Las prostitutas con las que tratamos son hijas de mujeres que a su vez han sido traficadas
(Jesús Bastante).- Sister Caridad Paramundayil, religiosa adoratriz india, ha sido una de las presentadoras de la campaña de Manos Unidas «Luchamos contra la pobreza, ¿te apuntas?«. La religiosa, que trabaja buscando un futuro para menores abocadas a la prostitución en el subcontinente indio, contempla el futuro con esperanza, pues «nuestras niñas, que están saliendo y muchas ya estudian en la universidad, trabajan, como otras niñas». «Es la pobreza lo que lleva a estas mujeres, engañadas, a la prostitución«, denuncia.
Bienvenida a España y a Religión Digital. Sister Caridad es religiosa adoratriz. Está aquí de visita, presentando con Manos Unidas estas semanas la Campaña Luchamos contra la pobreza, ¿te apuntas? ¿Cómo contactan contigo para que vengas a ayudar en la presentación de este año?
Desde 1999 nos están ayudando con nuestros proyectos, en cuatro o cinco. Y el año pasado, en octubre, estuvieron conmigo unas señoras de Manos Unidas. Como nos conocimos, me hicieron la propuesta. Les valía, porque hablo el español.
Háblanos de vuestros proyectos en India.
Yo he nacido en Kerala, es el sur de la India, donde nacían todas las vocaciones. Ahora, desafortunadamente, la situación es que somos sólo ocho hermanas. La gente estudia, va al extranjero, tienen menos hijos… Se están volviendo un poco materialistas.
Un poco occidentales.
Entonces, las vocaciones son menos. También porque ha habido bastante persecución en el norte. Los padres no quieren que sus hijas vayan al norte, y afecta a las vocaciones del sur.
Es una realidad en India, Pakistán…
También nosotras hemos sufrido. En el 99, Manos Unidas, como decía, nos dio un proyecto de seis años. Era con las mujeres jóvenes analfabetas de las zonas rurales. Venían y se quedaban un año con nosotras, en una formación como de ama de casa. Empezamos enseñándoles a escribir, leer, contar… Estuvimos enseñando, proyecto tras proyecto, hasta que con la persecución, incendiaron nuestra casa. Todo lo que pudieron llevar, lo llevaron. Luego quemaron la casa.
Yo estuve allí en 2004. Estaban con el tema del partido VJP
Eso es, eran ellos. Ahora mismo, es el gobierno que tenemos en el centro. No lleva ni un año y ya nos han quemado seis iglesias en Nueva Delhi.
¿El indio es un pueblo violento contra la religión?
No. El 80% de las personas son hindúes, pero un hindú es una persona muy buena. No quiere esas violencias. Ellos son unos grupos de fanáticos, pero el pueblo hindú es muy pacífico. Quiere vivir respetando todas las religiones, sobre todo a los cristianos, porque tenemos la educación, la ayuda sanitaria… Los hijos de toda esta gente han sido formados en las escuelas de los jesuitas, lo salesianos y otras congregaciones religiosas. Pero hay un grupo de fanáticos que se apoya mutuamente con el gobierno.
Lamentablemente, se habla mucho de la persecución a los cristianos en Siria, Irak…por el Estado Islámico, pero a veces olvidamos que hay muchos seguidores de Jesús que están siendo perseguidos por su fe también en otros sitios: África, India, China…
Hace unos días uno de esos líderes fanáticos ha dicho que todo el trabajo de la madre Teresa lo hizo con intención de lograr conversiones. Menos mal que toda la India, todos los partidos, están protestando: se enfadaron.
Madre Teresa es un ejemplo para India y para toda la Humanidad. Tengo entendido que, en los proyectos con Manos Unidas, trabajáis principalmente con chicas, con las niñas víctimas de la prostitución.
