Hay una "responsabilidad ética" de poner rostro al enfermo, explica el director del CEHS

José Carlos Bermejo: «Humanizar la salud significa tener una mirada más que veterinaria o biologicista»

"Nos enfermamos biográficamente y nos curamos de igual modo, no solo biológicamente"

José Carlos Bermejo: "Humanizar la salud significa tener una mirada más que veterinaria o biologicista"
José Carlos Bermejo, director del Centro de Humanización de la Salud RD

Humanizar la salud no se trata de sonreír artificialmente y poner una florecita en la mesilla del enfermo, sino que va a la raíz de nuestra dignidad

(Jesús Bastante).- José Carlos Bermejo es director del Centro de Humanización de la Salud de los religiosos camilos. Centro donde, como explica en esta entrevista con RD, forman a todos, desde psicólogos a presbíteros, para acompañar a los enfermos «de una manera muy personal, que es muy necesario en el sufrimiento». Convencidos como están en el centro de que los ritos del final de la vida «hay que humanizarlos, y para esto hay que prepararse».

Estamos con José Carlos Bermejo, director y uno de los creadores del Centro de Humanización de la Salud, ese magnífico lugar que existe en Tres Cantos y que hemos visitado en más de una ocasión. Un lugar donde se aprende a vivir en las puntas. Allí, siempre me he llevado una sensación muy extraña. Muy placentera, incluso en las situaciones de dolor.

Nunca es tarde para agradeceros que exista; no sé si recuerdas, hace más o menos un año, que estuvimos allí, visitando las unidades de esa parte del hospital donde están las personas que pasan sus últimos momentos, este bien morir. Ese lugar de tránsito que forma parte de la vida y que a veces olvidamos, dice mucho de vuestro trabajo.

Pero hoy, no solo has venido a hablar de esto: dentro del Centro de Humanización de la Salud os ocupáis también de la formación, porque hay una serie de temas que no se tratan convenientemente en la educación más tradicional.

Vosotros tenéis educación reglada, mediante convenios con distintas universidades. Pero además planteáis una serie de másteres, de cursos y de posgrados complementarios y que que vienes a presentar. Cuéntanos.

El centro San Camilo, al que te refieres, es una cosa muy especial como tú dices. Combina la asistencia -que no es tan fácil- a personas mayores, dependientes y a enfermos al final de la vida, con una bonita, muy particular y muy entrañable unidad de cuidados paliativos, para atender a los enfermos que se encuentran al final de la vida.

Viven en ella unos treintas días, más o menos, y pasan por allí muchas familias y muchos pacientes que fallecen en nuestra unidad. Hay otras en España afortunadamente, porque los cuidados paliativos se están desarrollando.

Afortunadamente, sí, porque es un tema que todavía nos da miedo. Ahí, juntamos muchos conceptos.

Sí. Y es un centro donde atendemos al duelo, que es una buena noticia dentro de la Iglesia y en la sociedad. Ha incrementado la sensibilidad para salir al paso de una manera un poco más profesional, del acompañamiento de duelos complicados.

Cuando hablamos de duelos no solo hablamos de muerte de familiares, que también, sino de pérdidas de todo tipo. De esa quiebras de vida.

En el sufrimiento que acarrea la elaboración del dolor por algún tipo de pérdida, cualquiera que sea. De pérdida/duelo migratorio del que se cambia de lugar de vivir, duelo por pérdida de roles, por la pérdida de una parte del cuerpo, de una función…

Nosotros nos hemos especializado fundamentalmente en acompañar a personas que han perdido a un ser querido, o que lo están perdiendo. En duelo anticipado y duelo post mortem, sobre todo cuando se complica por las complejidades de las causas o de los vínculos.

Y luego, está la parte formativa a la que aludías, que tan importante es para humanizar este mundo del acompañamiento en el sufrimiento. Tenemos formación de posgrado, formación profesional, y formación continuada.

