenemos que cambiar. Si no vamos a por ello, no lo conseguiremos.
¿Cómo trabaja Manos Unidas? ¿Cuáles son esos pequeños pasos que cada uno podemos hacer? Y en el otro ámbito, ¿cuáles son lo proyectos que desarrolláis?
Esas son efectivamente las dos patas que tiene Manos Unidas para caminar. Nuestros proyectos de desarrollo se hacen en el terreno, en los países que los necesitan, y aquí en España, con la educación para el desarrollo. Con ella tenemos que ir con mucha más paciencia, fíjate: hay que modificar hábitos que están muy metidos… Además, hay otras muchas partes de la sociedad interesadas en que la gente no cambie. Que sigamos consumiendo de una manera ilógica y desenfrenada.
¿A la sociedad opulenta le interesa que haya lázaros?
Yo creo que no, pero que somos muchos -a mí me gusta meterme entre los que no luchamos lo suficiente contra la pobreza- los que estamos agarrados a unas certidumbres que hacen que ni siquiera nos hagamos preguntas. Por eso la labor tiene que ser la de suscitar el interrogante: ¿pero de verdad necesito todo esto que tengo? Yo creo que la respuesta es no: que podemos prescindir de consumir tanto y seguir siendo igual de felices. Y, si nos descuidamos, más.
Cambiando el polo de la importancia, de lo que importa. Teniendo en cuenta la perspectiva de los que no tienen nada…
Incluso sin esa perspectiva: ¿puedo estar yo esclavizado por tantas cosas materiales? ¿Puede ser un motivo de preocupación que me tenga que ir de vacaciones al Caribe en vez de a una costa de aquí? Lo que hay que suscitar en el corazón de las personas es cuestionarse qué es lo que las hace realmente felices. Si opto por lo que es más sencillo, además estoy favoreciendo a ese que vive en el Caribe pueda vivir mejor.
¿Cómo trabajáis esas pequeñas cosas de la otra «pata» de Manos Unidas?
Elaboramos documentos. Tenemos uno, por ejemplo, de Seguridad alimentaria, que es muy importante. Es un tema que, además, está preocupando a nivel mundial, a muchísima más gente. Otro de los elementos básicos de nuestra Educación para el desarrollo es concienciar contra el desperdicio de alimentos. Es algo tan sencillo como no tirar la comida. Este país antes no era tan rico, y como yo ya soy mayor, recuerdo que de pequeña me decían que la comida no se tira. Hoy ya no lo decimos. Es tan sencillo como decirles a todos los que tienes a tu alrededor que antes de servirse el plato piensen lo que van a comer.
A mí mi madre me dice lo de comer con los ojos.
Es que, después de que te lo hayas echado en el plato, si no te lo comes todo, lo vas a tirar. Hay que comer con la cabeza y con el corazón. Por ejemplo, cuando vas a comprar, ¿por qué tienes que buscar lo bonito? ¿Por qué perseguimos lo estético, si el tomate que lo sea menos va a estar igual de rico, y además vas a ayudar a que el productor de origen no tire ese tomate? Son quizá muy pequeños pasos, pero en pos del equilibrio. Puede resultar de una eficacia muy grande.
También trabajáis en el ámbito educativo con este tipo de campañas.
Claro, porque estas ideas que sugerimos son las que queremos expandir por toda la sociedad. Normalmente, cuando lanzas estas ideas, creas una respuesta inmediata: alguien te dice algo que se le ha ocurrido que se podría hacer además… Remueves el caldo de cultivo de ideas nuevas. Mientras que, por el contrario, una cosa lleva a la otra: nuestro consumo de agua, nuestro consumo de luz, gasolina… Cuando tú ves todos estos consumos, si estás en una asociación como la nuestra, con tu calefacción puesta, te acuerdas de lo que viste en la Amazonía: que una empresa petrolífera se ha permitido el lujo de extraer petróleo allí, en unas condiciones que en su país, que es Estados Unidos, no se hubieran consentido, y ha provocado una contaminación tan grande que ha hecho que las personas que allí viven estén sufriendo el doble de abortos y el triple de cánceres de antes.
Cuando me pregunta la gente cómo puede ayudar a esas personas de Ecuador, les digo que primero tienen que conocer lo que están sufriendo; después, conocer que eso ha ocurrido porque una empresa que vende mucho petróleo porque nosotros le pedimos mucho petróleo es una malnacida, que está contaminando como no contamina en su país.
Parece que no somos conscientes del efecto mariposa; de las implicaciones de nuestro comportamiento.
Exacto. Tampoco puedes criticar todas las petrolíferas. Pero a las que hacen eso, sí. Hay que luchar. Si empiezo la lucha consumiendo menos petróleo, ya estoy dando un gran paso.
Te veo más optimista que el año pasado. Te recuerdo tan crítica como ahora, con lo de los recortes, pero menos esperanzada con el cambio social. No el de los gobiernos…
Pero si es que los gobiernos forman parte de la sociedad. Es otra cosa que tenemos que tener muy clara: nosotros no podemos ir creando compartimentos: que si los gobiernos, que si las multinacionales… si todo influye a todo.
