Serán empleados en la producción de conservas y en el cultivo y venta de aceite y hortalizas. Además se ofrecerá un proceso de formación profesional en carpintería, agricultura e industria alimentaria a cerca de doscientos iraquíes
El Vaticano dedicará las donaciones obtenidas en su pabellón de la Expo de Milán en 2015 a financiar el empleo durante seis meses de quince familias de refugiados iraquíes en Jordania, informó hoy la Santa Sede.
El proyecto está dotado con los 150.000 dólares recaudados en la colecta de los visitantes al pabellón de la pasada Exposición Universal de la ciudad italiana y será puesto en práctica, por iniciativa del papa Francisco, a través de Caritas en el Centro de Santa María de la Paz en Ammán.
La idea es proporcionar mediante esa organización católica un trabajo «regularmente pagado» a quince refugiados iraquíes, que serán empleados en la producción de conservas y en el cultivo y venta de aceite y hortalizas.
Además se ofrecerá un proceso de formación profesional en carpintería, agricultura e industria alimentaria a cerca de doscientos iraquíes.
La cifra versada cubrirá los gastos durante los primeros seis meses y, a partir de ese momento, según las previsiones del Vaticano, comenzará una fase de autofinanciación con los ingresos de la venta de esos productos.
El proyecto será inaugurado el próximo miércoles en la capital jordana por el subsecretario del Pontificio Consejo «Cor Unum», el español Segundo Tejado Muñoz.
El Vaticano utilizó su pabellón en la Expo de Milán, centrada en la alimentación, para llamar la atención sobre «el hambre y las injusticias», un proyecto al que destinó un presupuesto «sobrio» de tres millones de euros.
En la presentación del pabellón, el presidente del Consejo Pontificio de la Cultura, el cardenal Gianfranco Ravasi, dijo que la Santa Sede reivindicó el derecho a la alimentación de todas las personas, pero lo hará con un presupuesto que estimó austero.
«Es una presencia sobria y minimalista, que está absolutamente en línea con el pontificado del papa Francisco», dijo Ravasi sobre la presencia de la Santa Sede, y calificó de «imponente» la participación del Vaticano en anteriores Exposiciones Universales.
Afirmó que el presupuesto de tres millones de euros, que se divide a partes iguales entre el Consejo Pontificio de la Cultura, la Conferencia Episcopal Italiana y la Diócesis de Milán, es un «signo del pontificado del papa Francisco».
«Incluso el estilo del pabellón es una especie de signo del pontificado del papa Francisco. En el pasado la presencia era imponente y este año el pabellón se dedica a las palabras», afirmó.
El pabellón, un edificio sencillo de 360 metros cuadrados, incluyó una pared con un panel fotográfico, un tablero interactivo y tres cortos cinematográficos que contaban la visión cristiana de la caridad y de la solidaridad y recordarán a quienes más sufren.
Además, se expuso «La última cena» de Tintoretto (1561-1562) durante los tres primeros meses y «La institución de la Eucaristía» de Peter Paul Rubens (1632-1650) en el último trimestre, dos obras que «invitarán a dialogar».
(RD/Agencias)