Formáis a los que van a estar cuidando de los más frágiles en unos elementos que no se tratan en las grandes carreras relacionadas con la salud, y que tienen mucho que ver con lo que estás hablando. No solo cuidados paliativos sino el acompañamiento y el cuidado.

Esa compasión y esa ternura de la que tanto habla el Papa Francisco, que también tiene una vertiente, muy profesional, para este tipo de personas.

Sí. La revolución de la ternura a la que se refiere el Papa no es una cuestión de ternurismo blandengue, sino que ha de ir de la mano de unas competencias y de una formación del corazón.

Formamos en «counselling», una palabra que no hemos traducido porque no se traduce en nuestro contexto. En América Central dicen conserjería.

Formamos para acompañar de una manera muy personal, que es muy necesario en el sufrimiento. La compasión es un concepto muy amplio, pero, ¿cómo compadecerse, concretamente cuando alguien está viviendo sus últimos días, o está perdiendo a su pareja, o a su hijo, su padre…? Pues esto ha de operativizarse con competencias -que a mí me gusta llamarlas blandas- relacionales, emocionales, éticas, espirituales y, a veces, culturales.

Estamos dando esta formación a psicólogos, a trabajadores sociales, médicos y enfermeras, presbíteros, asistentes espirituales, etc, que ejercen su acompañamiento con personas que sufren.

Se ha puesto menos de moda el «counselling» que el «coaching» en nuestro contexto, porque no hay publicidad.

Y el «coaching» es más empresarial. Al final, estás hablando no tanto de personas como de instrumentos empresariales.

También se habla de personas, yo también me he formado en «coaching».

Sí, y es interesante, pero hay un objetivo más comercial, por decirlo así.

El desarrollo personal en vistas a que eso tenga un eco en la producción, o en los trabajos de equipos.

El «counselling» en España se está difundiendo. Hay varias asociaciones ya, de personas que se han formado en el «counselling». Y hay algo que es muy hermoso: desde que nosotros creamos el primer centro de escucha, allá por el 1997 hasta hoy, han nacido treinta centros de escucha, repartidos por la geografía española. Y casi todas todos llevan el nombre de San Camilo, porque así creamos red y mostramos que seguimos una misma filosofía.

Y tenéis un autobús.

Tenemos una unidad móvil, que es una auto-caravana transformada en un centro de atención, para acudir allí donde hay situaciones de emergencia. No solamente situaciones de terremotos o accidentes, sino porque haya una persona que se suicida en el colegio y eso impacta a todo el aula. O hay una persona que ha tenido un accidente e impacta a todo el grupo, y los padres o los profesores no siempre tienen recursos suficientes.

Con esta unidad móvil, nosotros nos hacemos presentes y reforzamos esta red -a la que me refería- de centros de escucha que ha nacido por diferentes lugares de España, casi todos con la firma de la Iglesia. Eso es una cosa muy hermosa.

Y que hay que valorar, porque muchas veces no se publicita lo suficiente. Esa maestra de humanidad -que se le llama a la Iglesia en ocasiones- y que es en este tipo de acontecimientos cuando se demuestra más, piel con piel.

Además de este Máster en «Counsellling» tenemos otro, que es Máster de Intervención en Red. Esta es otra sensibilidad creciente.

Creo que están pasando dos cosas, por un lado en la sociedad y por otro en la Iglesia: aumenta la sensibilidad a la necesidad de acompañar, individualmente y en grupo, cuando el duelo se complica. Y, por otro lado, también hay nichos oscuros que no terminamos de humanizarlos. Hay muchos ritos fríos, fúnebres.

Sí, de hecho, no hay un ritual de exequias. Hay un libro de un sacerdote madrileño, publicado en San Pablo hace bastante tiempo, que habla de los ritos específicos; que no es lo mismo hacer un funeral de una persona mayor que ha fallecido, que de un chaval que se ha suicidado o de una persona que ha sufrido un accidente y que ha perdido a varios miembros de la familia. Que hay situaciones mucho más dramáticas que otras. Y hay muchas formas de entrar.

