En los días del viaje a México y Cuba, precisó, sentí con gran fuerza los límites de mi resistencia física. Sobre todo me di cuenta de no estar en condiciones de afrontar en el futuro vuelos transoceánicos
(J. Bastante).- «La obediencia a mi sucesor nunca ha sido puesta en discusión». El Papa emérito Benedicto XVI desmiente a su secretario personal, George Ganswein, quien defendió recientemente la polémica teoría de «los dos papas». En una entrevista publicada por el diario La Reppublica al teólogo Elio Guerrero, autor de una biografía autorizada del Papa emérito, Ratzinger destaca su «profunda comunión y amistad» con Francisco.
«En el momento de su elección sentí, como tantos, un espontáneo sentimiento de gratitud hacia la Providencia», apunta el pontífice emérito, quien insiste en que, «tras dos Pontífices procedentes de Europa central, el Señor dirigía por así decir la mirada a la Iglesia universal y nos invitaba a una comunión más extendida, más católica«.
«Personalmente quedé profundamente tocado desde el primer momento de la extraordinaria disponibilidad humana de Jorge Bergoglio para conmigo. Desde entonces -afirma- me hizo el don de una relación maravillosamente paterno-fraterna», que incluye llamadas, cartas y visitas de Francisco. «Lo que dice en relación a su disponibilidad no son sólo palabras, las pone en práctica conmigo«, apunta.
En la entrevista, Ratzinger confiesa cómo su renuncia vino motivada al comprobar sus limitaciones físicas, tras sus viajes a México y Cuba en 2012. Así, contó que tras las visitas a esos dos países, y ante la perspectiva de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Río de Janeiro del 2013, su deber era el de renunciar.
«Ya había sido establecida la fecha de la JMJ del 2013 en Río», precisa el hoy Papa emérito: «Llegado a ese punto tenía dos convicciones bien precisas. Tras la experiencia del viaje a México y Cuba no me sentía en condiciones de realizar un viaje tan comprometido«.
«Además, con la características que le dio Juan Pablo II a estas jornadas, la presencia del Papa era indispensable. No se podía pensar en un contacto televisivo u otras formas garantizadas por la tecnología. También ésta era una circunstancia por la cual la renuncia para mi era un deber».
«En los días del viaje a México y Cuba, precisó, sentí con gran fuerza los límites de mi resistencia física. Sobre todo me di cuenta de no estar en condiciones de afrontar en el futuro vuelos transoceánicos por el problema del huso horario. Naturalmente hablé de estos problemas también con mi médico, el profesor Patrizio Polisca», revela Benedicto.
«De ahí en más -prosigue- tuve que decidir en un tiempo relativamente breve la fecha de mi retiro«. «Lógicamente quería llevar a término del año de la fe y escribir la encíclica sobre la fe que debía concluir el recorrido iniciado con Deus caritas est. Sin embargo existían numerosos compromisos que consideraba que no iba a poder llevar a término», concluye el Papa emérito.