¿O sea que se puede seguir trabajando contra la pobreza aunque la ayuda al desarrollo se haya paralizado?
Me alegra que se me haga esa pregunta. La ayuda oficial al desarrollo ha bajado de una manera drástica. ¿Tú has visto manifestaciones en España protestando por eso? No, lo que quiere decir que a la sociedad española no le importa.
O no lo sabe.
Sí lo sabe. Si te interesa, te enteras. Ese, quizá, es un gran fallo de todos los que estamos en Educación para el desarrollo: no hemos conseguido que a la sociedad española le importe esa bajada.
Es extraño, porque el germen de todos los procesos asociativos para conseguir una sociedad mejor, su actualidad la tienen incluso en lo político, pero su origen está en unas acampadas que lo que pedían era el fin de la deuda externa.
Sí, el 0,7 y todas esas cosas. Sin embargo, eso ahora no le importa a nadie, porque tenemos crisis aquí. Entonces hemos pensado que, cuando nos sobraba el dinero, íbamos a darlo afuera, pero que ahora ya no… Por eso te digo que el gobierno no está metido en un cubículo: somos cada uno de nosotros los que hemos perdido la conciencia. Lo mismo que somos los que tenemos en nuestras manos, en nuestro voto, en nuestra manera de vivir, un arma mucho más eficaz. Si el gobierno no lo hace, vamos a pedírselo. Pero con ganas y con fuerza. Verás cómo lo hace.
¿Estás convencida de que es posible? ¿Tenemos esa capacidad cada uno de nosotros, como miembros de la gran familia humana, de hacerlo?
Por supuesto. Hay que hablar con la gente. Pensar, y después llegar juntos al cambio. La historia es muy larga para los que llevamos muchos años en esto. Pero ¡cuántas cosas se han conseguido que parecían imposibles? Por ejemplo, los defensores de los derechos civiles en Estados Unidos en los años 60. Murieron todos los que lucharon, pero ahora hay un presidente de raza negra. Ellos lucharon y ya se ha conseguido. Tenemos miles de ejemplos. Yo no puedo dudar del poder de las personas. Ni de cada uno de nosotros ni mucho menos del poder de actuar juntos. A mí no me importa no llegar a verlo: ya se conseguirá. Aparte de que, indudablemente, sí estamos viendo algunos victorias: la pobreza está bajando.
¿Cuál es la radiografía de esa situación de bajada del hambre en el mundo? ¿Y qué hace Manos Unidas, con sus más de seiscientos proyectos en países pobres para conseguirlo? ¿Dónde estáis y qué hacéis?
Manos Unidas está por todo el mapa. Nuestros proyectos de desarrollo, que son los que hacemos fuera de España, son muy numerosos: aprobamos al año 600 proyectos. Eso no quiere decir que se hagan todos en el plazo de un año: algunos se desarrollan en dos o en tres, otros que ya se estaban haciendo se continúan… Lo cual quiere decir que ahora mismo tendremos unos 1.200 proyectos abiertos. Los sacamos adelante gracias al inmenso número de voluntarios que tenemos y sin duda tenemos un sólido tronco de profesionales contratados que le dan continuidad al trabajo de los voluntarios, a pesar de que todos los puestos de responsabilidad en Manos Unidas son llevados por voluntarios. Yo soy voluntaria, los responsables de área son voluntarios… Me gustó mucho una cosa que dijo una vez un delegado de Manos Unidas para definirnos: somos personas que queremos trabajar por ayudar a la gente. Nada más que creer que es de justicia esa ayuda. Ya sabes lo que decían dos magníficos papas, Juan XXIII y Juan Pablo II: «a la caridad se llega a través de la justicia». Mientras no se alcance la justicia, no podemos hablar más que de seguir dando migajas. Sin lugar a dudas, trabajando por la justicia, también das un poco de ti de forma caritativa.
En Manos Unidas, el trabajo ha ido evolucionando con nuestra sociedad: es un trabajo continuo. Siempre decimos que vamos al pobre entre los pobres. Y por supuesto que tenemos todavía muchos pobres en muchas partes del mundo, pero, por otro lado, con esos otros que ya no son tan pobres, seguimos apoyando proyectos de mayor envergadura cada vez. Una gran traída de aguas tiene más capacidad de transformación que un pozo… Seguramente tengas que empezar por el pozo, pero no te puedes quedar ahí: tienes que seguir apoyando luego. Porque, cuando le das a la gente su agua, su escuela, su centro de salud, estás creando ya un tejido social. Y ese tejido no puedes abandonarlo, tienes que seguir trabajando con ellos.
