Mensajeros de la Paz da el último adiós a su gerente en San Antón

Padre Ángel: «Siempre nos acompañará la sonrisa y la bondad de Pedro Mella»

Juan Carlos Gutiérrez: "El Padre y Pedro formaron un tándem y un binomio que hizo milagros muchas veces"

Padre Ángel: "Siempre nos acompañará la sonrisa y la bondad de Pedro Mella"
Funeral de Pedro Mella en San Antón

Quien planta árboles, cosecha alimento. Quien planta, flores, cosecha perfume. Quien siembra trigo, cosecha pan. Quien planta amor, cosecha amistad

(José M. Vidal).- «No te digo adiós; te doy las gracias, porque hoy soy mucho mejor persona que el día en que te conocí». Así despedía, emocionado hasta las lágrimas, el Padre Ángel a Pedro Mella, gerente de Mensajeros de la Paz, pero sobre todo su amigo, su báculo, su hermano, uno de aquellos niños a los que recogió en ‘La Cruz de los Ángeles’ y con los que comenzó su obra, hace ya más de 50 años.

Los Mella y los Gutiérrez fueron, precisamente, las dos primeras sagas de hermanos a los que el Padre Ángel brindó acogida y calor de hogar. Y para toda la vida. De hecho, como recordaba el propio fundador de Mensajeros, Pedro fue el primer niño que se trajo con él a Madrid. Tenía tan sólo 9 años y, a su lado, comenzó a trabajar y a ganarse la vida, hasta conseguir colocarse nada menos que como el encargado de la bolsa.

Cincuenta años de vida compartida. Siempre a su vera, muy cerca, pero sin protagonismo. Su mano derecha, su apoyo más firme, la persona en la que confiaba ciegamente, el que, durante todo ese tiempo, le cubría le retaguardia económica, para que él pudiese volar. «Le casé, bauticé a sus hijos y a sus nietos, compartimos tantas penas y alegrías. Pedro fue mi hijo, fue ese hermano que nunca tuve«, explicaba, con voz entrecortada, el Padre Ángel.

Por eso, recordaba los duros momentos del final, en los que, «apretaba los dientes y le decía al Señor: ‘Dios mío, no puede ser…'». O, cuando le dió «la última bendición en la habitación del hospital y Feli, su mujer, hacía que apretase con la mano la imagen de la Virgen de Covadonga».

Pedro Mella y el Padre Ángel

En los momentos tristes del adiós, el Padre Ángel agradecía el calor y el cariño de tanta gente, que llenaba a rebosar la iglesia de San Antón, y de tantos otros que, con mensajes, wasaps, emails o cartas, quisieron mostrar sus condolencias. Como el cardenal Osoro, arzobispo de Madrid, que le envió un mensaje lleno de cariño y ternura al «amigo, roto por el dolor».

Dolor y esperanza agradecida. «Nos queda su sonrisa, su bondad, sus hijos y sus nietos. Y su memoria. Porque Pedro tenía muchas virtudes. La principal, su amistad y que irradiaba algo especial». Por eso, el Padre Ángel quiso terminar su homilía, pidiéndole a la Santina que «sintamos la sonrisa de Pedro desde el cielo». Y mandándole «besos, abrazos y aplausos», mientras el templo rompía en una larga y cariñosa ovación.

En el altar, el Padre Ángel, rodeado de 12 curas. Los cuatro de Mensajeros de siempre: José Vicente Rodríguez, Julio Millán, Domingo Pérez y Ricardo Fernández. A los que se sumaron, los nuevos curas de Mensajeros, que colaboran en San Antón. Junto a los curas, los monaguillos sin techo y el coro Alborada, que, con sus bellas interpretaciones, dio solemnidad al funeral.

En el primer banco, Feli, la esposa, y los hijos de Pedro, Sergio y Jorge, asi como todos sus familiares, amigos y compañeros, que sonreían, complacidos, al ver las instantáneas de su vida en las pantallas de la iglesia. Allí estaba Pedro, con su eterna sonrisa, disfrutando de sus hijos, de sus nietos y de los niños pobres de diversas partes del mundo a los que acogió en las casas de Mensajeros. Devolvió con creces lo que a él le dieron. Sabía, por experiencia propia, cómo quema las entrañas la falta del calor de hogar.

Antes de concluir el acto, un par de recuerdos emocionados. Juan Carlos Gutiérrez (el mayor de la saga de los Gutiérrez) recordó que «el Padre y Pedro formaron un tándem y un binomio que hizo milagros muchas veces». Aproximadamente 50.000, que son los niños acogidos durante todos estos años por Mensajeros y que, gracias a ellos, tuvieron una segunda oportunidad en la vida.

Por parte de Mensajeros-Edad Dorada, intervino Francisco Sigüenza, para glosar que, «en momentos como éste, se nota que Mensajeros sigue siendo una familia» y que «la felicidad está en amar y dejarse amar».

Tras la bendición, el Padre Ángel anunció públicamente que Sergio, el hijo mayor de Pedro, será el nuevo gerente de Mensajeros de la Paz, mientras sonaba el himno a la Virgen de Covadonga y el del Sporting de Gijón, el club de los amores de Pedro Mella. Y es que, como dice una canción, «Quien planta árboles, cosecha alimento. Quien planta, flores, cosecha perfume. Quien siembra trigo, cosecha pan. Quien planta amor, cosecha amistad«.

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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