Cincuenta mil almas que reflejan el futuro de la Iglesia, algunas de las cuales han preguntado al Papa sobre la libertad y acerca de un mayor protagonismo de los jóvenes en el futuro de la Iglesia
(J. Bastante).- Francisco no tiene vacaciones. No las necesita, precisa más bien del contacto con los fieles. Esta tarde, en la plaza de San Pedro, volvieron a ser multitud: más de 50.000 chicos y chicas monaguillos de las diócesis alemanas y de Viena, a quienes el Papa pidió «no uséis mal vuestra libertad«.
Cincuenta mil almas que reflejan el futuro de la Iglesia, algunas de las cuales han preguntado al Papa sobre la libertad y acerca de un mayor protagonismo de los jóvenes en el futuro de la Iglesia. «No hay mayor libertad que la del Evangelio«, afirmó Bergoglio. «Si seguís a Jesús y a su Evangelio, vuestra vida será como una planta que dará frutos abundantes«, añadió.
El Papa llegó con algo de retraso a la plaza de San Pedro, donde los coros de monaguillos competían para ver quién cantaba más alto, quién con más fe. En torno a las seis, el pontífice se personó en la plaza en el jeep abierto, saludó a todos y cada uno de los chicos y chicas, y rezó con ellos las vísperas.
Tras las mismas, les dirigió unas breves palabras, en las que les recordó que «Dios, nuestro Padre bueno, nos quiere libres, pero también quiere que no usemos mal nuestra libertad».
«Dios nos demuestra que Él es el Padre bueno», indicó Bergoglio. Y ¿cómo lo hace? «Lo hace a través de la encarnación de su Hijo, que se vuelve como uno de nosotros. A través de este hombre concreto de nombre Jesús, podemos entender aquello que Dios pretende verdaderamente».
«Él quiere personas humanas libres, porque se sienten protegidas siempre como hijos de un Padre bueno«, continuó el Pontífice, quien incidió en que «para realizar este plan, Dios tiene solamente necesidad de una persona humana. Tiene necesidad de una mujer, una madre, que traiga al mundo al Hijo. Ella es la Virgen María, que honramos con esta celebración vespertina».
«María fue totalmente libre. En su libertad dijo «sí». Ella hizo el bien para siempre. De esta manera sirvió a Dios y a los hombres. Imitemos su ejemplo, si queremos saber aquello que Dios se espera de nosotros sus hijos«, concluyó Francisco.