Es verdad que los funerales en muchas ocasiones, a no ser que la familia tenga algo preparado, suelen ser bastante fríos. No solo los funerales, sino todo lo que conllevan, desde la muerte en un hospital hasta el enterramiento y después.

Los ritos hay que humanizarlos, y para esto hay que prepararse. Pero luego hay una parte mucho más interna, y otra más social y jurídica. La interna necesita mucha más preparación para ser acompañado en la cabeza, en el corazón, en las conductas; suceden muchas cosas con ocasión de la pérdida de la pareja o de un hijo. Tanto, o más si las causas de fallecimiento son súbitas y no ha dado tiempo para prepararse.

Es una cuestión de salud pública también. No atender de manera adecuada a las personas en duelo, es dejar a la deriva procesos que pueden terminar en enfermedad y en muerte.

En alguna otra ocasión, tú y yo hemos hablado de ese silencio que a veces se da respecto a la muerte, respecto al dolor y al sufrimiento. Como que hay una suerte de barrera de cristal que no se ve, pero está muy presente y hace que la gente se sienta muy sola.

El pacto de silencio. La cultura latina ha aprendido a no mirarse a los ojos y preguntar si «estás muy malito», si «me quieres decir algo» o «qué quieres dejar entre nosotros…»

La conspiración de silencio termina abandonando a la persona que está al final de sus días, y es una expresión de la angustia que nos genera el vernos en los ojos del moribundo: nos evoca nuestra propia fragilidad, nuestra vulnerabilidad. Se convierte en algo vergonzante el diálogo transparente, el diálogo en la verdad. Y reprimimos y negamos.

En ciertos contextos las cosas están cambiando, porque los cuidados paliativos están haciendo camino entre nosotros. Desde el punto de vista de las necesidades asistenciales no podemos estar satisfechos, porque cubriremos, probablemente, el 40% de las necesidades. El 18% de las necesidades en el mundo. Pero estamos caminando, y este camino es indicador de una creciente sensibilidad, que solo se hace superando la tendencia a la negación. Suceden las dos cosas.

Y las negativas de todo tipo…

Los marcos legales están promoviendo la superación de la negación de la proximidad de la muerte. Por lo tanto, se promueve mucho más la paliación que el encarnizamiento técnico, que antes se podría llamar más terapéutico.

Es un tema que todavía nos da mucho miedo de hablar y de desarrollar conceptos. Incluye, a veces en un mismo término, cosas que son distintas, sobre todo en lo relacionado con el final de la vida, que en eso la Iglesia tiene mucho donde trabajar y explorar.

La semana pasada hubo un congreso de los hermanos de San Juan de Dios en El Escorial, y hay que reconocer que tanto ellos, como vosotros y otras instituciones de la Iglesia, sois pioneros en esos trabajos por el cuidado de los que están al final de la vida. De esa defensa de la vida, que todavía es vida aunque esté muy próxima al final. Con dificultades, porque es verdad que la institución todavía tiene que ir caminando hacia una comprensión de los términos.

Hay un desafío que yo también experimento: creo que muchos de los posicionamientos del magisterio de la Iglesia se han criticado, con frecuencia, antes de ser conocidos.

Yo me apunto también a discernir y a deliberar en el diálogo. Pero, muchas veces, por ejemplo el posicionamiento de la Iglesia en torno al encarnizamiento técnico, es desconocido, o a la sedación paliativa: se piensa que el magisterio de la Iglesia dice que no cuando, en realidad, en muchas de las respuestas a la mayor parte de las cuestiones hay consenso.

Yo siempre hablo del testamento vital, que es una de las cosas que, al menos en España, quien lo promovió fue la Iglesia católica y se nos ha quedado ahí, olvidado o lo parece. Cuando incluso lo técnico, sería una buena solución para que ni los médicos, ni otros, al final acaben decidiendo por la persona que, libremente puede, también, hacerlo con antelación. Al final, forma parte del «horror vacui» ante la muerte, que comentabas tú.