Sí, es lo que ahora hacemos. Cuando nos quemaron la casa, por un lado, fue providencial, porque nos metimos de lleno a este trabajo. En India tenemos dos provincias de las adoratrices, yo pertenezco a la de Calcuta. Tenemos cinco casas donde recogemos a estas niñas, y otros cinco o seis centros. Nosotras vamos a los barrios de prostitución. Allí, con algunas, entramos en conversación. Con el contacto, ganamos su confianza y luego, con la ayuda de las propias mujeres, visitamos los slums, los barrios de chabolas donde viven. Entonces, en el mismo barrio o al lado, abrimos un taller, y motivamos a las mujeres para que manden a sus hijas.
No son centros para estar internada, sino para trabajar en talleres durante el día.
Claro. Nosotras lo llamamos centros de contacto. No les hablamos nada de la prostitución. No tocamos su vida. Sólo empezamos a enseñarles habilidades: corte y confección, hacer detergentes y perfumes de bajo coste…
Mostrar que hay otras vías que posibilitan la subsistencia más allá de la prostitución. Porque estas chicas con las que tratáis, ¿se ven abocadas a la prostitución por cuestiones familiares, son víctimas de redes de explotación…? ¿No tienen otra opción para ganar dinero y alimentar a sus hijos?
Han sido sus madres las que han sido traficadas. De Nepal, de Bangladesh, de otros estados de la India… Si no sacamos de allí a estas hijas, a estas jóvenes con las que trabajamos, van a tener que seguir el mismo oficio que sus madres. La mayoría de ellas ya ha entrado. Pero nosotras les damos una formación: no sólo esas clases, sino que a la vez, charlando con ellas, les enseñamos valores morales, higiene, salud… Los jesuitas nos ayudan, también: tienen campamentos y esas salidas vienen muy bien psicológicamente. Cuatro veces al año, tenemos unos cinco días de formación: vienen a la casa que nos ha construido Manos Unidas se quedan con nosotras: ellas cocinan y pasan el tiempo con nosotras. De la convivencia de esos días salen chicas mejores: recuperan su autoestima.
Manos Unidas nos hizo las casas, los centros. También nos está financiando esta formación. Tenemos 45 jóvenes, en dos grupos. De esas, en los últimos cuatro años doce chicas han salido de la prostitución. Se han casado, tienen vidas normales. Cuando completan el curso, siempre les regalamos una máquina de coser. Entonces, ya trabajan desde su casa.
¿Cómo está la prostitución en la India?
Muy mal. Es una hipocresía porque, si no hubiera hombres que buscaran sus servicios, no habría prostitutas. Por un lado buscan el servicio, pero por el otro las rechazan. A las prostitutas se las trata peor que a las intocables. Son gente mala para ellos.
¿También hay castas en la prostitución?
No creo que sea el problema porque, perteneciesen a la casta que perteneciesen, las chicas que han sido secuestradas y traficadas pierden su situación. Da lo mismo. Las miran muy mal. Incluso, cuando nosotras empezamos a trabajar con ellas, otras religiosas nos preguntaban cómo entrábamos allí.
Esa era mi siguiente pregunta: ¿Cómo se os ve a vosotras, religiosas adoratrices, entrando en lugares que no se consideran «decentes»?
Al principio nos miraban con sospecha. Ellas se preguntaban a qué íbamos. Pero una vez ganamos su confianza, esas mujeres nos quieren y nos hacen partícipes de todos sus problemas. De familia, de salud, no sólo de prostitución. Somos sus hermanas, saben que estamos por ellas. Ha habido algún proyecto de ONGs que van allí, tienen cierta cantidad de dinero, lo dejan, dan cosas y, cuando se termina ese dinero, se marchan. Ellas pensaron que haríamos lo mismo. Pero estamos ahí: nos quedamos con ellas.
¿Cómo estáis viviendo desde India, país de millones de personas, desde vuestra Iglesia, a un Papa por primera vez venido de las periferias (teniendo en cuenta que en Europa nos creemos el centro? No de Oriente, pero sí del Fin del Mundo, como él dijo.
