La Puerta de la Misericordia, abierta en todas las catedrales y en los santuarios, ha permitido que los fieles no encontraran ningún obstáculo para experimentar el amor de Dios
(Jesús Bastante).- «Si tú quieres obtener misericordia, debes tú mismo ser misericordioso«. El Papa Francisco ha recibido a casi medio millar de colaboradores del Año de la Misericordia, a quienes les ha agradecido el «gran trabajo» desarrollado durante el Jubileo.
«La Puerta de la Misericordia, abierta en todas las catedrales y en los santuarios, ha permitido que los fieles no encontraran ningún obstáculo para experimentar el amor de Dios», recordó el Papa, quien ha afirmado que, a lo largo de estos meses, «ha sucedido algo verdaderamente extraordinario que ahora requiere que se inserte en la vida de cada día para hacer que la Misericordia se vuelva un compromiso y un estilo de vida permanente para los creyentes».
Tras destacar el trabajo de Fisichella quien, como presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, se ha encargado de la coordinación del Año Santo, el Papa recordó que ha sido un tiempo «denso de iniciativas en toda la Iglesia«, donde se han podido ver y tocar con las manos los frutos de la misericordia de Dios. Y añadió:
«La mía había sido una simple intuición cuando expresé el deseo de un Jubileo de la Misericordia; en cambio, jamás habría pensado que el Señor hiciera que se convirtiera en una realidad y que, sobre todo, se pudiera celebrar con tanta fe y alegría en las comunidades cristianas esparcidas por el mundo», destacó el Papa, quien concluyó su discurso recordando a los voluntarios el «verdadero servicio de misericordia a los millones de peregrinos que han venido a Roma», con su deseo de que esta fatiga sea recompensada por la experiencia de misericordia que el Señor no les hará faltar.
Por otra parte, y durante la misa en Santa Marta, Francisco ha subrayado que «la fe cristiana no es una teoría o una filosofía, es el encuentro con Jesús». Apuntando el comienzo del Adviento, Bergoglio afirmó que para encontrar verdaderamente a Jesús debemos ponernos en camino con tres actitudes: vigilantes en la oración, activos en la caridad y exultantes en la alabanza.
El Adviento es «un tiempo para caminar y salir al encuentro del Señor, o sea, un tiempo para no estar detenido», indicó el Papa, quien pidió preguntarnos. «¿Cuáles son las actitudes que yo debo tener para encontrar al Señor? ¿Cómo debo preparar mi corazón para encontrar al Señor?».
«En la oración, al inicio de la Misa, la Liturgia nos señala tres actitudes: vigilantes en la oración, activos en la caridad y exultantes en la alabanza. Es decir, debo rezar, con vigilancia; debo ser laborioso en la caridad – la caridad fraterna: no sólo dar una limosna, no; también tolerar a la gente que me da fastidio, tolerar en casa a los niños cuando hacen demasiado ruido, o al marido o a la mujer cuando hay dificultades, o a la suegra… no sé … pero tolerar: tolerar… Siempre la caridad, pero activa. Y también la alegría de alabar al Señor: ‘Exultantes en la alegría’. Así debemos vivir este camino, esta voluntad de encontrar al Señor. Para encontrarlo bien. No estar detenidos. Y encontraremos al Señor», señaló el Pontífice.
Ahí podremos encontrar «una sorpresa, porque Él es el Señor de las sorpresas», porque «tampoco el Señor está detenido. Yo estoy en camino para encontrarlo y Él está en camino para encontrarme, y cuando nos encontramos vemos que la gran sorpresa es que Él me está buscando, antes de que yo comience a buscarlo».
«Siempre el Señor va más allá, va primero. Nosotros hacemos un paso y Él hace diez. Siempre. La abundancia de su gracia, de su amor, de su ternura que no se cansa de buscarnos. Incluso, a veces, con cosas pequeñas: nosotros pensamos que encontrar al Señor es una cosa magnífica, como aquel hombre de Siria, Naamán, que era leproso: y no es simple… Y también él ha tenido una sorpresa grande por el modo de actuar de Dios. Y el nuestro es el Dios de las sorpresas, el Dios que nos está buscando, nos está esperando, y sólo pide de nosotros el pequeño paso de la buena voluntad».
Nosotros – continuó- debemos tener la «alegría de encontrarlo». Y después, Él «nos ayuda». El Señor – reafirmó – «nos acompañará durante nuestra vida». Tantas veces – fue su reflexión – «nos verá alejarnos de Él, y Él espera como el Padre del Hijo pródigo».
Muchas veces -concluyó Bergoglio- verá que queremos acercarnos y Él sale a nuestro encuentro. Y recordó que siempre le ha llamado la atención lo que el Papa Benedicto había dicho acerca de la fe, que no es una teoría, una filosofía o una idea, sino que es un encuentro. Un encuentro con Jesús».
«Los doctores de la Ley sabían todo, todo de la dogmática de aquel tiempo, todo de la moral de aquel tiempo, todo. No tenían fe, porque su corazón se había alejado de Dios. Alejarse o tener la voluntad de salir al encuentro. Y esta es la gracia que nosotros pedimos hoy. ‘Oh Dios, nuestro Padre, suscita en nosotros la voluntad de salir al encuentro de Tu Cristo’, con las buenas obras. Salir al encuentro de Jesús. Y por esto recordamos la gracia que hemos pedido en la oración, con la vigilancia en la oración, la laboriosidad en la caridad y exultantes en la alabanza. Y así encontraremos al Señor y tendremos una bellísima sorpresa».