Aboga por “un diálogo auténtico y fructífero, que huye del relativismo y respeta la identidad de cada uno”
(Jesús Bastante).- Llegó el otoño, rompió la lluvia en Roma. Decenas de miles de paraguas y chubasqueros, de distintos colores, como la propia Iglesia, volvieron a desafiar a la climatología para escuchar al Papa Francisco. El Pontífice, esta mañana, se dio un doble baño: de agua y de masas.
Mucho más descansado tras el agotador viaje a Albania, el Papa apareció protegido por un abrigo blanco, y su jeep cubierto -sólo el techo, no los laterales- para no empaparse. Volvió a besar niños, a coger al vuelo banderas argentinas, a tomar mate que le ofrecían unos fieles de su país… y a recordar su reciente viaje a Albania. Para después, en su saludo en italiano, recordar a las víctimas del ébola, reclamando»la necesaria ayuda de la comunidad internacional para aliviar el sufrimiento de nuestros hermanos y hermanas».
Así, Bergoglio comenzó recordando que «Dios me ha concedido poder hacer esta visita para demostrar mi cercanía y la de la Iglesia a este pueblo«, reconociendo la labor de obispos, religiosos, sacerdotes y laicos que construyen sociedad e Iglesia en Albania.
«Esta visita nace del deseo de viajar a un país que consiguió pasar de un régimen ateo e inhumano a una experiencia de pacífica convivencia entre las religiones», señaló Francisco, quien recordó el encuentro interreligioso con otros líderes, en el que «pude constatar con felicidad, que la sana convivencia no sólo es deseable, sino posible y practicable en lo concreto. No eran palabras: se trata de un diálogo auténtico y fructífero, que huye del relativismo y respeta la identidad de cada uno, deseando lo mejor al prójimo».
Francisco recordó especialmente su rezo de vísperas, en el que se encontró con los testimonios de «algunos ancianos que sufrieron en su propia carne la terrible persecución», que calificó de «heroicos testimonios». «Han seguido a Cristo hasta las últimas consecuencias».
«Hoy, como ayer, la fuerza de la Iglesia no está tanto en la capacidad organizativa o la estructura. La estructura es necesaria, pero su auténtica fuerza está en el amor de Cristo, una fuerza que nos sostiene en los momentos de dificultad, y que inspira bondad y perdón a todos», añadió Francisco.
Recorriendo la gran avenida de Tirana, recordó el Papa, vio el retrato de 40 sacerdotes asesinados durante la dictadura comunista, y cuya causa de beatificación está abierta. «Centenares de cristianos y musulmanes fueron asaltados, mortificados, asesinados sólo por creer en Dios. Estaba prohibido creer en Dios, y se destruían iglesias y mezquitas para construir centros de ideología marxista».
«El recuerdo de este pasado dramático es esencial para el futuro de un pueblo. La memoria de los mártires es garantía del pueblo de Albania, porque su sangre no fue en vano, y ha dado frutos de paz y colaboración fraterna», dijo el Papa. «Albania es un ejemplo no sólo de renacimiento de la Iglesia, sino de pacífica convivencia entre las religiones». «Tras el testimonio de los mártires está la misericordia de Dios».
«He visto una población entusiasta y alegre en las celebraciones, en las calles. He visto una energía, siempre nueva, del Señor resucitado, para llevar el fermento del Evangelio en la sociedad y en actividades caritativas y educativas», subrayó el Pontífice, quien confesó que «he encontrado un pueblo fuerte y con coraje, que no se ha plegado ante el dolor o la venganza«.
«Los pobres son los protagonistas de la caridad, tan necesaria en este contexto socio-cultural. Quiero que hoy demos un saludo a este pueblo corajudo y que sigue adelante en unidad», culminó el Papa, quien pidió un aplauso para los albaneses.
