Mucho frío, muchos niños abrigados. También el Papa, enfundado en su gabán blanco y de pie en el papamóvil, camina sin reloj, besando y deteniéndose a charlar con cualquiera que se lo pide
(Jesús Bastante).- Todo cristiano es un «Cristóforo», un «portador de Cristo y de la misericordia de Dios«. Esta fue la base de la alocución del Papa Francisco en la primera de las audiencias especiales que, con motivo del Año de la Misericordia, tendrán lugar en la plaza de San Pedro los últimos sábados de cada mes.
En la de esta mañana, el Santo Padro reclamó a los fieles la «responsabilidad de ser transmisores del Evangelio«, y de compartirlo con alegría, pues «no podemos retener la alegría que nos ha sido dada, debemos ofrecerla a los demás».
Audiencia con los peregrinos del Año de la Misericordia. Mucho frío, muchos niños abrigados. También el Papa, enfundado en su gabán blanco y de pie en el papamóvil, camina sin reloj, besando y deteniéndose a charlar con cualquiera que se lo pide. Besa y se deja besar, coloca el gorro al niño al que se le cae cuando se lo acerca Domenico Giani, su eterno guardaespaldas.
Mucha gente en San Pedro para un acto esperado, aunque no usual. Durante este año, todos los últimos sábados de cada mes el Papa Francisco presidirá una audiencia jubilar. Y son casi millón y medio los peregrinos que, a lo largo de este 2016, han traspasado la Puerta Santa de San Pedro.
La catequesis del Papa giró en torno al pasaje del Evangelio de Juan en el que Simón Pedro conoce a Jesús. «Tú eres Simón, el hijo de Juan. Tú te llamarás Cefas, que quiere decir ‘piedra'». El sucesor de Pedro, dos mil años después, recordó la emoción de Andrés al llevar a su hermano al encuentro con el Mesías.
«La alegría de nuestro encuentro con Jesús nos lleva a querer comunicar la misericordia del Señor», subrayó el Papa, quien incidió en que «esto no es hacer proselitismo: esto es ofrecer a los demás lo que a mí me produce alegría».
Y es que «encontrar a Jesús equivale a encontrarse con su amor, un amor que transforma y que nos permite transmitir al otro la fuerza». Y es que «el cristiano es portador de Cristo. Vivir la misericordia nos hace misioneros de la misericordia, y ser misioneros nos permite crecer en la misericordia de Dios«.
«Tomemos en serio nuestro ser cristianos y el compromiso de vivir como creyentes, porque solamente así el Evangelio puede tocar el corazón de los demás y abrirlo para recibir la gracia del amor», conclluyó el Papa, quien animó a todos los peregrinos a ser «portadores de Cristo y verdaderos misioneros de la misericordia de Dios en medio de las circunstancias que les toca vivir».
En su saludo en italiano, el Papa recordó a «la señora Elvira», una mujer que trabajaba en casa Santa Marta y que, «tras una larga enfermedad, el Señor la ha llamado consigo». «Hoy el Papa está un poco triste, porque en Santa Marta somos una familia», musitó el Papa, quien pidió a los fieles «hacer una obra de misericordia: orar por los difuntos y consolar a los afligidos. Y os invito a rezar un Ave maría por la paz eterna de la señora Elvira, y porque el Señor consuele a su marido y sus hijo». Y todos rezaron la oración, interrumpiéndola en dos ocasiones con un fuerte aplauso.
Texto completo de la catequesis del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas,
Entramos día tras día en lo principal del Año Santo de la Misericordia. Con su gracia, el Señor guía nuestros pasos mientras atravesamos la Puerta Santa y se nos acerca para permanecer siempre con nosotros, no obstante nuestras faltas y nuestras contradicciones. No nos cansemos jamás de sentir la necesidad de su perdón, porque cuando somos débiles su cercanía nos hace fuertes y nos permite vivir con mayor alegría nuestra fe.