Hacer un posgrado sobre el duelo es complicado, pero tiene que ser uno de vuestros grandes éxitos a nivel de participación.

Sí; el Máster en Duelo y el Máster en Counselling son las estrellas de nuestras actividades formativas. Tenemos otros en Pastoral de la salud, en Gestión, en Cuidados paliativos…

De Gestión y Dependencia, que será, probablemente, más técnico. Y otro, que se llama Humanización. ¿En qué consiste un posgrado en humanización?

Esta es una buena noticia también para la sociedad, y ante la cual la Iglesia podía manifestar una mayor sensibilidad: está sucediendo que las instituciones públicas en varias autonomías en España, están desarrollando planes de humanización de la asistencia sanitaria. En particular, la Comunidad de Madrid lo promulgó el verano de 2016, y ahora está en fase de desarrollo.

¿En qué consiste?

Es el Plan de la Humanización de la Asistencia Sanitaria; tiene diez líneas estratégicas entre las cuales están la atención del principio de la vida, del final de la vida, con los enfermos mentales, hospitalización, cuidados intensivos, urgencias, atención primaria…, diferentes espacios de asistencia que están reclamando ser vividos de una manera más humana. A veces se trata de gestionar los lugares donde esperamos, el tiempo que esperamos, la calidad de la comunicación, en la personalización en la relación.

Todos hemos estado en urgencias alguna vez.

En otras ocasiones se trata de cómo podemos dormir mientras estamos ingresados; con luces que molestan o ruidos que molestan. Otras, cuánto tiempo podemos visitar a nuestro ser querido, que está secuestrado en cuidados intensivos como si no fuera nada nuestro. Y quizá sufriendo en el aislamiento.

Los famosos «boxes» de urgencias.

Hay unos planes de humanización que son una buena noticia para la sociedad. También hay resistencia de algunos profesionales, porque puede parecer una acusación de que no son suficientemente humanos. Pero hay que hacer planes de humanización y es una resistencia que podemos superar, y eso no se hace sin formación. De ahí que ofrezcamos un máster que ayuda a reflexionar qué significa humanizar. Porque no se trata de sonreír artificialmente y poner una florecita en la mesilla del enfermo, sino que va a la raíz de nuestra dignidad.

De colocar al enfermo como lo que es, y que no deja de ser aunque esté enfermo: un ser humano.

Y tener una mirada más que veterinaria, más que biologicista. Nos enfermamos biográficamente y nos curamos de igual modo; no solo biológicamente.

¿Cómo afrontas el futuro de los cuidados paliativos y de la humanización de la salud en general?

Comentabas antes que se están dando bastantes pasos: ¿eres optimista respecto a que en un futuro próximo podamos tener una sociedad y un sistema sanitario más humanos?

Sí. Solo que mi mirada no quiere caer en la tentación de la mirada corta.

Yo viajo fuera de las fronteras de España, y trabajo en actividades relacionas con la humanización y la deshumanización en América Central, en América del Sur, un poco en Oriente y un poco en África. Y me doy cuenta de que al hablar de humanización, o lo hacemos con mirada de gallina de lo que nos pasa en nuestro hospital, complementaria con la mirada de águila de lo que nos pasa en el mundo, o nos estamos mirando el ombligo.

Es decir, aquí tenemos que esperar a que nos hagan una prueba diagnóstica. A veces, las salas de espera no son lo que desearíamos, es justo que trabajemos para humanizarlas.

Sí, pero no te olvides de que en algunos sitios, tener un centro de salud a menos de quince kilómetros es un éxito.

Por eso estoy esperanzado de que humanicemos, de que hagamos más a la medida del ser humano nuestra propia asistencia sanitaria, que será una de la mejores del mundo. Y a la vez, creo que no habrá humanización mientras que no haya salud para todos. Y todos, somos «todos», no solo los de mi autonomía.

Que la globalización también llegue al mundo de la salud y de la humanización de la salud.

No hay humanización si no tenemos esta mirada.