Ahora mismo, en Manos Unidas estamos haciendo las dos cosas. Es un poquito complicado, pero ya tenemos experiencia de muchos años. Hay gente dentro de Manos Unidas que te pregunta por qué en vez de hacer proyectos tan grandes no vamos directos al más pobre… Tratamos de hacer las dos cosas. La sociedad española, además, es distinta a la de hace cincuenta años: antes te exigía otra serie de cosas y ahora pide sobre todo eficacia y que tú seas capaz de demostrar dónde tienes el dinero y adónde lo llevas. La sociedad ha cambiado sus parámetros. Tenemos miedo, por desgracia, de que la gente se ampare en una causa muy justa pero se quede el dinero.
Pero Manos Unidas puede acreditar por auditorías y el trabajo de más de cincuenta años que el dinero va adonde tiene que ir.
Siempre está ahí la famosa frase de yo no doy dinero porque no sé dónde va luego. El quid estará entonces en, antes de dar dinero, mirar a quién se lo das. Infórmate, que hay muchísimos medios.
Sí, porque a veces la solidaridad la tenemos demasiado pegada al bolsillo y no miramos al ojo de a quien estamos dando…
Incluso yo tengo una amiga que me explicaba que su hija vio un anuncio en la televisión y fue a dar sin mirar a quién. Ese es un paso irresponsable: hay que saber a quién donamos, cómo lo van a gastar… Tener conocimiento de en qué se emplean los fondos.
La confianza en una ONG o en otra implica responsabilidad. Llevamos mucho tiempo hablando de palabras con el prefijo «con»: te tienes que fiar de alguien, pero la confianza acarrea que tú participas. Si confías, participas. No puedes ofrecer algo sin saber dónde va, sin hacerte responsable de tu parte, que es el dinero que das…
Yo creo que la confianza se conquista con el conocimiento. Lógicamente, si tú das a conocer lo que estás haciendo, ofreces transparencia. La gente confía en Manos Unidas por eso y porque, además, nosotros, en nuestras campañas, trabajamos con la gente de cada país al que vamos. Trabajan ellos con nosotros. Están dando su testimonio personal.
Los salesianos que trabajan con el ébola en África, con las mujeres explotadas y protituidas en India…
Cuando ese ente abstracto de la sociedad, que está formado por personas, oye esto, se deja conquistar. Están escuchando a personas reales, sinceras, sacrificadas, que están dando su testimonio personal. Muchas veces yo les digo que no nos hablen de cifras: que hablen de lo que están viviendo. Eso toca a la gente, que no tiene confianza porque nosotros le damos este conocimiento de lo que estamos haciendo. De cada euro que le dan a Manos Unidas, Manos Unidas usa diez céntimos en administración (en los gastos de mantenimiento estructural: la oficina, los empleados…), y 90 van directamente a los proyectos de desarrollo y a la Educación para el desarrollo.
Cuando se vaya a dar un donativo, yo recomendaría que se mirara de dónde viene la ONG, cómo trabaja, en qué invierte el dinero… Hay muchas maneras de saberlo: páginas web, coordinadoras… Yo pediría ese pequeño apoyo a la gente. Que no se deje mover por impulsos. Toma tu decisión fríamente.
Luchamos contra la pobreza, ¿te apuntas? La forma de apuntarse es a través de la página de Manos Unidas, donde además pueden ustedes informarse de todo esto que ha dicho Soledad: saber dónde va el dinero, quiénes son los que manejan los proyectos, qué se va a conseguir… Es una manera de hacerse responsable, corresponsable de este mundo que nos toca vivir.
Soledad, muchísimas gracias. Siempre es un placer hablar de cambiar el mundo, que nos lleva a nuestra infancia pero también a nuestro proyecto de vida. Hablabas antes de los derechos de las minorías raciales en Estados Unidos… Echando la vista atrás, Manos Unidas también ha conseguido muchísimo en todos estos años. Estamos en una sociedad creo que mejor que en la que nos encontrábamos hace años.
La gente me pregunta cómo puedo sonreír viendo lo que veo… Estoy alegre porque tengo esperanza. Porque ellos se merecen, lo primero, nuestra sonrisa y nuestra esperanza. Esto se puede acabar: es un sentimiento absolutamente real.
Otros titulares:
En algunos países estamos metidos en un círculo que provoca la pobreza de otros países
con cambios muy pequeños en nuestra manera de consumir -que no nos afectarían para nada- conseguiríamos que en esos sitios la gente pueda disponer de más
Hay que suscitar el interrogante para que la gente se plantee si va a ser feliz prescindiendo de consumir tanto
Hoy ya no decimos que la comida no se tira
A la sociedad española parece no importarle la bajada drástica de la ayuda oficial al desarrollo
No puedo dudar del poder de las personas cuando se juntan
Todos los puestos de responsabilidad en Manos Unidas los llevamos voluntarios
Desviar las aguas de un río tiene mayor capacidad de transformación que construir un pozo: no podemos quedarnos en el pozo
En esta sociedad tenemos miedo de que la gente se ampare en una causa muy justa y se quede el dinero
La confianza se conquista con el conocimiento