Quisiera indicarles hoy la estrecha relación que existe entre la misericordia y la misión. Como recordaba San Juan Pablo II: «La Iglesia vive una vida auténtica, cuando profesa y proclama la misericordia y cuando acerca a los hombres a las fuentes de misericordia» (Enc. Dives in misericordia, 13). Como cristianos tenemos la responsabilidad de ser misioneros del Evangelio. Cuando recibimos una bella noticia, o cuando vivimos una bella experiencia, es natural que sintamos la exigencia de comunicarla también a los demás. Sentimos dentro de nosotros que no podemos contener la alegría que nos ha sido donada y queremos extenderla. La alegría suscitada es tal que nos lleva a comunicarla.
Y debería ser la misma cosa cuando encontramos al Señor. La alegría de este encuentro, de la misericordia: comunicar la misericordia del Señor. Es más, el signo concreto que de verdad hemos encontrado a Jesús es la alegría que sentimos en el anunciarlo también a los demás. Y esto no es «hacer proselitismo»: esto es hacer un don. Si, yo te doy aquello que me da alegría a mí. Leyendo el Evangelio vemos que esta ha sido la experiencia de los primeros discípulos: después del primer encuentro con Jesús, Andrés fue a decirlo enseguida a su hermano Pedro (Cfr. Jn 1,40-42), y la misma cosa hizo Felipe con Natanael (Cfr. Jn 1,45-46). Encontrar a Jesús equivale a encontrarse con su amor. Este amor nos transforma y nos hace capaces de transmitir a los demás la fuerza que nos dona. De alguna manera podremos decir que desde el día del Bautismo nos es dado a cada uno de nosotros un nuevo nombre agregado a aquel que ya nos dan mamá y papá, y este nombre es «Cristóforo»: todos somos «Cristóforos». ¿Qué cosa significa? «Portadores de Cristo». Es el nombre de nuestra actitud, una actitud de portadores de la alegría de Cristo, de la misericordia de Cristo. ¡Todo cristiano es un «Cristóforo», es decir un portador de Cristo!
La misericordia que recibimos del Padre no nos es dada como una consolación privada, sino nos hace instrumentos para que también los demás puedan recibir el mismo don. Existe una estupenda circularidad entre la misericordia y la misión. Vivir de misericordia nos hace misioneros de la misericordia, y ser misioneros nos permite siempre crecer más en la misericordia de Dios. Por lo tanto, tomemos en serio nuestro ser cristianos, y comprometámonos a vivir como creyentes, porque sólo así el Evangelio puede tocar el corazón de las personas y abrirlo para recibir la gracia del amor, para recibir esta grande misericordia de Dios que acoge a todos. Gracias.
Éste fue el saludo del Papa en castellano:
Queridos hermanos y hermanas
Estamos entrando día tras día en nucleo del Año Santo de la Misericordia. Quisiera indicarles hoy la estrecha relación que existe entre la misericordia y la misión. Los cristianos tenemos la responsabilidad de ser misioneros del Evangelio. La alegría que suscita el encuentro con Jesús nos anima a anunciarlo. Por eso, el signo concreto de haberle encontrado realmente es la alegría que experimentamos al transmitirlo a los demás. Se puede decir que en el día de nuestro Bautismo se nos da un nombre nuevo, además del que ponen los padres: el de «Cristóforo», que significa, «portador de Cristo». El cristiano es portador de Cristo. Vivir la misericordia nos hace misioneros de la misericordia, y ser misioneros nos permite crecer en la misericordia de Dios. Tomemos en serio nuestro ser cristianos y el compromiso de vivir como creyentes, porque solamente así el Evangelio puede tocar el corazón de los demás y abrirlo para recibir la gracia del amor.
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Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los venidos de España y Latinoamérica. Hermanos y hermanas, los animo a ser portadores de Cristo y ser verdaderos misioneros de la misericordia de Dios en medio de las circunstancias que les toca vivir. Muchas gracias.