En general, creo que hasta los hindúes y musulmanes lo están viviendo con aprecio. La actitud de sus palabras y lo que dicen, lo ven con ojos positivos. Cuando voy al médico o a una tienda que atiende un hindú, me cuentan que han oído lo que ha dicho el Papa de forma positiva. Los fanáticos nos acusan a los cristianos de que no somos indios, aunque hayamos nacido allí, porque nuestra lealtad es «a Roma».
Si os acusan de no ser verdaderos indios, tal vez la respuesta sería que sois fieles a Jesús, que está dentro del corazón de todas las personas. Incluso de esas mujeres azotadas por la prostitución.
Nuestro carisma es el de Santa María Micaela, la fundadora de la congregación, que era madrileña. Su objetivo fue el de rescatar y rehabilitar a estas víctimas. Y aunque nosotras lo tenemos dentro, como carisma, al principio es natural que se tenga miedo. Yo recuerdo la primera vez que entré en un barrio de prostitución… No sé por qué, pero lo tenía. Pero esas jóvenes son muy buenas. Y nadie las quiere, nadie las ayuda… No mucho pero, poco a poco, las estamos ayudando. Estamos ahí para eso. A las niñas pequeñas, de cinco a trece años, una vez que las madres nos tienen confianza, las sacamos de ahí. Manos Unidas nos ha hecho otra casa en otro pueblo y, desde allí, van a las escuelas. Porque si van a la escuela desde el barrio, los otros padres protestan: no quieren que se mezclen con sus niñas.
Al final todo se sabe, en los barrios pequeños.
En cambio, estando con nosotras en otro pueblo, nadie sabe de qué barrio vienen. Son de la casa de las hermanas. Y esas niñas -tenemos muchas esperanzas- tendrán un futuro mejor que el presente de sus madres. De hecho, estos años tenemos una niña que ha terminado el bachiller, los estudios secundarios, y está empezando una carrera de cuatro años, de enfermera. Otra, está trabajando, después de una formación en informática…
Has venido aquí para hablar de la Campaña de Manos Unidas desde tu experiencia de trabajo. Si tuvieras que dar una razón a los que nos están escuchando, ¿por qué dirías que hay que aportar -a través de un donativo o de otra manera- a Manos Unidas?
Donde yo trabajo, es la pobreza lo que lleva a estas mujeres a la prostitución. Son engañadas. Alguien va sus pueblos y les dice que ofrece un trabajo muy bueno. Pobre gente, que no tiene, muchas veces, comida y están pasándolo mal. Pensando que van a encontrar un trabajo, el trabajo que encuentran es la prostitución. A veces ni lo saben hasta el último momento… Si les ayudamos enseñándoles otras habilidades, podrán ganarse la vida sin prostituirse. Manos Unidas es quien presta esa ayuda a su formación. La que no ayuda a nosotras.
Ayuda a que tú puedas ayudar.
Todos los que contribuyen con Manos Unidas, al final lo que están haciendo es darles una vida diferente a estas jóvenes. Algo se puede hacer, y no hay madre que no quiera que su hija pueda salir de la prostitución. Cuando las sacamos a ellas, ayudamos a sus madres. Por lo menos les queda el consuelo de que sus hijas no terminan en ese oficio.
…Y construiremos una sociedad con personas más libres, más formadas y con más capacidad de transformación de la propia realidad. Sister Caridad Paramundayil, muchísimas gracias por tu testimonio, por tu trabajo, por venir aquí a contárnoslo. Gracias también a Manos Unidas por su ayuda, por esta campaña y por todos los años que lleva realizándola. Apuntémonos a borrar la pobreza, a hacer realidad este lema.
Gracias a vosotros por darme esta oportunidad de explicar nuestra misión, que no es muy conocida, por la discreción que necesitamos tener. En India mismo, habrá gente que quiere ayudarnos, pero quieren publicidad. Y eso no podemos darlo, porque nuestras jóvenes son personas que merecen un respeto.
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