No se trata sólo de asistencia social y, menos, política. Se trata de ofrecer la fuerza del Evangelio de Dios, que sana las heridas
(José M. Vidal).- Ángelus del Papa en el día de San Francisco de Sales, patrono de los periodistas. Francisco, en su alocución, recuerda que «los pobres ocupan el centro del Evangelio» y que ésa debe ser «la prioridad de la Iglesia». Por eso, pregunta si «nuestras comunidades, asociaciones y movimientos son fieles al programa de Cristo» de evangelizar a todos, pero con una predileccción especial «por los descartados de la sociedad»
Algunas frases de la alocución papal
«Lucas resume brevemente le actividad evangelizadora de Jesús»
«Su palabra es original y autorizada, porque manda incluso a los espíritus impuros, que lo obedecen»
«Jesús es distinto de los maestros de su tiempo. Por ejemplo, no abrió una escuela, sino que está siempre en camino, predicando por todas partes»
«Jesús es distinto de Juan Bautista»
«Imaginemos la escena. Entremos en la sinagoga de Nazaret»
«Evangelizar a los pobres, ésta es la misión de Jesús. Y la de la Iglesia y de todo bautizado»
«Ser cristiano y ser misionero es lo mismo»
«Anunciar el Evangelio con la Palabra y, todavía antes, con la vida, es la finalidad principal de la comunidad cristiana»
«Jesús dirige la Bunea Noticia a todos, sin excluir a nadie, pero privilegia a los descartados de la sociedad»
«Preguntémonos: ¿Qué significa evangelizar a los pobres?»
«Ante todo, acercarnos a ellos, tener la alegría de servirlos, de liberarlos de su opresión. Y todo en nombre de Cristo»
«Él es la liberación de Dios»
«¿Hoy, en nuestras comunidades, asociaciones y movimientos, somos fieles al programa de Cristo?»
«¿Evangelizar a los pobres es la prioridad?»
«No se trata sólo de asistencia social y, menos, política. Se trata de ofrecer la fuerza del Evangelio de Dios, que sana las heridas»
«Los pobres ocupan el centro del Evangelio»
«Testimoniar la misericordia, la gran misericordia que Cristo nos ha dado»
Texto de la alocución del Santo Padre Francisco antes de rezar a la Madre de Dios:
Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!
En el Evangelio de hoy, el evangelista Lucas antes de presentar el discurso programático de Jesús de Nazaret, resume brevemente su actividad evangelizadora. Es una actividad que Él realiza con el poder del Espíritu Santo: su palabra es original, porque revela el sentido de las Escrituras; es una palabra autorizada, porque manda incluso a los espíritus impuros y estos obedecen (Cfr. Mc 1, 27). Jesús es diverso de los maestros de su tiempo: por ejemplo, Jesús no ha abierto una escuela para el estudio de la Ley, pero va a predicar y enseña por doquier: en las sinagogas, por las calles, en las casas, siempre andando. Jesús también es diverso de Juan Bautista, quien proclama el juicio inminente de Dios, mientras Jesús anuncia su perdón de Padre.
Y ahora entramos también nosotros – imaginamos – que entramos en la sinagoga de Nazaret, la aldea donde creció Jesús hasta llegar casi a los treinta años. Lo que sucede allí es un acontecimiento importante, que traza la misión de Jesús. Él se levanta para leer la Sagrada Escritura. Abre el rollo del profeta Isaías y elige el pasaje en el que está escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres» (Lc 4, 18). Después, tras un momento de silencio lleno de la expectativa de todos, dice, en medio del estupor general: «Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír» (v. 21).
Evangelizar a los pobres: ésta es la misión de Jesús; según [lo que] Él dice; ésta es también la misión de la Iglesia, y de todo bautizado en la Iglesia. Ser cristiano y ser misionero es la misma cosa. Anunciar e1 Evangelio, con la palabra y, antes aún, con la vida, es la finalidad principal de la comunidad cristiana y de cada uno de sus miembros. Se nota aquí que Jesús dirige la Buena Nueva a todos, sin excluir a nadie, más bien, privilegia a los más lejanos, a los que sufren, a los enfermos, a los descartados de la sociedad.
Pero hagámonos una pregunta: ¿Qué significa evangelizar a los pobres? Significa ante todo acercarse a ellos, significa tener la alegría de servirlos, de liberarlos de su opresión, y todo esto en el nombre y con el Espíritu de Cristo, porque es Él el Evangelio de Dios, es Él la Misericordia de Dios, es Él la liberación de Dios, es Él quien se ha hecho pobre para enriquecernos con su pobreza.
El texto de Isaías, reforzado por pequeñas adaptaciones introducidas por Jesús, indica que el anuncio mesiánico del Reino de Dios venido entre nosotros se dirige de modo preferencial a los marginados, a los prisioneros y a los oprimidos.
Probablemente en tiempos de Jesús estas personas no estaban en el centro de la comunidad de fe. Y podemos preguntarnos: ¿Hoy, en nuestras comunidades parroquiales, en las asociaciones, en los movimientos, somos fieles al programa de Cristo? ¿La evangelización de los pobres, llevarles el feliz anuncio, es la prioridad?
Atención: no se trata sólo de hacer asistencia social, y menos aún actividad política. Se trata de ofrecer la fuerza del Evangelio de Dios, que convierte los corazones, sana las heridas, transforma las relaciones humanas y sociales según la lógica del amor. En efecto, los pobres están en el centro del Evangelio.
Que la Virgen María, Madre de los evangelizadores, nos ayude a sentir fuertemente el hambre y la sed del Evangelio que hay en el mundo, especialmente en el corazón y en la carne de los pobres. Y obtenga para cada uno de nosotros y a toda comunidad cristiana testimoniar concretamente la misericordia, la gran misericordia que Cristo nos ha donado.