Es necesario vencer la tentación de decir "no puedo", sino dejarnos "transformar", "recrear por Jesús". "Valentía" es la palabra de Dios
(J. Bastante/RV).- Cuidado con «barnizar nuestros pecados sin humillarse verdaderamente en el corazón«. El Papa Francisco ha advertido contra los que viven por las apariencias, también su relación con Dios. «Dejémonos transformar por Jesús, dejemos que nos pueda recrear, liberándonos de nuestros pecados», señaló Bergoglio en Santa Marta.
En su homilía, el Papa recordó que el mensaje de Jesús «llegaba al corazón», y por eso la gente le seguía. «Porque era de actualidad. El pueblo veía que Jesús curaba y lo seguía«.
«Pero lo que hacía Jesús no era solo un cambio de la fealdad a la belleza, de lo malo a lo bueno: Jesús transforma«, advirtió el Pontífice, quien señaló que «no es un problema de maquillaje, de apariencias, sino que cambia todo desde dentro».
Y lo hace «con una recreación: Dios había creado el mundo, el hombre había caído en pecado: ahora viene Jesús a recrear el mundo. Este es el mensaje, el mensaje del Evangelio que se ve claro: antes de curar al hombre, Jesús le perdona los pecados. Va más allá, a la recreación, re-crea a este hombre de pecador a justo. Lo hace nuevo, totalmente nuevo. Y esto escandaliza: ¡esto escandaliza!», destacó el Papa.
Frente a esta actitud, la de los doctores de la Ley, que «comienzan a discutir, a murmurar», porque no podían aceptar su autoridad. Jesús, dijo, «es capaz de hacernos, a nosotros pecadores, personas nuevas». Pero para esto, como hizo María Magdalena, «se necesita mucha fe», y «abrir el corazón ante el Señor, decir los pecados con nombre y apellidos».
Que el Señor, retomó, «nos ayude a prepararnos para Navidad con gran fe», porque «la curación del alma, la curación existencial, la recreación que trae Jesús necesita mucha fe». «Ser transformados, afirmó, es la gracia de la salud que trae Jesús». Es necesario vencer la tentación de decir «no puedo», sino dejarnos «transformar», «recrear por Jesús». «Valentía» es la palabra de Dios:
«Todos somos pecadores, pero mira la raíz de tu pecado y que el Señor vaya allí y lo transforme. Esa raíz amarga florecerá, florecerá con las obras de justicia y serás un hombre o una mujer nuevos. Pero si nosotros decimos: ‘Sí, sí, tengo pecados. Voy, me confieso … dos palabras y después continuamos así…‘ , no me dejo re-crear por el Señor. Solo dos pinceladas de barniz y creemos que con esto se termina la historia. No, los pecados con nombre y apellidos: ‘He hecho esto, esto y esto y me avergüenzo en el corazón. Señor, lo único que tengo: ¡Recréame!’. Así tendremos la valentía de ir con verdadera fe hacia la Navidad».
Siempre, añadió, «buscamos esconder la gravedad de nuestros pecados». Por ejemplo cuando minimizamos la envidia. Sin embargo es algo gravísimo, es como el veneno de la serpiente, que busca destruir al otro.
El Papa animó a «ir al fondo de nuestros pecados y dárselos al Señor, para que Él los elimine y nos ayude a seguir adelante con fe». Y ha destacado este pasaje, recontando una anécdota de un Santo «estudioso de la Biblia» que tenía un carácter muy fuerte, con mucha ira y que pedía al Señor perdón, haciendo muchas renuncias y penitencias».
«El Santo, hablando con el Señor le decía: ‘¿Estás contento Señor?’ -‘¡No!’ -‘¡Pero si te lo he dado todo!’ – ‘No, falta algo…’. Y este pobre hombre hacía otra penitencia, otra vigilia: ‘Te he dado esto Señor ¿está bien ahora?’ -‘¡No! Falta algo…’- ‘¿Pero que te puede faltar, Señor?’– ‘¡Tus pecados! ¡Dame tus pecados!’. Esto es lo que hoy el Señor nos pide a nosotros: ‘¡Ánimo! Dame tus pecados y yo te haré nuevo’. Que el Señor nos dé fe para creer esto».