Posteriormente, en sus palabras en castellano, Francisco reiteró su agradecimiento por el viaje a Albania, «un pueblo durante tanto tiempo oprimido por un régimen inhumano, pero donde hoy se puede constatar un renacimiento de la Iglesia y también la posibilidad concreta de una convivencia fructífera, que se basa en un diálogo auténtico y común a las diversas formas religiosas»
«Hemos recordado conmovidos a tantas víctimas de la persecución y los mártires. Ellos no fueron los derrotados, sino los vencedores. En su testimonio heroico brilla la omnipotencia de Dios que siempre consuela a su pueblo y abre nuevas vías de esperanza», añadió. En su saludo en lengua árabe, abundó en esta idea, apuntando que «Cristo nunca olvida a sus discípulos fieles». «Seamos siempre testimonio auténtico de Cristo y de la verdad; causa de reconciliación y de la unidad; testimonio de la justicia, de la paz y de la caridad».
Estas fueron las palabras de Francisco en la audiencia:
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy quisiera hablar de mi reciente Viaje Apostólico a Albania. Doy gracias a Dios por haberme permitido mostrar la cercanía de la Iglesia a este pueblo. Un pueblo durante tanto tiempo oprimido por un régimen inhumano, pero donde hoy se puede constatar un renacimiento de la Iglesia, y también la posibilidad concreta de una convivencia pacífica y fructuosa entre personas y comunidades de diferentes religiones. Ésta se basa en un diálogo auténtico en busca de lo que acomuna a las diversas formas religiosas: el camino de la vida, rechazando el relativismo, y la voluntad de hacer bien al prójimo, sin renegar de la respectiva identidad.
Hemos recordado conmovidos a tantas víctimas de la persecución y a los mártires. Ellos no son los vencidos, sino los vencedores, en un régimen que prohibía la fe y quiso exterminar a Dios de todos los ámbitos de la vida. En su testimonio heroico brilla la omnipotencia de Dios, que siempre consuela a su pueblo y abre nuevas vías de esperanza. Y nos recuerdan hoy que nuestra fuerza reside principalmente en el amor de Cristo, que nos sostiene en la dificultad y nos inspira la bondad y el perdón, mostrando así la misericordia de Dios.
Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, particularmente a los venidos de España, Puerto Rico, México, Ecuador, El Salvador, Costa Rica, Uruguay, Argentina y otros países latinoamericanos.
Que la Virgen del Buen Consejo, patrona de este pueblo-mártir, le ayude a abrirse a los hermanos, en especial a los más débiles, y a construir el presente y el futuro del País y de Europa. Muchas gracias.
Estas fueron las palabras del Papa en castellano:
Queridos hermanos y hermanas
Hoy quisiera hablar de mi reciente Viaje Apostólico a Albania. Doy gracias a Dios por haberme permitido mostrar la cercanía de la Iglesia a este pueblo. Un pueblo durante tanto tiempo oprimido por un régimen inhumano, pero donde hoy se puede constatar un renacimiento de la Iglesia, y también la posibilidad concreta de una convivencia pacífica y fructuosa entre personas y comunidades de diferentes religiones. Ésta se basa en un diálogo auténtico en busca de lo que acomuna a las diversas formas religiosas: el camino de la vida, rechazando el relativismo, y la voluntad de hacer bien al prójimo, sin renegar de la respectiva identidad.
Hemos recordado conmovidos a tantas víctimas de la persecución y a los mártires. Ellos no son los derrotados, sino los vencedores, en un régimen que prohibía la fe y quiso exterminar a Dios de todos los ámbitos de la vida. En su testimonio heroico brilla la omnipotencia de Dios, que siempre consuela a su pueblo y abre nuevas vías de esperanza. Y nos recuerdan hoy que nuestra fuerza reside principalmente en el amor de Cristo, que nos sostiene en la dificultad y nos inspira la bondad y el perdón, mostrando así la misericordia de Dios.
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Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, particularmente a los venidos de España, Puerto Rico, México, Ecuador, El Salvador, Costa Rica, Argentina, Uruguay y otros países latinoamericanos. Que la Virgen del Buen Consejo, patrona de este pueblo-mártir, le ayude a abrirse a los hermanos, en especial a los más débiles, y a construir el presente y el futuro del País y de Europa. Muchas gracias.