En ese sentido, ¿os sentís respaldados por la institución y por este Papa? Porque sí parece que es el Papa del momento de la globalización, y que está poniendo el foco en que sea distinta de lo que hasta ahora se estaba pensando que era; lo económico y lo mercantil. Está hablando de la globalización y del cuidado de vincular la tierra con todos los que viven en ella.

Hay una mirada de mayor hincapié en las cuestiones sociales, de exclusión, de marginación, de sufrimiento, de falta de libertad y de empobrecimiento. Está enriqueciéndonos, sin duda.

Respecto a cuestiones de reforma de la Curia, estamos ante un momento de desafío. Vamos a ver si instituciones, que existían y que prestaban un buen servicio como pudiera ser el Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud, con la nueva organización de los dicasterios encuentran su lugar y la vemos potenciada realmente, y no se queda en una subsecretaría que pudiera camuflarse y ser menos objeto de atención.

Hemos hablado de los posgrados, creo que lleváis veinticinco o treinta años con la formación; han pasado miles de alumnos por vuestras aulas. Es un éxito. Los de este curso ya estarán casi cubiertos, pero entiendo que todavía hay plazas.

Siempre, en el mes de septiembre estamos en fase de matrícula.

Dinos, un poco, cómo son. Si son presenciales u «on line». Y dónde podemos encontrar más información e inscribirnos.

Nuestros posgrados tienen características que los definen y los distinguen de los demás. Sin duda, lo mejor, a mi juicio, es venir a hacerlos al Centro de Humanización de la Salud, porque interactuamos. Entras a clase, y si te cruzas con alguien en situación de ser atendido por duelo, o con otro que está en silla de ruedas, eso, es ya interactuar. Y no de estar en una nube o en un aula lejana, sino estar con la mirada y la sensibilidad en en el terreno.

Tenemos «cámara de Gesell», que es un espacio que permite hacer prácticas y ser supervisados al otro lado del cristal. Disponemos de actores entrenados y hacemos prácticas supervisadas, una característica muy difícil de encontrar en el mercado. Y nos ayuda mucho a trabajar el desarrollo personal de quien quiera acompañar en el sufrimiento no solo en teoría, sino entrenándose y siendo supervisado.

Tenemos la posibilidad de hacer prácticas en nuestras unidades asistenciales, y nuestro propio centro de escucha; esto le da una característica, no solo de oasis porque es placentero hacerlo, sino de compromiso muy personal de desarrollo en los potenciales de humanizarse para humanizar, y no solo adquirir conocimientos para incorporarlos en las propias profesiones.

¿Hay otras posibilidades de acceder a estos cursos?

Hay modalidad «on line». Tenemos un máster universitario con la Universidad Católica de Valencia que permite hacer esta formación a personas que caminan hacia el doctorado, o a personas que no vendrían nunca a un aula porque no pueden o porque están en otros países. Y también es una plataforma que tiene muchas posibilidades, porque el «on line» de hoy es mucho más rico que el que podríamos tener hacer unos años.

Los presenciales y los «on line», desde nuestro Centro de Humanización de la Salud, dependen del centro Ramón Llull de Barcelona. En Barcelona también impartimos el Máster en Counselling.

¿Qué tienen, además, de especial?

Pues que están avalados por nuestro camino de experiencia: no somos solo, digamos, profesores universitarios. Estamos en la acción, pensamos y publicamos. Hemos escrito ciento cincuenta libros, en estos veinticinco años que yo dirijo el centro, y esto es un indicador de que hay reflexión y de que hay documentación.

Hacemos investigaciones de campo y esto nos permite generar conocimiento y, por tanto, los másteres no son solo adoctrinamiento, sino un hervidero de reflexión y de desarrollo.

Se encuentran todos en nuestra página web. Y en los buscadores con las palabras clave «counselling», «duelo», «humanización». Estamos bien posicionados. Además, tenemos links.

Sí, en Religión Digital.

