Hoy, también hay falsos salvadores, que intentan sutituir a Jesús. Líderes del mundo, santones...
(Jesús Bastante).- Definitivamente, Francisco es un Papa diferente. Sólo a él podía ocurrírsele, al término del concurridísimo Angelus del domingo en Roma -el sol respetó a los miles de fieles que se agolpaban en San Pedro- «recetar» una medicina, que hizo repartir entre el gentío. «¿El Papa es farmacéutico? Es una medicina especial, para concretizar los frutos del Año de la Fe. Se llama ‘Misericordina‘».
No se trataba de una broma: Francisco blandía una caja de medicamento, con «59 grajeas de medicina espiritual». Dentro, un Rosario, «una ayuda espiritual para nuestra alma y para difundir en todas partes el amor, el perdón y la fraternidad».
Antes de ese momento final, recibido con aplausos por la multitud, Bergoglio reflexionó sobre el Evangelio de este domingo, en el que Jesús anuncia que del templo «no quedará piedra sobre piedra». «¿Cuándo acontecerá esto? Pero Jesús no presta atención a los tiempos, eso es secundario». Lo relevante, para el Papa, son dos cuestiones.
«Primero: no dejarse engañar por los falsos mesías, no dejarse paralizar por el miedo. Segundo: vivir el tiempo de la espera como el tiempo del testimonio y la esperanza».
Para el Papa, el Evangelio de hoy «es una invitación al discernimiento, a la virtud cristiana de entender dónde está el Espíritu del Señor». Y es que «hoy, también hay falsos salvadores, que intentan sutituir a Jesús. Líderes del mundo, santones… Personajes que quieren ocupar el corazón de los hombres, especialmente de los jóvenes».
«El Señor nos pide no tener miedo y poner frente a las guerras y el sufrimiento», afirmó el Papa, quien pidió hacer «frente al fatalismo, Jesús se opone a las falsas visiones apocalípticas»
En segundo lugar, el Papa recordó cómo «Jesús anuncia las persecuciones para sus discípulos, que padecerán por su causa». «Estamos totalmente en las manos de Dios. Las dificultades que encontramos para nuestra fe y adhesión al Evangelio, son ocasiones para el testimonio, para abandonarse a la fuerza de su espíritu y de su gracia».
«En este momento pienso, pensemos todos, hagámoslo juntos, en tantos hermanos y hermanas cristianos que sufren la persecución a causa de su fe», indicó Bergoglio, que admiró «su testimonio y su fuerza. Son nuestros hermanos y hermanas que en tantas partes del mundo sufren por ser fieles a Jesús. Les saludamos con el corazón y con afecto». «La Misericordia de Dios se cumplirá, ésta es nuestra esperanza», culminó el Papa, quien como buen farmacéutico, «recetó» posteriormente la «Misericordina».