José Carlos, ha sido un placer como siempre. Esperemos que los posgrados, como todos los años, sean un éxito. Y que continuéis con vuestro trabajo, porque ahí tenemos un desafío abierto, para ir caminando sin prisa pero con paso firme, y entendiendo que la vida también es esto.

También que podemos hablar de lo más humano; a la hora de hacer un posgrado, un gran freno suele ser la pasta. Nuestros precios son medios.

¿Dos mil quinientos, dos mil setecientos?

Sí, más o menos. La no-formación es más cara que la formación, en muchos espacios. Tener en el ámbito de la salud, de la intervención social, en el de la asistencia espiritual personas no entrenadas, le sale más caro a la organización.

No es un plus, digamos, para dar un barniz de belleza a la intervención, porque la gente está formada. No; es una responsabilidad ética.

También a efectos económicos, no tener en las instituciones que prestan servicios sociales, educativos y sanitarios, personas bien formadas con frecuencia suele ser mucho más caro que invertir en el desarrollo de este tipo de capacidades que afrontan conflictos, disminuyen conflictividad evitable y no solo aumenta la satisfacción de las personas, sino que da eficacia a la intervención previa en la salud. De lo contrario, al doliente que no ha sido acompañado debidamente, lo tendremos en el centro de salud con más frecuencia y gastará más en el sistema.

Y fundamentalmente, que son programas testados con la gente y que surten efecto para los enfermos y para los propios cuidadores. Porque también tenemos que cuidar a los que cuidan y formar a los que cuidan, para, entre todos, lograr una sociedad más humana.

«Humanización» es una palabra que deberíamos utilizar más. Gracias por recordarla siempre. Y por tenerla en vuestro nombre, el Centro de Humanización de la Salud, como no podía ser de otro modo, con el carisma de san Camilo.


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Tenemos formación de posgrado, formación profesional, y formación continuada

La revolución de la ternura a la que se refiere el Papa no es una cuestión de ternurismo blandengue, sino que ha de ir de la mano de unas competencias y de una formación del corazón

Estamos dando esta formación a psicólogos, a trabajadores sociales, médicos y enfermeras, presbíteros, asistentes espirituales, etc, que ejercen su acompañamiento con personas que sufren

Desde que nosotros creamos el primer centro de escucha, allá por el 1997 hasta hoy, han nacido treinta centros de escucha, repartidos por la geografía española

Tenemos una unidad móvil, que es una auto-caravana transformada en un centro de atención, para acudir allí donde hay situaciones de emergencia

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Desde el punto de vista de las necesidades asistenciales no podemos estar satisfechos, porque cubriremos… el 40% de las necesidades. El 18% de las necesidades en el mundo. Pero estamos caminando

Muchos de los posicionamientos del magisterio de la Iglesia [en la pastoral de la salud] se han criticado, con frecuencia, antes de ser conocidos

El Máster en Duelo y el Máster en Counselling son las estrellas de nuestras actividades formativas

No habrá humanización mientras que no haya salud para todos. Y todos, somos «todos», no solo los de mi autonomía

Hay [con este Papa] una mirada de mayor hincapié en las cuestiones sociales, de exclusión, de marginación, de sufrimiento, de falta de libertad y de empobrecimiento. Está enriqueciéndonos, sin duda

Nuestros posgrados tienen características que los definen y los distinguen de los demás

Disponemos de actores entrenados y hacemos prácticas supervisadas, una característica muy difícil de encontrar en el mercado

Tenemos la posibilidad de hacer prácticas en nuestras unidades asistenciales, y nuestro propio centro de escucha

Hay modalidad «on line»… [y es] una plataforma que tiene muchas posibilidades, porque el «on line» de hoy es mucho más rico que el que podríamos tener hacer unos años

[Nuestros cursos] están avalados por nuestro camino de experiencia: no somos solo… profesores universitarios. Estamos en la acción, pensamos y publicamos

Los másteres no son solo adoctrinamiento, sino un hervidero de reflexión y de desarrollo

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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